En un mundo donde la búsqueda de la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente son cada vez más fundamentales, la arquitectura está experimentando un cambio paradigmático. Uno de los proyectos más innovadores y fascinantes que ha surgido en este contexto es Lavaforming, una propuesta especulativa que imagina una sociedad futura donde las estructuras emergen directamente del interior de la tierra, aprovechando la energía y los recursos naturales locales, en especial la lava. Esta idea, que será presentada en el Pabellón de Islandia durante la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura — La Biennale di Venezia 2025, ofrece una visión revolucionaria sobre cómo podría construirse el futuro de las ciudades de manera sustentable y armónica con el entorno natural. Lavaforming plantea una historia situada en el año 2150, donde la humanidad ha logrado transformar una antigua amenaza natural en una fuente invaluable de materiales constructivos. Para comprender mejor esta propuesta, es fundamental revisar sus raíces históricas, sus fundamentos tecnológicos, y la repercusión que puede tener para solucionar la crisis ambiental y urbana que enfrentamos hoy en día.
Islandia, conocida por su actividad volcánica y sus preciosos paisajes formados por flujos de lava, ha sido el escenario natural para el desarrollo conceptual de Lavaforming. La idea parte de un hecho histórico: la última erupción en la península de Reykjanes, durante la época del escritor islandés Snorri Sturluson. Estos dramáticos eventos naturales eran contemplados como manifestaciones poderosas y, a menudo, temibles. Sin embargo, el proyecto Lavaforming mira hacia adelante y se plantea cómo sería si pudiésemos controlar y utilizar esos flujos de lava como medio para construir ciudades enteras sin recurrir a la minería tradicional ni al uso de energía no renovable. Es un reto que requiere un cambio profundo en nuestra relación con la naturaleza y una reconsideración del concepto mismo de arquitectura.
El concepto tras Lavaforming es la construcción de estructuras que emergen orgánicamente desde las capas geológicas mismas, haciendo uso de los materiales disponibles en el entorno inmediato. En lugar de importar insumos o castigar a la naturaleza con la extracción intensiva, las edificaciones se formarían a partir de la solidificación controlada de la lava, moldeada mediante tecnologías avanzadas que aprovechan las fuerzas naturales como el calor y la gravedad. Esta visión rompe con la tradición de la arquitectura convencional y abre camino a nuevas posibilidades en el diseño y la funcionalidad de nuestras ciudades. Además, implica una ética renovada que abandona la maximización del lucro como motor principal, enfocándose en la sostenibilidad, la resiliencia y la conexión con el ecosistema local. El proyecto Lavaforming se inscribe dentro del ámbito de la arquitectura especulativa, una disciplina que cuestiona el presente para imaginar futuros posibles y deseables.
La propuesta se presentó inicialmente en exposiciones como SUBSURFACE/CONVECTION en 2022 durante el Design March en Reikiavik, y en exposiciones anteriores como "Eider and the Apocalypse" en 2021 en la Nordic House de la misma ciudad. Estas muestras exploran no solo los macrosistemas —como los flujos de lava que configuran paisajes enteros— sino también microecosistemas, como los microorganismos que colonizan nuevos terrenos volcánicos y permiten la renovación ambiental. En Lavaforming, la participación humana se suma a este proceso natural, fomentando una simbiosis entre lo tecnológico, lo biológico y lo geológico. Uno de los aspectos más fascinantes de Lavaforming es cómo reinterpreta la amenaza natural del volcán como una oportunidad para afrontar las emergencias globales actuales, tales como la escasez de materiales de construcción sostenibles y la contaminación derivada de métodos tradicionales de producción. El uso de la lava como material constructivo podría revolucionar la industria de la construcción, pues una sola erupción posee suficiente volumen para cimentar una ciudad completa en cuestión de semanas, minimizando impactos ambientales negativos.
Esta idea llega en un momento crítico, donde la necesidad de reducir la huella de carbono y proteger el planeta se ha vuelto urgente para todas las disciplinas, desde la ingeniería hasta el urbanismo. El aprovechamiento de la lava va más allá de la simple construcción. Implica un nuevo entendimiento del tiempo y el espacio, donde la arquitectura es un organismo vivo, en constante transformación y adaptabilidad. En este sentido, Lavaforming invita a repensar los límites entre infraestructura y naturaleza, y a abandonar la explotación insostenible del suelo por una interacción respetuosa y dinámica con las fuerzas planetarias. La capacidad de moldear estructuras con flujos de lava controlados abre también un campo innovador para el diseño arquitectónico, permitiendo formas únicas, resistentes al paso del tiempo y perfectamente integradas al paisaje.
Además, hay un fuerte componente cultural que atraviesa Lavaforming. Islandia, con su historia de resistencia y adaptación a condiciones extremas, es un lugar ideal para reflexionar sobre cómo las civilizaciones interaccionan con su entorno natural. El proyecto conecta pasado, presente y futuro, usando la memoria histórica de las erupciones volcánicas para inspirar una solución visionaria y sostenible. Esto contribuye no solo a la identidad local, sino que proyecta un mensaje global sobre la necesidad de transformar la percepción que tenemos sobre los desastres naturales y su potencial regenerativo. En el ámbito tecnológico, Lavaforming requiere de investigaciones interdisciplinarias que integren geología, biotecnología, ingeniería de materiales y arquitectura avanzada.
Las condiciones del flujo de lava y su comportamiento físico deben ser entendidas para diseñar sistemas que puedan controlar su formación, enfriamiento y solidificación en formas útiles y seguras para los humanos. Este proceso supone un desafío fascinante que impulsa la innovación y abre un escenario prometedor para el desarrollo de nuevas técnicas constructivas que podrían aplicarse no solo en zonas volcánicas de la Tierra, sino incluso en futuras colonias espaciales donde la autoconstrucción sea clave. La implicación humana es central en Lavaforming. No se trata solo de dejar que la naturaleza tome su curso, sino de intervenir conscientemente en un diálogo con ella. Esto coloca al ser humano en un rol de custodio y colaborador, responsable de diseñar estructuras que respeten el ciclo ecológico y fortalezcan la resiliencia social.
En este sentido, la arquitectura del futuro sería más sostenible, inteligente y adaptativa, configurando comunidades que viven en equilibrio con su entorno y utilizan los recursos de forma óptima. El proyecto Lavaforming representa, por lo tanto, un faro de creatividad y esperanza para enfrentar múltiples desafíos contemporáneos. Sus enseñanzas invitan a pensar en soluciones radicales e innovadoras, y a reconocer que los materiales y energías locales pueden ser la clave para diseñar un futuro más justo, ecológico y funcional. El poder transformador de la lava, una fuerza de la naturaleza que ha dado forma a gran parte del planeta, se convierte así en un aliado poderoso para la arquitectura del mañana. En conclusión, Lavaforming es mucho más que una idea futurista: es una ventana a un mañana posible donde las construcciones conectan con el paisaje y la historia geológica, donde el aprovechamiento responsable de recursos naturales impulsa la sostenibilidad, y donde la innovación tecnológica y el respeto ambiental convergen para crear ciudades más humanas y resilientes.
La Biennale di Venezia 2025 será una plataforma clave para dar a conocer esta propuesta que puede transformar la manera en que concebimos y habitamos el mundo. A través de Lavaforming, Islandia nos muestra cómo mirar hacia el interior mismo de la tierra puede inspirarnos a construir un futuro más sólido, armónico y lleno de posibilidades.