En el contexto de la inminente presentación del Presupuesto 2025 por parte del Ministro de Finanzas y el Ministro de Gasto Público, varias voces del sector empresarial han comenzado a alzar su preocupación. Una de ellas es Eimear Killian, co-propietaria del Café y Panadería Builín Blasta en Spiddal, quien expone la realidad que enfrentan los pequeños negocios ante la incertidumbre económica y las crecientes cargas financieras. Killian, en una conversación franca sobre sus expectativas para el nuevo presupuesto, confesó que la reducción del tipo del IVA para el sector de la hostelería es su principal deseo. Actualmente, el tipo impositivo se sitúa en 13.5%; sin embargo, Killian argumenta que una rebaja al 9% podría aliviar de manera significativa la presión que sienten diariamente los pequeños empresarios.
“Si el IVA se redujera a 9%, eso representaría un 4.5% que las pequeñas empresas no tendrían que encontrar cada mes”, comenta, subrayando que este ahorro podría ser vital para la salud financiera de los negocios más pequeños. El efecto directo que tendría esta medida en la gestión del flujo de caja de su empresa es notable. Killian argumenta que el IVA se descuenta directamente de las ganancias, exigiendo a los propietarios de negocios encontrar ese dinero cada mes, lo que puede ser un desafío considerable. Más allá de la cuestión del IVA, Killian señala otros costos que han aumentado en los últimos años, como las tarifas del agua y las elevadas facturas de energía, que se han convertido en una carga más para aquellos que intentan mantener sus puertas abiertas.
“Al final del día, estamos en esto para ganar dinero. No tiene sentido ser unos ‘tontos ocupados’”, enfatiza, refiriéndose a la futilidad de trabajar arduamente sin una compensación adecuada. Además, la empresaria expresó su apoyo a la idea de que los empleados sean remunerados de manera justa, pero también advirtió que ciertos cambios propuestos, como el aumento de la licencia por enfermedad de cinco a siete días y el incremento de las cotizaciones a la Seguridad Social (PRSI, por sus siglas en inglés), podrían representar costos adicionales insostenibles para su negocio. “Esos pequeños detalles se acumulan, y lo que necesitamos es que el presupuesto se maneje de manera que las cargas no se concentren todas en un único lugar”, añade. Killian describió un panorama que podría volverse sombrío si las pequeñas empresas no reciben el apoyo necesario en el presupuesto.
La falta de medidas de alivio podría resultar en un inevitable aumento de precios para los consumidores, el cierre de negocios independientes y, con ello, una ola de desempleo. Este escenario cree que afectaría no solo a los propietarios y a sus empleados, sino que también tendría repercusiones en la cadena de suministro, incluyendo a los proveedores de los restaurantes y negocios locales que dependen de esos establecimientos para vender sus productos. A medida que se acercan las fechas de la presentación de las decisiones presupuestarias, la incertidumbre se vuelve un ruido de fondo constante para los pequeños empresarios. Muchos miran con esperanzas y temores el contenido de los anuncios que, como en años anteriores, podría marcar un punto de inflexión en la viabilidad de sus negocios. Killian, como muchos en su sector, se abre a la posibilidad de que, si no se prioriza el bienestar de las pequeñas empresas, el impacto negativo podría ser profundo.
“Si no se apoya a los pequeños negocios, no solo se perderán empleos, sino que se desmoronará una parte del tejido económico local”, advierte. En un ambiente donde la competencia es feroz y las grandes cadenas parecen acaparar más del mercado, los pequeños negocios enfrentan desafíos que son cada vez más complejos. Desde el aumento de costos hasta las expectativas de los consumidores, cada aspecto puede tener un efecto dominó sobre la rentabilidad. Killian también mencionó cómo la lealtad del cliente puede fluctuar muy rápidamente, especialmente en un mundo donde las opciones son infinitas. “Los clientes quieren calidad, pero también buscan precios competitivos.
Y si no podemos ofrecer eso, podemos perderlos”, dice. No obstante, entre la preocupación y la incertidumbre, hay un rayo de esperanza. Killian y sus colegas de la industria creen que el diálogo abierto con los responsables políticos puede conducir a soluciones creativas. La clave, según ella, es la colaboración. “Debemos trabajar juntos, tanto los dueños de pequeñas empresas como el gobierno, para encontrar soluciones que beneficien a todos”, sugiere.
Mientras tanto, el Café y Panadería Builín Blasta no se detiene. Con un menú elaborado a partir de ingredientes locales, Killian y su equipo continúan creando un espacio acogedor donde los clientes pueden disfrutar de un café y un delicioso bocadillo. “Lo que hacemos aquí es más que un simple negocio; se trata de construir una comunidad”, subraya. A medida que se acerca el día del anuncio del Presupuesto 2025, las esperanzas de Killian y otros empresarios como ella están puestas no solo en la reducción del IVA, sino en un plan más amplio que reconozca los desafíos únicos que enfrentan las pequeñas empresas. La respuesta del gobierno podría ser decisiva no solo para su negocio, sino para el futuro de muchos otros como el suyo, que desempeñan un papel vital en la economía local y nacional.
Esperemos que, frente a las crecientes inquietudes, el mañana traiga consigo decisiones que fortalezcan a las pequeñas empresas, reconociendo su importancia y el valor que aportan a la sociedad en su conjunto. El eco de la voz de Eimear Killian resuena entre los muchos que buscan un cambio real: "No hay punto en ser unos ‘tontos ocupados’". Necesitamos acción, no solo palabras.