La posible victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024 ha encendido un debate candente sobre cómo su regreso a la Casa Blanca podría afectar la economía de las familias estadounidenses. A medida que la campaña se intensifica, los votantes se preguntan: ¿qué significa realmente un segundo mandato para su dinero? Desde recortes fiscales hasta políticas comerciales agresivas, la propuesta económica de Trump está tomando forma, y sus implicaciones podrían ser significativas. Una de las promesas centrales de Trump es continuar y ampliar los recortes fiscales iniciados durante su primer mandato. En 2017, el entonces presidente firmó la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos (TCJA por sus siglas en inglés), que redujo la tasa impositiva corporativa del 35% al 21% y ofreció alivios fiscales a millones de estadounidenses. Ahora, Trump sostiene que desea hacer permanentes esos recortes antes de que expiren en 2025, lo que podría significar un alivio adicional para algunas familias, pero también una carga mayor para el ya abultado déficit federal.
Las proyecciones indican que los hogares de bajos ingresos podrían ver un alivio modesto, con un ahorro promedio de aproximadamente 490 dólares en 2026. Para las familias de ingresos medianos, el ahorro podría ascender a 1,430 dólares, mientras que los hogares de altos ingresos se beneficiarían en torno a 11,420 dólares. Aquí, la disparidad se hace evidente: los recortes fiscales, aunque extensivos, tienden a favorecer a los más acaudalados, dejando a la clase media con solo un respiro breve. Un componente clave en el plan de Trump es la posibilidad de eliminar el límite de 10,000 dólares en las deducciones de impuestos estatales y locales (SALT), que ha afectado desproporcionadamente a quienes residen en estados con altas tasas impositivas, como Nueva York y California. Esta medida podría ser vista como una bonanza para los hogares adinerados, a la vez que se considera un sacrificio financiero significativo para el gobierno, estimándose un costo de aproximadamente 600 mil millones de dólares en la próxima década.
La discusión sobre impuestos no se detiene ahí. Trump ha sugerido reducir la tasa del impuesto sobre las ganancias de capital del 20% al 15%, una medida que beneficiaría predominantemente a los inversores de Wall Street y a aquellos con altos ingresos que dependen de las ganancias de activos. Críticos de esta propuesta advierten que podría agravar la brecha de riqueza en el país, ofreciendo poco o ningún beneficio a las familias de clase media que dependen de sus salarios. Por otro lado, Trump también ha manifestado su interés en eliminar impuestos sobre propinas y horas extra para los trabajadores del sector servicios. Este enfoque podría proporcionar a millones de empleados en restaurantes y hoteles la oportunidad de conservar una mayor parte de sus ingresos.
Sin embargo, la implementación de estas políticas podría enfrentar desafíos, ya que algunos economistas advierten sobre posibles abusos que podrían permitir a los trabajadores de altos ingresos evadir impuestos. En el frente de la salud, la visión de Trump dista de la de sus oponentes. Mientras que el Partido Demócrata quiere expandir la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA), Trump propone desmantelar sus elementos centrales, lo que podría resultar en primas más altas y acceso limitado a atención médica para aquellos con condiciones preexistentes. Esta perspectiva es especialmente preocupante para aquellos que dependen de dichos programas para recibir atención médica asequible. En cuanto a la política comercial, Trump continúa abrazando un enfoque agresivo.
Durante su primera administración, impuso fuertes aranceles a productos importados de China y otros socios comerciales, generando una guerra comercial que alteró las cadenas de suministro globales. Ahora, promete llevar su estrategia arancelaria aún más lejos, proponiendo un arancel del 10% en todas las importaciones y tarifas de hasta el 60% en productos chinos. Aunque estas acciones podrían generar ingresos significativos para reducir el déficit comercial, también podrían resultar en un aumento de precios para los consumidores estadounidenses, lo que afectaría el costo de vida. Los críticos sostienen que, mientras que Trump se presenta como un defensor de los trabajadores estadounidenses, sus políticas fiscales y comerciales pueden tener efectos contradictorios. La realidad es que el aumento de los aranceles podría reducir el ingreso disponible para los hogares, con estimaciones que sugieren que los consumidores podrían enfrentar un incremento en sus gastos de aproximadamente 1,800 dólares anuales debido a mayores precios.
La administración de Trump también presenta una visión financiera que ignora el aumento del déficit nacional. Durante su primer mandato, el déficit se disparó en aproximadamente 7.8 billones de dólares, impulsado por recortes fiscales, aumento del gasto en defensa y medidas de estímulo. Propuestas actuales sugieren que sus políticas fiscales podrían incrementarlo aún más, añadiendo hasta 7.5 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
La dependencia de un crecimiento económico por parte de Trump para equilibrar las cuentas públicas enfrenta escepticismo entre muchos economistas, lo que genera preocupación sobre la sostenibilidad de su enfoque. El panorama financiero global también podría verse afectado por la política de Trump. Analistas resaltan que sus propuestas, aunque bien recibidas en ciertos sectores empresariales, podrían generar incertidumbre en los mercados internacionales si no se gestionan adecuadamente. Todo esto se desarrolla en un contexto donde las tasas de interés están en aumento, lo que podría encarecer aún más el costo de los préstamos y limitar las oportunidades de inversión. El desafío para Trump en un posible segundo mandato no solo radica en la implementación de sus políticas, sino en la formidable tarea de navegar un Congreso que podría no brindarle el mismo apoyo que disfrutó anteriormente.
La fragmentación partidaria y el descontento con el crecimiento de la deuda podrían dificultar la ejecución de sus promesas económicas. Mientras los votantes ponderan su decisión en las próximas elecciones, la posibilidad de un regreso de Trump a la Casa Blanca podría tener repercusiones significativas en sus finanzas. Aunque podría haber beneficios temporales a corto plazo para ciertos segmentos de la población, el impacto a largo plazo en la economía y la distribución de la riqueza sigue siendo motivo de debate. La promesa de un crecimiento económico robusto se entrelaza con la preocupación por el aumento de la desigualdad y el deterioro potencial de las redes de seguridad social. En conclusión, el futuro económico bajo un segundo mandato de Trump parece una combinación de oportunidades y riesgos.
Idealismo fiscal y pragmatismo se entrelazan en un contexto donde millones de estadounidenses esperan ver cómo sus vidas podrían cambiar, en un país donde cada dólar cuenta. Las decisiones que se tomen en los próximos años podrían dar forma no solo al bolsillo de los votantes, sino también a la economía estadounidense en su totalidad.