En la era digital actual, la inteligencia artificial ha revolucionado múltiples áreas y la ingeniería no es la excepción. Los Modelos de Lenguaje Grande, conocidos como LLMs por sus siglas en inglés, están emergiendo como herramientas indispensables para muchos profesionales. Más allá de simples asistentes generadores de texto, estos modelos están cambiando la forma en que los ingenieros abordan problemas, estructuran ideas y desarrollan proyectos. Mi experiencia personal con los LLMs ha sido transformadora y me ha permitido evolucionar como ingeniero, no solo en términos técnicos, sino también en el pensamiento estratégico y la comunicación eficaz. Al principio de mi acercamiento a los LLMs, el escepticismo era natural.
Las interpretaciones iniciales a menudo eran imprecisas o carecían de la profundidad esperada en un contexto profesional. Sin embargo, entendí rápidamente que el valor real no reside en el primer resultado sino en el proceso iterativo que se genera al interactuar con la inteligencia artificial. En lugar de frustrarme ante un mal desempeño inicial, aprendí a detener el proceso, analizar minuciosamente el contenido generado y reformular mis instrucciones o prompts para orientar mejor al modelo hacia el resultado deseado. Esta práctica constante robusteció mi capacidad para definir y delimitar requerimientos de manera más clara y concisa, algo fundamental en el desarrollo de software y en la redacción técnica. Uno de los aspectos más notables en esta experiencia ha sido cómo los LLMs han eliminado algunas de las barreras tradicionales para iniciar y culminar proyectos.
Antes, la fase de arranque podía ser intimidante: enfrentarse a una hoja en blanco, estructurar una idea o comenzar a traducir pensamientos en líneas de código requería un esfuerzo mental considerable. Hoy, al contar con ayuda inteligente que anticipa mis siguientes pasos, puedo sumergirme en el flujo creativo con mayor facilidad. Esto ha dado nacimiento a lo que denomino "vibe coding": un proceso en el que, acompañado de una atmósfera relajada, dejo que la IA me ayude a corregir, modificar y mejorar el código en un ciclo rápido y natural. Aunque esta técnica a veces es criticada por priorizar cantidad sobre calidad, para mí fue un motor para construir proyectos que de otro modo no hubiese comenzado ni terminado. A pesar de los beneficios evidentes, es importante reconocer que el aumento en la velocidad y en la cantidad de proyectos no se traduce automáticamente en un aumento proporcional en habilidad o conocimiento profundo.
El reto está en evitar caer en la trampa de operar superficialmente, utilizando la inteligencia artificial como un mero generador de código sin reflexionar sobre las bases ni los conceptos detrás. El aprendizaje real se produce cuando se combina esta asistencia tecnológica con una atención consciente hacia la comprensión del problema, la arquitectura y las mejores prácticas del desarrollo. En ese sentido, los LLMs funcionan como catalizadores, pero la responsabilidad última del ingeniero sigue siendo fundamental para extraer valor duradero. Una revelación clave en mi interacción con modelos como Claude o herramientas como Cursor ha sido la importancia de la paciencia y el refinamiento continuos. Cuando intento generar documentos técnicos, propuestas arquitectónicas o incluso código complejo, dejo de lado la expectativa de que el resultado inicial será perfecto.
En cambio, corto la generación tan pronto como aparece un error o una desviación, reformulo mi requerimiento incorporando observaciones o condiciones nuevas y vuelvo a solicitar la generación. A través de varias iteraciones, no solo filtro el contenido incorrecto, sino que contribuyo a estructurar ideas dispersas en un texto coherente, claro y persuasivo. Esta metodología me ha permitido producir propuestas que han recibido elogios por su claridad y solidez, evidenciando el efecto de una sinergia positiva entre el juicio humano y la capacidad generativa de los LLMs. Un principio que he adoptado en mi flujo de trabajo es la focalización en un artefacto específico: definir claramente qué quiero que la IA genere, evitando expandir mucho el espectro en una misma interacción. La meta es conseguir un primer resultado que esté aproximadamente al 80% de lo esperado y utilizar las funciones de edición y corrección interna del modelo para perfeccionar la restante proporción.
Este enfoque evita que la IA se sobrecargue con un contexto demasiado grande, lo que podría llevar a errores o desviaciones. Además, fomenta que el ingeniero mantenga el control y tome un rol activo en la generación del contenido, conduciendo la máquina para que trabaje a favor de la visión propia. Más allá del uso cotidiano, trabajar en el desarrollo y el análisis de sistemas basados en LLMs me ha llevado a reflexionar sobre los paralelismos con problemas clásicos de ingeniería. Muchas veces la industria presenta como revolucionarias soluciones conceptos que en esencia resuelven variantes de desafíos antiguos, envueltos en términos de moda para aumentar su atractivo comercial. Esta visión crítica me ha enriquecido y me ha obligado a fortalecer mis habilidades para comunicar de manera clara, razonada y fundamentada, especialmente ante audiencias que pueden tener posturas encontradas sobre estas tecnologías.