En un mundo donde la eficiencia, la transparencia y la innovación tecnológica se convierten en pilares fundamentales para cualquier institución pública o privada, la transformación digital del gobierno se presenta como una tarea esencial, aunque desafiante. El Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una iniciativa creada con la misión de modernizar el funcionamiento de la administración pública estadounidense, está siendo objeto de observación y análisis por parte de expertos y empresas líderes en tecnología. Horacio Rozanski, presidente, CEO y director general de Booz Allen Hamilton, una reconocida empresa que se especializa en consultoría tecnológica y es contratista federal, ha ofrecido una mirada optimista sobre el progreso de DOGE, destacando que el departamento está aprendiendo "muy rápido" y que su impacto ya comienza a notarse. Rozanski explica que es momento de enfocar la atención en la necesidad de mejorar la eficiencia gubernamental, un sector tradicionalmente caracterizado por prácticas burocráticas y procesos que a menudo resultan ineficientes. Si bien considera que aún es prematuro emitir un juicio total sobre los resultados de DOGE, reconoce que la misión que persigue limita las pérdidas por desperdicio y duplicidad dentro de la administración pública.
De esta manera, el gobierno no solo puede optimizar recursos sino también incrementar la transparencia y la calidad en los servicios que ofrece a los ciudadanos. Para ilustrar el estado actual de DOGE, Rozanski hace referencia a una metáfora deportiva, afirmando que el trabajo del Departamento se encuentra apenas al comienzo de su partido, en el fondo de la primera entrada. Este escenario sugiere que queda mucho trabajo por delante, pero que se han sentado bases importantes para la mejora continua. Lo más relevante, según él, es que DOGE ha logrado posicionar la reducción de desperdicios y la eliminación de prácticas redundantes a la cabeza de las prioridades del debate público y político. Por primera vez, se ha generado una mayor conciencia e interés sobre el funcionamiento interno del gobierno, lo que puede facilitar cambios estructurales y culturales en la manera en que se gestionan los recursos públicos.
Un aspecto clave de la agenda de DOGE y uno de los puntos que Rozanski subraya con énfasis es la intención de convertir a la administración pública en una entidad mucho más tecnológica y consciente de los avances digitales actuales. El CEO menciona la dificultad de implementar tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, sobre sistemas obsoletos que datan de épocas pasadas, como la década de 1950, lo que evidencia la urgente necesidad de modernizar la infraestructura tecnológica del gobierno para evitar quedarse rezagados frente a otros países. En este punto, la discusión se traslada a la inteligencia artificial (IA) y su papel fundamental para el futuro del gobierno y de múltiples sectores industriales. Booz Allen Hamilton, bajo el liderazgo de Rozanski, ha estado a la vanguardia de este proceso, colaborando en proyectos punteros con empresas como Meta. Una de las innovaciones recientes es el desarrollo de tecnologías basadas en IA para facilitar el mantenimiento en la Estación Espacial Internacional, lo que resalta no solo la capacidad técnica de estas herramientas sino también su potencial aplicación en entornos complejos y críticos.
Para Rozanski, Estados Unidos debe repensar su estrategia en inteligencia artificial. En lugar de concentrarse exclusivamente en la creación de los modelos más poderosos y costosos, es fundamental también invertir en modelos más accesibles y asequibles para su uso global. Así, se fomentaría el aprovechamiento de la IA en países con menor infraestructura tecnológica y con limitaciones presupuestarias, que de otro modo podrían inclinarse por soluciones provenientes de China u otras potencias tecnológicas. Este enfoque inclusivo en la expansión de la inteligencia artificial podría no solo ampliar el ámbito de influencia estadounidense en tecnologías emergentes, sino promover un ecosistema global donde la innovación se distribuya de forma equitativa y sostenible. Rozanski destaca que estos modelos no tienen que ser los más potentes para ser valiosos; modelos más pequeños y menos costosos podrían desempeñar un rol crucial en democratizar el acceso a tecnologías complejas y beneficiar a sectores que tradicionalmente han estado marginados.
El papel de los CEOs en este contexto también es crítico. A medida que la IA se convierte en una herramienta omnipresente y esencial, los líderes empresariales y gubernamentales deben desarrollar mayor fluidez en su comprensión y aplicación. La gestión de proyectos e iniciativas tecnológicas deberá ser más ágil y flexible para adaptarse a ritmos acelerados de innovación y cambio. Según el análisis de Semafor, la inteligencia artificial será tan ubicua como lo que supuso la telefonía móvil o la digitalización, modificando de raíz la manera en la que las organizaciones interactúan con la tecnología. Retomando el caso de DOGE, esta entidad ejemplifica los retos y oportunidades ligados a la incursión del sector público en la era digital.
La transición hacia un gobierno más eficiente, transparente y tecnológicamente avanzado requiere una combinación de voluntad política, liderazgo visionario y colaboración con el sector privado, especialmente con empresas especializadas en innovación tecnológica. Además del impacto directo sobre la administración pública, la modernización en tecnologías y métodos administrativos tiene potencial para transformar la percepción ciudadana sobre el gobierno, fomentando la confianza y participación pública. Esto es especialmente relevante en un clima global donde la transparencia y la lucha contra la corrupción están en la agenda de la mayoría de las democracias. Es importante destacar que la experiencia de Booz Allen Hamilton y su CEO también deja en evidencia la necesidad de una estrategia integrada de tecnología que contemple no solo la adquisición e implementación de nuevas herramientas, sino también la capacitación constante del personal y la adaptación estructural organizativa. La tecnología puede ser un facilitador, pero debe ir acompañada de un cambio cultural que permita sacar el máximo provecho de sus beneficios.
En conclusión, el mensaje principal del CEO de Booz Allen Hamilton respecto a DOGE es esperanzador y realista: el departamento está aprendiendo rápidamente y ha sentado un precedente relevante para la transformación digital del gobierno. Sin embargo, el camino por recorrer es largo y requiere un compromiso continuo con la eficiencia, la innovación accesible y una gestión ágil y transparente. La experiencia estadounidense puede servir como modelo para otros países que buscan modernizar sus instituciones y enfrentar los desafíos del siglo XXI a través de la tecnología y la inteligencia artificial.