Henry James es uno de los escritores más influyentes de la literatura anglosajona, reconocido por su ingeniosa narrativa y profundidad psicológica. Sin embargo, más allá de su obra literaria, su vida personal fue objeto de controversia y silencios forzados, principalmente impulsados por su propia familia. Tras su fallecimiento en 1916, la familia de James emprendió un esfuerzo concertado para mantener oculta cualquier sugerencia sobre la sexualidad del novelista, un intento que afectó la manera en que se produjo su legado y cómo fue percibido durante gran parte del siglo XX. La historia comienza en los últimos años de vida de Henry James, quien, aquejado y consciente de su salud debilitada, revisó su testamento y dejó instrucciones específicas sobre la administración de su patrimonio y la preservación de su memoria. Entre sus decisiones destacaba la herencia del famoso retrato pintado por John Singer Sargent, que donó a la National Portrait Gallery de Londres.
Igualmente, James tomó distancia de ciertos familiares, como uno de sus sobrinos, debido a desacuerdos personales y políticos. Durante sus últimos días, James se mostró rodeado de su entorno familiar más cercano, especialmente de Alice James, la viuda de su hermano William, quien tuvo una actitud firme y controladora sobre todo lo relacionado con el escritor. Alice asumió el control de la casa y limitó aún más el contacto del novelista con amigos y asistentes que podrían haber contribuido a un relato más honesto y abierto acerca de su vida, en particular Theodora Bosanquet, su amanuense dedicada. La muerte de Henry James no solo marcó el fin de una era literaria, sino el comienzo de una rigurosa gestión familiar para definir cómo quería la familia que se recordara al autor. Lo que pudo haber sido un homenaje sincero pronto se convirtió en un ejercicio de censura y manipulación para proteger la reputación del novelista, sobre todo eliminando cualquier indicio que pudiera revelar la compleja y no convencional sexualidad de James.
Los familiares de James, especialmente sus sobrinos Harry y Peggy y la viuda Alice, eran personas muy conservadoras y obsesionadas con la respetabilidad social. Frente a una sociedad que aún no aceptaba abiertamente la diversidad sexual, se encargaron de borrar de la biografía y las cartas del escritor cualquier expresión considerada comprometedora o impropia. Una de las tareas más controvertidas fue la edición de las cartas de Henry James. Se encargó esta labor a Percy Lubbock, quien fue supervisado de cerca por los miembros de la familia. La edición final eliminó no solo críticas mordaces hacia personas vivas de la época y referencias a sus obsesiones con la salud y el dinero, sino también los tonos afectuosos y a veces románticos con los que James se expresaba, especialmente en las misivas dirigidas a hombres jóvenes.
Estos recortes no pasaron desapercibidos para los amigos y colaboradores cercanos de James, quienes intuían que su familia desconocía aspectos fundamentales de su vida y personalidad. Los esfuerzos por preservar una imagen monolítica y respetable contrastaban con la riqueza y complejidad de su carácter real, que quedó enterrada durante décadas tras una cortina de discreción y silencio. Además, el manejo de documentos y escritos personales de Henry James estuvo estrictamente controlado por sus familiares. Mientras algunos diarios de personajes cercanos, como la hermana Alice James, fueron publicados y mostraban una mente brillante y una personalidad profundamente humana, el acceso a los archivos personales del novelista fue severamente restringido durante décadas y para muchos investigadores se convirtió en un reto el poder analizar el autor en toda su dimensión. Con el paso de las décadas y el cambio cultural y social, emergieron nuevas líneas de interpretación que comenzaron a cuestionar la versión oficial cuidadosamente construida por la familia.
A partir de los años 40 y especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, varias obras y autores destacaron la importancia revisitar la obra y vida de Henry James sin las ataduras impuestas por sus familiares. Sin embargo, la verdadera apertura se dio con el auge de los estudios queer y la revisión crítica de la literatura desde esta perspectiva. Una obra clave en este aspecto fue "Epistemología del Closet", de Eve Kosofsky Sedgwick en 1990, un texto fundamental para los estudios de género y sexualidad que situó a Henry James como un autor cuya sexualidad reprimida influyó decisivamente en su estilo y temática literaria. Esta lectura permitió una reinterpretación más rica y contemporánea de su obra, que dejó de ser vista simplemente como literatura para elite o relatos de la burguesía del siglo XIX, para posicionarse como una literatura que explora la tensión entre lo oculto y lo expresado, entre el deseo y la sociedad. Por otra parte, la biografía del novelista escrita por Leon Edel fue crucial para introducir un análisis más directo de la sexualidad de James, aunque inicialmente Edel fue un aliado de la familia en la protección de ciertos aspectos íntimos.
Con el tiempo, su labor como biógrafo se fue abriendo a revelar con mayor sinceridad la complejidad humana del autor, contribuyendo a deshacer el velo de censura que había rodeado su figura durante tanto tiempo. Los esfuerzos familiares por preservar una imagen tradicional de Henry James también tenían consecuencias en el acceso académico a sus escritos y cartas, muchos de los cuales permanecieron inéditos o con acceso muy restringido hasta finales del siglo XX. Fue en ese momento cuando las nuevas generaciones de investigadores comenzaron a desentrañar una faceta más fiel y menos edulcorada del escritor, sus afectos, amistades y tensiones internas, reconstruyendo así un legado más cercano a la realidad. Resulta importante destacar que el control sobre el legado de Henry James no solo fue una cuestión de censura personal, sino también una lucha por el control del prestigio literario y la autoridad cultural. El encierro simbólico en “el armario” fue también una estrategia para evitar que la homosexualidad, todavía muy estigmatizada, empañara la influencia y reconocimiento de James en el mundo literario y académico.
A cien años de su muerte, la figura de Henry James sigue siendo objeto de debates apasionados y revisiones críticas que no solo buscan honrar la perfección literaria de su obra, sino también contextualizar su vida dentro de las dificultades y prejuicios de su tiempo. Cada vez más se reivindica al autor como un pionero que, consciente o no, expresó a través de una prosa sofisticada y hermética, la compleja experiencia de vivir entre la visibilidad pública y el secreto privado. La historia de Henry James y su familia abre un capítulo indispensable para entender cómo la biografía íntima de un escritor puede influir en la interpretación y destino de su obra. También revela cómo las dinámicas familiares y sociales pueden limitar la plena comprensión de una figura literaria, al imponer límites al relato que se construye en torno a ella. En la actualidad, el debate sobre la sexualidad y la identidad de Henry James ya no es una cuestión de tabú, sino un espacio para la exploración del legado literario con mayor libertad y profundidad.
Su vida y obra se integran a las discusiones modernas sobre género, deseo y representación, reafirmando la vigencia de un autor que, más allá de la apariencia, luchó con su propio “monstruo en la jungla” desde la complejidad y la secrecía. Así, el esfuerzo de su familia por mantenerlo en el “closet” funcionó durante décadas como un filtro para proteger reputaciones y respetabilidad, pero también privó al mundo literario de un entendimiento más completo y auténtico de Henry James. Hoy, su historia invita a reconsiderar las consecuencias del silencio y la censura, y celebra una biografía reconstruida desde la honestidad y la diversidad, que enriquece y amplifica la figura de uno de los grandes maestros de la narrativa moderna.
