En la vibrante ciudad de Bangalore, entre las expresiones coloquiales que forman parte del lenguaje cotidiano, emerge un término peculiar y lleno de significado: "useless fellow". Esta frase, que literalmente se traduce como "tipo inútil" o "compañero inútil", no solo tiene un uso despectivo en su superficie, sino que esconde un trasfondo cultural, social y filosófico que ha moldeado la vida de muchos jóvenes en la India, particularmente en su tránsito a la adultez y durante su etapa universitaria. La expresión "useless fellow" era comúnmente utilizada por padres, tíos y vecinos para describir a los jóvenes que, a ojos de los mayores, no cumplían con las expectativas de productividad o utilidad social. Era, en esencia, un reproche dirigido a aquellos que mostraban una actitud despreocupada, que rechazaban la urgencia de ser funcionales y que preferían el ocio a la labor incesante. Frases como "Ayy useless fellow, trae un vaso de agua" o "Tú, useless fellow, trae el periódico de la mañana" reflejaban una visión que buscaba involucrar a estos jóvenes en tareas simples, a menudo consideradas inevitables para mantener la dinámica familiar y comunitaria.
Sin embargo, para quienes vivieron esta experiencia en carne propia, como el caso de Arun Rajappa, la figura del "useless fellow" tomó un significado diametralmente opuesto. Se transformó en un ideal, en un sueño y en una filosofía de vida que celebraba la libertad de no estar atado a la necesidad constante de ser útil según los parámetros convencionales. La idea de ser un "useless fellow" implicaba una aspiración a una existencia libre de responsabilidades restrictivas, dedicada a la exploración, al disfrute personal y a la búsqueda de momentos de plenitud sin un propósito productivo explícito. Este idealismo no fue simplemente una postura individualista o una forma de rebeldía vana. Estaba imbuido de una crítica sutil pero profunda hacia el sistema capitalista, que asocia la valía de una persona con su productividad y utilidad económica.
Desear ser un "useless fellow" equivalía a desafiar este paradigma, a reivindicar el derecho a existir sin estar encadenado a las exigencias del trabajo constante y la eficiencia. Cuando Arun llegó a la universidad en Delhi, esta filosofía resonó con otra palabra que reflejaba un estilo de vida similar: "vela". Este término, que en la jerga juvenil india puede ser sinónimo de hacer el vago, vivir sin preocupaciones y evitar responsabilidades innecesarias, capturó la esencia de la despreocupación y el ocio activo. Durante sus días universitarios, Rajappa abrazó esta actitud plenamente, asistiendo a clase esporádicamente, vagabundeando por los campus, y dedicando su tiempo a actividades que no necesariamente producían un resultado tangible o económico, pero que sí contribuían a su bienestar y felicidad. Una parte fundamental de esta vida "useless fellow" y "vela" fue la experiencia de vivir el "adda".
Proveniente de la cultura bengalí, el término "adda" hace referencia a esos encuentros informales con amigos, donde las conversaciones se extienden sin rumbo fijo, abordando temas triviales o profundos, mientras se comparte el ambiente relajado de una cafetería universitaria o un rincón en la ciudad. El "adda" es mucho más que una reunión social; es un espacio donde se cultiva la amistad, la reflexión y la creatividad, todo en un contexto libre de presiones y obligaciones. El "adda" simboliza ese valor humano intrínseco que va más allá de lo pragmático y productivo, un recordatorio de que el ser humano no solo necesita trabajar o ser útil para sentirse realizado, sino también espacios para conectar, para soñar, para perderse y, en definitiva, para ser. Los momentos de "adda", acompañados a menudo de té y samosas, representan un oasis en el frenético ritmo de la vida cotidiana, un refugio para el espíritu y la mente. La combinación de estos tres conceptos – "useless fellow", "vela" y "adda" – conforma una tríada que para Arun Rajappa y para muchos de sus contemporáneos se convirtió en la base para construir su vida ideal.
Esta perspectiva no sugiere la irresponsabilidad ni la falta de ambición en términos tradicionales, sino que defiende la importancia de equilibrar la vida laboral y las demandas sociales con el ocio significativo y la libertad personal. Este enfoque tiene resonancia con teorías contemporáneas sobre el valor del ocio y la calidad de vida. En un mundo que tiende a glorificar la ocupación y la productividad en exceso, existe un movimiento creciente que reivindica el tiempo libre como esencial para la salud mental, la creatividad y el desarrollo humano integral. Estudios han demostrado que dedicar tiempo a actividades consideradas "inútiles" desde la perspectiva productiva – como charlar sin otro fin, explorar hobbies y dejar la mente divagar – puede aumentar la felicidad y la capacidad de innovación. Además, en una cultura tan marcada por las estructuras jerárquicas y la importancia del éxito académico y profesional como la India, estas ideas resultan especialmente valientes y transformadoras.
Rompen con moldes que, si bien han garantizado progreso y estabilidad, también han impuesto una rigidez que a menudo provoca estrés, alienación y pérdida del sentido de comunidad y de propósito vital desde una óptica más amplia. Las reflexiones y vivencias expresadas por Rajappa ilustran un ejemplo de cómo las experiencias culturales y personales pueden dar lugar a filosofías de vida alternativas y enriquecedoras. Su relato invita no solo a los jóvenes de su contexto, sino a lectores de todo el mundo, a reconsiderar el valor de la "inutilidad" aparente y a reconocer que la vida plena no está necesariamente obligada a estar gobernada por la utilidad constante. En un viaje más allá del conformismo y los mandatos sociales, la figura del "useless fellow" se alza como un símbolo de resistencia y libertad. Implica reclamar el derecho a vagar sin rumbo, a profundizar en amistades sin agendas, a saborear la simplicidad del tiempo compartido y a encontrar en lo aparentemente frívolo una fuente de alegría y sentido.
Es un recordatorio de que la vida no se mide solo en logros tangibles, sino también en las experiencias humanas que nutren el alma. En definitiva, la historia del "useless fellow" nos desafía a repensar nuestras definiciones de valor, éxito y felicidad. Nos invita a abrazar la diversidad de modos de ser, a reconocer que todos podemos necesitar tiempos para no ser "útiles" según las normas, pero sí plenamente vivos según nuestras propias reglas. En un mundo acelerado y demandante, esta mirada ofrece un respiro y una inspiración para encontrar un equilibrio más humano y auténtico en nuestras vidas.
