La ciencia contemporánea ha dado un salto significativo al confirmar una hipótesis casi septuagenaria relacionada con la vitamina B1, también conocida como tiamina. Propuesta inicialmente en 1958 por el renombrado químico Ronald Breslow, esta teoría sugería que la vitamina B1 podía formar una estructura química inusual llamada carbene dentro de los sistemas biológicos, desempeñando un papel crucial en las reacciones bioquímicas en el organismo humano. Durante décadas, esta idea fue recibido con escepticismo debido a la alta reactividad y la extrema inestabilidad que presentan los carbenos en agua, el medio predominante en células vivas. Sin embargo, recientes experimentos llevados a cabo por científicos de la Universidad de California en Riverside han logrado estabilizar este carbene en un solvente acuoso, ofreciendo la primera evidencia directa y sólida que verifica la hipótesis planteada por Breslow hace más de 60 años. Los carbenos son átomos de carbono con solo seis electrones de valencia, una configuración atípica que los vuelve extremadamente reactivos e inestables, especialmente en ambientes acuosos donde suelen descomponerse de forma inmediata.
La capacidad para estabilizarlos ha sido durante mucho tiempo una fascinación y desafío para la química moderna. Tradicionalmente, estas moléculas sólo se han podido estudiar en entornos secos o utilizando solventes orgánicos que no repercuten en su alta reactividad. La novedad de este estudio radica en que el equipo de investigadores ha conseguido encerrar el carbene en un tipo de "armadura molecular" sintética, que actúa como un escudo protector, evitando que se descomponga en presencia del agua. Esta envoltura permite que el carbene permanezca estable durante meses, lo que ha sido verificado mediante técnicas avanzadas como la resonancia magnética nuclear y la cristalografía de rayos X. El impacto de esta confirmación es inmenso, no solo por resolver un misterio bioquímico que ha sido un tema de debate durante generaciones, sino también porque abre la puerta a innovaciones en la química sostenible y la fabricación de fármacos.
Los carbenos son comúnmente utilizados como ligandos en catalizadores metal-orgánicos, piezas clave para la síntesis de medicamentos, combustibles y materiales avanzados. La posibilidad de realizar estas reacciones químicas en agua —un solvente abundante, no tóxico y respetuoso con el medio ambiente— en lugar de en solventes orgánicos tóxicos, podría transformar radicalmente la industria química, haciéndola mucho más segura y ecológica. Además, reconocer que carbenos pueden existir y mantenerse estables en condiciones acuosas similares a las del interior celular ofrece una mejor comprensión de cómo se llevan a cabo ciertas transformaciones químicas naturales en los organismos vivos. Esto podría acelerar el desarrollo de nuevas biomiméticas, catalizadores que imitan la función de moléculas biológicas, y ayudar a los investigadores a explorar otras especies químicas reactivas que hasta ahora han sido imposibles de aislar y estudiar. El trabajo de Vincent Lavallo, profesor de química y autor correspondiente del estudio, y su equipo, representa más de dos décadas de dedicación al diseño y síntesis de carbenos.
Sus esfuerzos han culminado en una publicación destacada en la revista Science Advances, en la que describen tanto la síntesis del carbene protegido como su caracterización detallada. Por otra parte, el primer autor del estudio, Varun Raviprolu, destaca cómo la investigación originalmente buscaba explorar la química fundamental de estas moléculas pero terminó confirmando una hipótesis clásica, lo que subraya la importancia de mantenerse abierto y perseverante en la investigación científica. El hallazgo también resuena en el contexto actual, en el que la industria química está bajo presión para desarrollar procesos más limpios y reducir el daño ambiental. Usar carbenos en agua puede permitir la producción más segura de compuestos farmacéuticos, reduciendo la huella tóxica y económica de la manufactura tradicional. En términos médicos, comprender el mecanismo exacto por el cual la vitamina B1 actúa en el cuerpo a nivel molecular puede ampliar la investigación sobre enfermedades metabólicas y energéticas, y potencialmente abrir caminos para nuevos tratamientos relacionados con la función vitamínica y enzimática.