En la era digital, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en uno de los temas más discutidos y, en muchos casos, malentendidos. Muchas veces, se presenta a la IA como una tecnología revolucionaria que promete solucionar problemas desde el ámbito laboral hasta los dilemas sociales más profundos. Sin embargo, es fundamental mirar más allá del brillo del discurso optimista para entender qué es realmente la IA, sus límites y las consecuencias que conlleva. "The AI Con: How to Fight Big Tech's Hype and Create the Future We Want", escrito por Emily M Bender y Alex Hanna, ofrece una visión crítica y reveladora sobre estas cuestiones, invitando a la sociedad a reflexionar sobre la verdadera naturaleza y el impacto de estas tecnologías. Emily M Bender, profesora de lingüística en la Universidad de Washington, y Alex Hanna, directora de investigación en el Distributed AI Research Institute y ex ética de IA en Google, unen sus voces para desmontar el mito y la propaganda que rodean a la inteligencia artificial.
El libro se convierte en un llamado para que el público comprenda que la inteligencia artificial, tal y como se comercializa, está lejos de ser una solución mágica y omnipotente. Uno de los puntos centrales del libro es mostrar que la IA no es un ente monolítico ni una entidad autónoma que opera por sí sola. Más bien, es un conjunto de sistemas automatizados que dependen de decisiones humanas en cada etapa: desde los programadores que crean los algoritmos hasta los trabajadores que moderan el contenido y preparan los datos. Esta cadena de trabajo también incluye aspectos visibles e invisibles que suelen pasar desapercibidos, como la extracción de datos y la apropiación — incluso el robo— de trabajos creativos para alimentar estos sistemas. Este lado humano es esencial para entender los verdaderos costos y riesgos asociados con la IA.
El término "inteligencia artificial" funciona como una etiqueta amplia que engloba diferentes tipos de automatización. Este fenómeno abarca desde la generación automática de correos electrónicos hasta sistemas de vigilancia biométrica y medios sintéticos que pueden impactar directamente en decisiones de vida o muerte, como reclutamiento laboral o procesos judiciales. Así, la IA está íntimamente vinculada a dinámicas sociales, laborales y ambientales que afectan a amplios sectores de la sociedad. Uno de los grandes temas explorados por Bender y Hanna es el carácter extractivista de la inteligencia artificial. Este término refiere a cómo la IA consume grandes cantidades de datos y recursos humanos para producir resultados que, en ocasiones, deterioran la calidad de vida en lugar de mejorarla.
Lejos de ser una fuerza emancipadora, muchas aplicaciones de la IA precarizan condiciones laborales y agudizan desigualdades, reforzando estructuras de poder existentes en lugar de desafiarlas. El entusiasmo desmedido por la IA también encuentra un paralelo en creencias casi religiosas, donde la tecnología se ve como una potencial salvadora capaz de resolver problemas complejos, desde evitar tareas rutinarias incómodas hasta resolver crisis globales como el cambio climático. Sin embargo, según los autores, esta visión es ilusoria y peligrosa, porque promueve una confianza acrítica en la tecnología sin cuestionar los valores ni las motivaciones que se ocultan detrás de ella. Alex Hanna también señala que la IA a menudo se representa como un remedio para problemas sociales profundos como la soledad o la erosión del capital social. Estas narrativas pueden desviar la atención de la necesidad urgente de fortalecer infraestructuras sociales, como escuelas, espacios comunitarios y servicios públicos, al presentar a la tecnología como una panacea.
Esta visión simplista no solo es reduccionista sino que puede dificultar políticas públicas efectivas y la reconstrucción comunitaria necesaria para afrontar los problemas sociales. En "The AI Con" también se realiza un análisis interesante sobre cómo se divide el discurso público y académico en torno a la IA, particularmente entre dos grupos: los "booster" (entusiastas) y los "doomer" (pesimistas). Ambos enfoques, según Bender, comparten la misma premisa equivocada de que la IA es una entidad poderosa y todopoderosa, aunque uno la vea como la solución definitiva y el otro como una amenaza inevitable. La realidad es mucho más compleja y existen multitud de posturas y matices que van más allá de esta polarización, promoviendo una visión más crítica y equilibrada. Dicha polarización no solo limita el debate público, sino que puede generar cinismo o adoptarse posturas extremas que impiden la participación informada de la sociedad en la configuración del futuro tecnológico.
Por ello, las autoras proponen herramientas y marcos conceptuales que ayuden a los lectores a analizar con mayor claridad qué es lo que realmente pueden y no pueden hacer los sistemas de IA, reconociendo también la influencia humana detrás de ellos. Frente a la omnipresencia de la IA integrada en procesos laborales y plataformas digitales, Bender y Hanna sugieren adoptar una actitud proactiva basada en la reflexión sobre los valores y objetivos detrás de cada tecnología. La clave está en cuestionar y evaluar cómo los sistemas automatizados se alinean con los propósitos de cada contexto dado, y no aceptar pasivamente la inevitabilidad tecnológica que a menudo es impuesta por las grandes corporaciones y los medios. El mensaje alentador del libro es que todos, desde expertos hasta usuarios cotidianos, tienen la agencia para comprender, cuestionar y resistir el uso indiscriminado de la IA. Una manera efectiva de hacerlo, según los autores, es apoyarse en la experiencia especializada propia, como profesionales de diferentes campos que pueden identificar dónde la automatización no es beneficiosa o ética.
Un ejemplo destacado es el trabajo del sindicato Nacional de Enfermeras en Estados Unidos, que ha desmenuzado la diferencia entre IA, vigilancia biométrica y censura, defendiendo la práctica médica y los derechos laborales. La recepción del libro en los círculos académicos y técnicos ha sido positiva, especialmente en disciplinas como la lingüística, que aportan perspectivas clave para entender por qué ciertos modelos de lenguaje y tecnologías de procesamiento de texto son tan seductores pero también problemáticos. Desde el campo de la informática, varios antiguos desarrolladores y expertos muestran una creciente resistencia hacia la adopción acrítica de herramientas de IA, por la sobrepromesa de productividad y la falta de consideración por los impactos laborales y sociales. Emily M Bender y Alex Hanna nos invitan a cuestionar no solo qué es la inteligencia artificial, sino también quién se beneficia y quién sufre con su desarrollo y aplicaciones. Lejos de aceptar ciegamente el discurso hegemónico, su libro ofrece un espacio para repensar la tecnología desde un enfoque ético, crítico y humano.
En definitiva, "The AI Con" no es un rechazo a la tecnología, sino una advertencia contra la ingenuidad. Propone que el futuro de la inteligencia artificial y su rol en la sociedad debería ser producto de decisiones conscientes, informadas y colectivas, donde los valores humanos y la justicia social sean el centro del debate, más allá del relumbrón publicitario de las promesas tecnológicas. Esta obra es un llamado a abrazar la complejidad y resistir el simplismo que a menudo rodea a la IA. En tiempos donde todas las miradas parecen enfocarse en el avance implacable de la automatización, entender la diferencia entre mito y realidad es fundamental para construir un futuro tecnológico que verdaderamente beneficie a todas las personas.