La revolución tecnológica ha traído consigo avances impresionantes en inteligencia artificial que facilitan innumerables procesos, pero también ha generado desafíos inéditos en el ámbito de la selección de talento. En particular, la proliferación de herramientas que asisten ilícitamente a candidatos durante las entrevistas ha convertido en una ardua tarea descubrir quiénes realmente poseen las habilidades necesarias y quienes se apoyan en soluciones fraudulentas para superar las pruebas. Esta situación crítica obliga a los reclutadores a replantear sus tácticas y adoptar métodos innovadores para garantizar la autenticidad y competencia de los postulantes. El fenómeno del "AI cheating" o trampa con inteligencia artificial no solo implica copiar respuestas, sino la utilización de software que brinda asistencia en tiempo real durante entrevistas técnicas, que van desde algoritmos para resolver códigos hasta ayudas para preparar respuestas en preguntas motivacionales o técnicas. Este tipo de apoyo invisible, aunque sofisticado, deteriora profundamente la experiencia tanto para entrevistadores como para candidatos honestos, afectando la confianza en el proceso y los resultados de contratación.
Para enfrentar esta realidad, es necesario implementar preguntas y dinámicas que permitan desenmascarar el uso indebido de inteligencia artificial y medir no solo conocimientos técnicos sino la autenticidad, motivaciones reales y capacidad de pensamiento crítico del candidato. Iniciar el proceso con preguntas que exigen reflexión genuina y espontaneidad puede marcar la diferencia para detectar quién realmente domina su área y quién solo repite respuestas programadas o generadas artificialmente. Una técnica efectiva se basa en la comparación entre respuestas previas y aquellas obtenidas en tiempo real durante la entrevista. Por ejemplo, solicitar al candidato que explique qué lo motiva a levantarse cada mañana desde las primeras fases de la contratación y luego reaplicar la misma pregunta sin previo aviso permite observar discrepancias emocionales y coherencia en la narrativa. Un postulante honesto inspirará entusiasmo, detalle personal y conexión genuina con sus propias palabras.
Por otro lado, respuestas desconectadas, vacilantes o excesivamente planificadas pueden indicar dependencia de herramientas artificiales para articular un discurso atractivo. En el terreno de las habilidades técnicas, las clásicas pruebas tipo LeetCode son ahora insuficientes para evaluar la verdadera capacidad de los candidatos, dado que muchos utilizan inteligencia artificial para obtener soluciones rápidas sin comprenderlas realmente. Por eso, preguntas que involucren tareas concretas y repetitivas en un tiempo controlado son vitales para medir eficiencia y resistencia mental. Pedir al aspirante que realice actividades técnicas específicas, como limpiar y organizar datos en formatos complejos, mientras es cronometrado o evaluado en múltiples repeticiones, ayuda a discernir entre quienes tienen las habilidades a profundidad y quienes solo conocen atajos automatizados. Además, la atención al detalle es una herramienta psicológica potente para identificar a los que recurren a la trampa.
Introducir instrucciones secretas en la descripción de la vacante, como pedir que el candidato incluya en su respuesta una frase específica o que detecte un texto oculto mediante fuente blanca invisible, demuestra la capacidad de observación y honestidad. Los que ignoran estos detalles o entregan respuestas totalmente automatizadas sin verificarlas demuestran negligencia y falta de compromiso, rasgos preocupantes en cualquier puesto de trabajo. Otra estrategia que ha ganado popularidad es la llamada "entrevista poligrafo", una metáfora que alude a disparar preguntas inesperadas y triviales para observar reacciones no verbales que pueden revelar incoherencias. Por ejemplo, luego de un ejercicio exigente de programación, preguntar rápidamente qué desayunaron esa mañana puede parecer banal pero funciona como prueba de autenticidad cognitiva y confianza. Personas que dependen exclusivamente de la inteligencia artificial para responder pueden mostrar nerviosismo o evasivas, mientras que quienes dominan la materia y su entorno responderán con seguridad y naturalidad.
En contraste, hay un tipo de candidato que no solo utiliza la IA como una herramienta de ayuda sino que se sincroniza perfectamente con ella, convirtiendo el proceso en una colaboración fluida entre su propio conocimiento y el soporte tecnológico. Este perfil representa a la nueva generación de profesionales que sabe cómo utilizar inteligencias artificiales como aliados, integrándolas a su pensamiento crítico y capacidades técnicas, potencialmente llevando sus habilidades a un nivel superior. Estos individuos son valores muy valiosos para cualquier organización tradicional o disruptiva. En definitiva, la digitalización de las entrevistas y la omnipresencia de la inteligencia artificial obligan a los responsables de contratación a estar siempre un paso adelante. La transparencia y la ética deben prevalecer, pero tampoco se puede ignorar la utilidad que brinda la integración inteligente de la tecnología cuando es usada con propósito de mejora y no engaño.