Ubicado aproximadamente a 480 kilómetros de la costa de Oregón, el volcán submarino conocido como Axial Seamount está mostrando señales claras de que podría estar al borde de una erupción volcánica. Este fenómeno, si bien ocurre en las profundidades del océano Pacífico, es de gran interés para la comunidad científica debido a su comportamiento y las implicaciones que tiene para el monitoreo volcánico y la comprensión de los procesos geológicos submarinos. Durante las últimas décadas, expertos en vulcanología han estado monitoreando cuidadosamente al Axial Seamount, que no solo es uno de los volcanes submarinos más activos en la región, sino que también sirve como un laboratorio natural excepcional para estudiar cómo se comportan los volcanes bajo el agua. Recientemente, se ha detectado un aumento significativo en la actividad sísmica alrededor del volcán, acompañado de un fenómeno conocido como hinchazón del volcán, en el que la estructura misma se eleva debido a la acumulación de magma en su interior. Esta inflamación progresiva y las más de mil réplicas diarias de terremotos registradas entre finales de marzo y principios de abril son indicadores claros de que Axial está recibiendo un flujo constante de magma que presiona desde el interior hacia la corteza terrestre submarina.
Este tipo de señal es muy parecido a lo que sucede con algunos volcanes terrestres como los de Hawaii, que también muestran patrones de hinchazón antes de entrar en erupción. El Axial Seamount es parte de la dorsal del Pacífico y está situado justo en el límite entre dos placas tectónicas de gran tamaño: la placa del Pacífico y la placa Juan de Fuca. Esta ubicación geológica es clave, ya que la separación de estas placas, que se alejan lentamente una de la otra, crea un ambiente propicio para la formación de volcanes activos y la producción continua de corteza oceánica nueva. A diferencia de los volcanes que están sobre tierra y que representan un riesgo directo para las comunidades cercanas, el Axial Seamount se encuentra sumergido a alrededor de 1,6 kilómetros de profundidad en el océano. Por esta razón, aunque la erupción pueda ser vigorosa, el impacto en la vida humana y los asentamientos costeros sería prácticamente nulo.
De hecho, incluso si una erupción ocurriera mientras un barco estuviera navegando justo sobre el volcán, es muy probable que los tripulantes no lo perciban directamente. Durante la última erupción de Axial, que tuvo lugar en 2015, se liberaron enormes cantidades de magma que formaron flujos de lava que alcanzaron hasta aproximadamente 450 pies de espesor. Para ponerlo en perspectiva, la cantidad de lava acumulada equivaldría a casi dos tercios de la altura del reconocido Space Needle en Seattle. Este espectáculo submarino no solo es impresionante en términos de volumen, sino que contribuye a la formación y renovación del suelo oceánico en esa zona. Los científicos encargados de monitorear al volcán utilizan una innovadora red de sensores instalada en el lecho marino que permite recopilar datos en tiempo real sobre su actividad sísmica, movimientos y deformaciones.
Esta tecnología avanzada les ayuda a adelantarse a posibles erupciones, mejorando la comprensión sobre patrones de comportamiento y facultando la elaboración de modelos predictivos. El monitoreo continuo y detallado de Axial Seamount genera valiosa información para los investigadores, que buscan desentrañar los secretos del movimiento del magma y las señales que previenen a una erupción. A diferencia de pronósticos meteorológicos, que a pesar de su complejidad son más comunes, prever el momento exacto de una erupción volcánica sigue siendo un desafío debido a la complejidad inherente de los procesos geológicos y volcánicos. Este volcán submarino se ha convertido en un referente para el desarrollo de modelos de pronóstico a largo y corto plazo, ya que permite probar métodos sin el riesgo que implicaría en volcanes terrestres donde una alerta falsa podría provocar evacuaciones innecesarias o daños económicos. Además, el Axial Seamount figura como un punto de referencia para estudiar la actividad geológica en la zona del Juan de Fuca, que también es conocida por ser un área vulnerable a terremotos y potenciales tsunamis derivados de la presión tectónica acumulada en la región.