Francia se posiciona como uno de los países más destacados en Europa en materia de regulación de criptomonedas, adoptando una postura avanzada pero prudente frente a la adopción de tecnologías blockchain y el uso de activos digitales. En un sector caracterizado por su dinamismo y rápida evolución, el gobierno francés ha implementado un marco regulatorio robusto que busca fomentar la innovación tecnológica sin descuidar la protección de los inversores y la lucha contra delitos financieros, tales como el fraude, el lavado de dinero y la evasión fiscal. El acercamiento francés hacia las criptomonedas no ha sido inmediato ni espontáneo. A principios de la era de las monedas digitales, el país observaba con cautela estos activos, asociándolos principalmente con riesgos especulativos y vulnerabilidades legales. Sin embargo, esta percepción comenzó a cambiar a partir de 2019 cuando el gobierno promulgó la Ley PACTE, una reforma legal que dio reconocimiento oficial a las actividades relacionadas con criptomonedas, incluyendo la regulación de las ofertas iniciales de monedas o ICOs (Initial Coin Offerings).
Esta ley marcó un antes y un después al permitir que las empresas del sector pudieran registrarse formalmente ante la Autoridad de los Mercados Financieros (Autorité des Marchés Financiers, AMF), la principal entidad supervisora del mercado financiero francés. El AMF desempeña un papel central en la regulación de los servicios relacionados con activos digitales. Su responsabilidad abarca la supervisión de proveedores de servicios de activos digitales (DASP), la emisión de visados opcionales para ICOs transparentes y la aplicación de medidas para garantizar la integridad del mercado y la protección del inversor. Adicionalmente, la Autoridad de Control Prudencial y de Resolución (Autorité de Contrôle Prudentiel et de Résolution, ACPR) tiene bajo su competencia la vigilancia del sector bancario y asegurador, incidiendo en la estabilidad financiera frente a las innovaciones digitales vinculadas a criptomonedas. Por último, el Banco de Francia, como banco central, impulsa investigaciones y proyectos innovadores en materia de monedas digitales, explorando los potenciales usos blockchain para sistemas de liquidación interbancaria, aunque la emisión de una moneda digital de banco central (CBDC) al consumidor final aún se encuentra bajo estudio o experimentación.
En el contexto más amplio de la Unión Europea, Francia se alinea con las directrices europeas, especialmente con la reciente adopción del Reglamento sobre Mercados de Criptoactivos (MiCA). Esta regulación, que comenzó a implementarse en 2023, busca unificar y armonizar las regulaciones de activos digitales en todo el bloque comunitario, marcando un estándar granular para la supervisión y emisión legal de criptomonedas y servicios relacionados. La integración de MiCA en el marco nacional francés refuerza un equilibrio entre la promoción del avance tecnológico y el control estricto para evitar riesgos de lavado de dinero y fraude. Respecto al cumplimiento legal en Francia, la inscripción y registro son obligatorios para los intercambios y servicios relacionados con activos digitales, quienes deben operar bajo la categoría oficial de proveedores de servicios de activos digitales (DASP). Desde enero de 2024, estos proveedores están sujetos a exigencias mucho más estrictas en términos de gobernanza empresarial, protección cibernética y control interno, lo que refleja la búsqueda de profesionalización y seguridad en el sector.
Un aspecto fundamental en la regulación francesa es el cumplimiento con las normativas de prevención de lavado de dinero (AML) y conocimiento del cliente (KYC). La implementación de la Directiva contra el Lavado de Dinero sexta (6AMLD) y la regla FATF Travel Rule desde enero de 2025 obliga a estas entidades a reportar y verificar cada transacción y cliente para minimizar riesgos asociados a actividades ilícitas. Esto también genera un entorno de mayor transparencia para los usuarios y una trazabilidad efectiva por parte de los reguladores. La tributación de las criptomonedas en Francia es otro punto relevante. Las ganancias individuales generadas por inversiones en activos digitales se gravan a una tasa fija del 30%, similar a la aplicada a otros ingresos de capital.
Para las personas jurídicas, los beneficios provenientes de actividades vinculadas a criptomonedas están sujetos al impuesto de sociedades tradicional. El sistema tributario impone además la obligación de declarar las operaciones y ganancias, estableciendo penalizaciones severas en casos de omisión o fraude fiscal. En cuanto a las ofertas iniciales de monedas o ICOs, Francia se distingue por ser uno de los primeros países europeos en establecer un proceso regulatorio para estas emisiones. Si bien las ICOs pueden acceder a un visado voluntario otorgado por el AMF, esta certificación indica que la oferta responde a estándares de transparencia y protección al inversor. Cuando los tokens ofrecidos cumplen las características de instrumentos financieros, se asocian a las correspondientes regulaciones del mercado de valores y se clasifican como Ofertas de Tokens de Seguridad (STOs, por sus siglas en inglés).
El uso de criptodivisas como método de pago en Francia es legal, aunque no se consideran moneda de curso legal, lo que significa que su aceptación queda al arbitrio de comerciantes o particulares. La propiedad de activos digitales está reconocida jurídicamente, al mismo tiempo que el país fomenta la minería de criptomonedas bajo supervisión, monitoreando su impacto ambiental y consumo energético. Por ejemplo, las autoridades están atentas a las repercusiones derivadas del elevado uso de electricidad que pueden generar algunas operaciones de minería. Un desafío principal que enfrenta Francia, como otros países, es cómo regular adecuadamente sectores emergentes vinculados a la descentralización financiera (DeFi). Este segmento presenta características particulares que dificultan la aplicación de marcos regulatorios tradicionales dada su naturaleza anónima y autogestionada.
Aunque la supervisión directa sobre DeFi es todavía limitada, se anticipa que las próximas implementaciones de normativas europeas como MiCA ofrezcan un marco más estricto para controlar potenciales riesgos asociados. Francia también participa activamente en la creación de espacios de innovación controlada, aunque no cuenta con su propio sandbox regulatorio nacional. En cambio, colabora en el Sandbox Blockchain europeo, lanzado a principios de 2023, que favorece la experimentación segura de nuevos productos y servicios basados en blockchain. En paralelo, iniciativas locales, como la adopción de valores tokenizados por parte del banco Société Générale, muestran el compromiso empresarial con la integración de tecnología blockchain en la infraestructura financiera tradicional. La percepción pública sobre criptomonedas en Francia sigue siendo mixta.
Mientras que segmentos jóvenes y orientados a la tecnología reciben con entusiasmo la adopción de activos digitales, existe un sector más amplio que mantiene reservas debido a problemas como la volatilidad del mercado, la incidencia de estafas y la cobertura mediática negativa. No obstante, gracias a una mayor educación financiera, transparencia y regulación, la aceptación del público parece ir en aumento. Respecto al futuro regulatorio, Francia avanza en sintonía con la Unión Europea para mejorar la supervisión y seguridad del mercado criptográfico. Desde enero de 2025, todos los proveedores de servicios digitales deberán reportar con mayor detalle las transacciones en virtud del Reglamento sobre Transferencia de Fondos (TFR). Esta medida busca incrementar la transparencia, dificultar la actividad ilícita y reforzar el control estatal.
Además, MiCA prevé endurecer las normativas relacionadas con productos financieros desregulados o innovadores, incluidos algoritmos estables y servicios de posesión de criptomonedas, con atención especial para reducir fraudes y riesgos sistémicos. A pesar de ello, el consenso gubernamental apunta a evitar que estas normas se conviertan en inhibidores de la innovación, atrayendo inversiones y empresas internacionales que buscan posicionar a Francia como un hub europeo en tecnología blockchain. La influencia de Francia en el ecosistema criptográfico europeo es notable, ya que sus políticas y estándares sirven como referencia para otros países dentro del bloque. Por esta razón, su evolución regulatoria impactará no solo en la economía digital nacional, sino también en el desarrollo de normas globales sobre activos digitales. En conclusión, Francia representa un ejemplo de cómo un país puede adoptar una postura equilibrada en el ámbito de las criptomonedas.
Su marco legal sólido, alineado con las directrices europeas, fomenta la innovación tecnológica al tiempo que garantiza la protección del consumidor y la estabilidad financiera. Los inversores, empresarios y entusiastas del mundo cripto que deseen operar en suelo francés deben familiarizarse con sus leyes para actuar de manera legítima y estratégica, anticipando los cambios que traerán los próximos años en un sector que no deja de transformarse y crecer.