El Servicio de Impuestos Internos (IRS) de Estados Unidos se encuentra en medio de una profunda transformación, impulsada principalmente por los recortes masivos en su fuerza laboral y el auge de la inteligencia artificial (IA). Ante la reducción significativa de empleados dedicados a la fiscalización y auditoría, la agencia federal ha decidido apostar de forma decidida por las tecnologías avanzadas para optimizar y ampliar su capacidad de recaudación fiscal. Este cambio representa un punto de inflexión en la historia de la administración tributaria estadounidense, donde la automatización y el aprendizaje automático prometen transformarlo todo, desde la detección de fraudes hasta la atención al contribuyente. Las recientes decisiones políticas han tenido un impacto directo en la estructura organizativa del IRS. Más de 11,000 empleados, aproximadamente un 11% del total, han sido despedidos desde que se intensificaron las directrices para la reducción de personal en el gobierno federal durante la administración de Donald Trump.
Dentro de estas bajas, las más afectadas han sido las posiciones de agentes de ingresos, encargados de auditar declaraciones de impuestos, con una baja del 31%, seguido de oficiales de cobro, quienes gestionan la recuperación de impuestos atrasados, con una reducción del 18%. Esta drástica disminución ha generado inquietudes sobre la capacidad del IRS para seguir garantizando la integridad y eficacia del sistema tributario nacional. En medio de este contexto, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, durante una audiencia ante el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, abrió la puerta a la incorporación profunda de la inteligencia artificial como herramienta clave para suplir las limitaciones que genera la baja en personal. Según Bessent, la ‘‘explosión de la IA’’ y las mejoras en la tecnología de la información permitirán que la recaudación se mantenga robusta y eficiente, incluso sin la reincorporación masiva de agentes humanos. Esta declaración refleja un cambio de paradigma, en el que la automatización no solo complementa, sino que llega a reemplazar aspectos fundamentales del trabajo tradicional.
El uso actual de la inteligencia artificial en el IRS no es una novedad absoluta. La agencia ya emplea IA en aspectos relacionados con la eficiencia operativa, la detección de fraudes y el cumplimiento normativo, así como en servicios dirigidos directamente a los contribuyentes. Sin embargo, no se han dado detalles específicos sobre los nuevos planes o el alcance que podría tener esta tecnología para sustituir a los agentes despedidos, dejando abierta la conversación sobre las capacidades reales y los desafíos éticos y prácticos que esto implica. La apuesta por la IA en el sector público estadounidense no se limita al IRS. Grandes corporaciones tecnológicas y sectores privados han comenzado a experimentar con la reducción de personal en funciones repetitivas, sustituyéndolas por sistemas inteligentes que ejecutan procesos de forma automática y eficiente.
Compañías como IBM y CrowdStrike han anunciado recortes significativos en sus plantillas de recursos humanos y otras áreas administrativas, impulsados por sistemas automatizados que manejan tareas rutinarias. Los argumentos a favor señalan que, aunque algunos empleos desaparecen, se crean otros enfocados en desarrollo, marketing y ventas, dejando claro un cambio estructural en el mercado laboral. Esta dinámica no está exenta de controversia. Mientras que algunos ejecutivos y analistas sostienen que la IA sólo transformará los empleos sin eliminar puestos de trabajo, la realidad comienza a mostrar una tendencia donde la inteligencia artificial sí reemplaza ciertas funciones. Un estudio reciente de IBM indicó que el 41% de los ejecutivos encuestados prevé que la IA reducirá su fuerza laboral, aunque sólo un pequeño porcentaje de empleos actuales dependen en gran medida de esta tecnología.
A pesar de esto, la velocidad y profundidad del cambio sigue siendo objeto de debate tanto en círculos económicos como sociales. En el caso del IRS, la transición hacia la inteligencia artificial para el cumplimiento fiscal plantea desafíos específicos. Los agentes de recaudación y auditoría han sido históricamente piezas clave en el proceso de asegurar la precisión y la integración del sistema tributario. Su experiencia, conocimiento y relaciones con contribuyentes han sido fundamentales para combatir el fraude fiscal y recuperar montos significativos para el gobierno. Sustituir esta labor con sistemas automáticos requiere no sólo tecnología punta, sino también mecanismos sólidos que garanticen transparencia, protección de datos y equidad en las decisiones automatizadas.
Otro aspecto importante es que el aprendizaje y la experiencia que adquieren los agentes humanos en el desarrollo de sus funciones son valores difíciles de replicar de inmediato por la inteligencia artificial. Según Scott Bessent, la incorporación de nuevos agentes sin experiencia no garantiza aumentos en la recaudación, ya que estos servidores necesitan tiempo y capacitación para ser efectivos. La IA, en cambio, puede procesar grandes volúmenes de información y detectar patrones inusuales con rapidez, lo que ofrece ventajas importantes, pero al mismo tiempo abre interrogantes sobre la precisión y la interpretación de casos complejos donde el juicio humano ha sido tradicionalmente indispensable. Además, el uso intensivo de inteligencia artificial en la recaudación y fiscalización tributaria requiere un marco normativo robusto que regule las funciones, niveles de intervención humana y protocolos de privacidad. La sensibilidad de la información manejada por el IRS exige altos estándares para evitar filtraciones o uso indebido de datos personales, lo que representa un reto añadido para la integración tecnológica en un organismo gubernamental.
La transición del IRS hacia un enfoque más tecnológico y automatizado también refleja las tensiones más amplias que enfrenta el gobierno estadounidense y muchas otras instituciones públicas en todo el mundo. La necesidad de optimizar recursos y mejorar la eficiencia se contrapone con las preocupaciones por el desempleo, el desplazamiento laboral y el impacto social de la automatización masiva. Las decisiones que hoy toman las autoridades tienen implicaciones profundas sobre cómo se configura el empleo público en la próxima década. Por otro lado, la implantación estratégica de la IA permite que el IRS pueda enfocar recursos humanos en tareas más complejas y con mayor valor agregado, mientras que los sistemas automatizados se encargan de labores repetitivas y analíticas a gran escala. Este modelo híbrido puede generar beneficios significativos en la lucha contra la evasión fiscal y la mejora en el servicio al contribuyente, siempre y cuando se implementen con responsabilidad y visión a largo plazo.