Los bosques tropicales del mundo, a menudo denominados los "pulmones del planeta", juegan un papel esencial en la regulación del clima y la captura de dióxido de carbono (CO2), un gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global. Sin embargo, hasta ahora, medir con precisión la cantidad de carbono almacenada en estos vastos ecosistemas ha sido extremadamente difícil debido a la inmensa cantidad de árboles, la densa vegetación y las condiciones adversas como las frecuentes nubes que dificultan las observaciones satelitales tradicionales. La tecnología actual permite estimaciones imprecisas y fragmentadas, pero un avance significativo está en marcha gracias al lanzamiento de un satélite innovador que tiene la capacidad de "pesar" alrededor de 1,5 billones de árboles alrededor del mundo. El satélite, desarrollado por la Agencia Espacial Europea (ESA) en colaboración con socios internacionales, ha sido bautizado cariñosamente como "space brolly" debido a su enorme antena desplegable de 12 metros de diámetro, que utiliza un radar de banda P de longitud de onda extremadamente larga. Esta tecnología le permite penetrar la cubierta superficial de las selvas y medir no solo las copas de los árboles sino también su interior, desde ramas hasta troncos, lo que es crucial para estimar la cantidad de biomasa y, por ende, el carbono almacenado en forma de material leñoso.
A diferencia de los radares convencionales utilizados en satélites, que solo capturan la superficie visible como las hojas o pequeñas ramitas, la banda P puede atravesar el dosel y penetrar varias capas hacia el suelo. Esto representa un cambio radical ya que, hasta la fecha, las evaluaciones se han basado en mediciones locales de árboles individuales extrapoladas a grandes áreas, un método que presenta numerosas limitaciones y errores debido a la variabilidad natural en la densidad forestal y la complejidad estructural del bosque. El satélite pesa 1,2 toneladas y se lanzó con éxito desde la estación espacial de Kourou en la Guayana Francesa, situándose sobre regiones clave como el Amazonas, la selva del Congo y los bosques de Indonesia. Estas áreas representan los mayores reservorios de biodiversidad y carbono del planeta, y también enfrentan amenazas serias debido a la deforestación y la degradación provocadas por actividades humanas como la agricultura, la tala ilegal y la expansión urbana. Al igual que la tecnología de tomografía computarizada (CT scan) en medicina, el satélite realizará múltiples pasadas sobre la misma región, tomando “rebanadas” o cortes tridimensionales a través de la selva para crear mapas detallados que revelarán la estructura interna de los bosques con alta resolución y precisión.
Esta nueva capacidad permitirá a los científicos no solo estimar cuántos árboles hay, sino la cantidad exacta de volumen leñoso, un indicador directo de cuánto carbono almacenan. Este avance es crucial en la lucha contra el cambio climático. Los bosques capturan millones de toneladas de CO2 cada año, ayudando a mitigar la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Sin embargo, la deforestación libera este carbono almacenado de vuelta al ambiente, exacerbando el calentamiento global y alterando los ciclos naturales del planeta. Por lo tanto, documentar y monitorear con precisión cómo cambian estas reservas forestales es fundamental para establecer políticas ambientales efectivas y evaluar el cumplimiento de compromisos internacionales como la meta de detener la deforestación antes de 2030.
Otra ventaja significativa del satélite es su capacidad para operar durante todo el año sin impedimentos creados por condiciones climáticas adversas. A diferencia de otros satélites que utilizan imágenes ópticas, este nuevo sistema de radar puede atravesar nubes y lluvias frecuentes en las regiones tropicales, asegurando una monitorización continua y constante. Esto proporcionará datos comparables a lo largo del tiempo, permitiendo detectar pérdidas o ganancias en la biomasa forestal con precisión y rapidez. El proyecto es el resultado de décadas de investigación y desarrollo, liderado inicialmente por académicos de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido, con la participación de científicos de toda Europa y Estados Unidos. La construcción del satélite involucró colaboración entre Airbus y la compañía estadounidense L3Harris Technologies, una alianza que combinó conocimientos en sistemas avanzados de antenas desplegables, un área en la que Europa aún no tenía experiencia completa.
Además, esta misión promete transformar las técnicas tradicionales de monitoreo ambiental, complementando las mediciones terrestres y los datos de otros satélites para ofrecer un panorama más completo de la salud y evolución de los bosques. A pesar de la sofisticación tecnológica, el trabajo de campo seguirá siendo vital, ya que las mediciones en la tierra permitirán validar y calibrar los datos recogidos desde el espacio, garantizando la fiabilidad de los mapas generados. El lanzamiento ha sido recibido con entusiasmo por la comunidad científica y ambiental global. Con la esperanza de obtener los primeros mapas en los primeros seis meses tras el despliegue, la misión seguirá recopilando datos durante al menos cinco años, lo que proporcionará una base sólida para estudios a largo plazo. Estos mapas serán herramientas fundamentales para evaluar los impactos de la deforestación, la degradación ambiental y las iniciativas de reforestación, generando información clave para gobiernos, organizaciones no gubernamentales y sectores privados comprometidos con la conservación y el manejo sostenible de los bosques.
Los beneficios de esta tecnología también pueden extenderse a otros ámbitos, desde mejorar la gestión forestal sostenible hasta ayudar en la prevención de incendios y en la conservación de hábitats críticos para especies en peligro de extinción. Al conocer detalladamente la estructura y salud de los bosques, las decisiones podrán ser más informadas, optimizando recursos y esfuerzos para proteger estos ecosistemas vitales. El satélite representa un avance tecnológico sin precedentes que unifica el interés científico, ambiental y tecnológico en una sola misión. En un mundo donde el cambio climático exige respuestas rápidas y fundamentadas en datos precisos, contar con instrumentos que permitan medir con exactitud el carbono almacenado y los cambios en los bosques tropicales es una necesidad urgente. La observación constante y profunda de estas masas forestales también ayudará a visibilizar el papel crucial que juegan los bosques en la regulación de los sistemas climáticos y la biodiversidad del planeta, reforzando la conciencia global sobre la importancia de protegerlos frente a amenazas persistentes.
En resumen, esta innovadora misión satelital promete transformar la manera en que entendemos y gestionamos uno de los recursos naturales más importantes de la Tierra. La capacidad para "pesar" los 1,5 billones de árboles y visualizar su estructura interna abre una ventana sin precedentes hacia el corazón de las selvas tropicales, proporcionando las herramientas necesarias para protegerlas y apreciar la magnitud de su contribución al equilibrio climático mundial.