En un contexto mundial marcado por la incertidumbre económica y las tensiones comerciales, China ha intensificado su impulso para expandir el uso global del yuan. Esta estrategia se enmarca en un momento en que la hegemonía del dólar estadounidense parece enfrentar desafíos debido a aumento de aranceles y políticas comerciales proteccionistas, lo que genera inquietud entre socios y rivales comerciales de Estados Unidos. Desde que el presidente chino Xi Jinping comenzó su gira por el sudeste asiático, la presión para promover una integración financiera más estrecha y diversificar el sistema monetario global se ha incrementado. La visita a países como Vietnam y Camboya ha servido no solo para solidificar vínculos diplomáticos y comerciales sino también para facilitar el uso del yuan a través de sistemas de pago adaptados a las necesidades de los negocios y turistas locales. Uno de los pilares de esta expansión es China UnionPay, una empresa financiera vinculada al Banco Popular de China (PBOC), que ha reforzado su red de pagos con códigos QR en varias naciones del sudeste asiático.
Este sistema permite a pequeños comercios y viajeros realizar transacciones en yuanes, reduciendo la dependencia del dólar para estas actividades cotidianas y estableciendo un precedente para que otras regiones adopten el yuan en sus operaciones diarias. La internacionalización del yuan no se limita a la expansión de sistemas de pago. En términos macroeconómicos, el Banco Popular de China ha establecido acuerdos de swap de divisas con más de 30 bancos centrales a nivel global. Estos acuerdos sumaron un valor récord de aproximadamente 4.3 billones de yuanes en febrero de 2025, lo que refleja un creciente respaldo institucional para la utilización de la moneda china en transacciones internacionales.
Además, China está innovando al impulsar el uso del yuan digital en operaciones transfronterizas, especialmente en el comercio de commodities como el petróleo y el oro. Esta iniciativa no solo facilita las transacciones sino que también representa un avance sustancial hacia la consecución de un sistema financiero autónomo, menos dependiente de la infraestructura occidental y el dominio del dólar. Las iniciativas del PBOC destacan también la implementación del sistema Cross-Border Interbank Payment System (CIPS), diseñado para agilizar los pagos y liquidaciones internacionales realizados en yuanes. La adopción de tecnologías basadas en blockchain, que soportan el yuan digital, aumenta aún más la seguridad y eficiencia de estas transacciones, aumentando la confianza de empresas e inversionistas globales. El contexto internacional contribuye a este impulso.
La política comercial de Estados Unidos, percibida como agresiva y unilateral, ha generado desconfianza en la estabilidad y seguridad de los activos denominados en dólares. Los aranceles elevados y la guerra comercial con China han provocado que muchos países y empresas busquen alternativas para minimizar riesgos y diversificar sus portafolios y estrategias financieras. Expertos financieros, como E. Yongjian, vicepresidente del departamento de investigaciones del Bank of Communications, han señalado que la desconfianza en el dólar por el uso de medidas proteccionistas estadounidenses ha hecho que el yuan resulte más atractivo para activos y operaciones internacionales. Esta dinámica podría facilitar una transición gradual hacia una mayor adopción del yuan en el comercio global.
Sin embargo, aunque el yuan está ganando espacio, no se espera que desplace al dólar en el corto plazo. La moneda estadounidense sigue siendo el principal estándar de referencia y reserva mundial, apoyada por la extensa infraestructura financiera de Estados Unidos y la liquidez de sus mercados. No obstante, la narrativa actual es que el yuan está posicionándose como un complemento sólido y confiable en la cesta de monedas de reserva, especialmente en economías emergentes y países con estrechos vínculos económicos con China. China también está impulsando una arquitectura financiera independiente que reduzca la influencia de bancos occidentales y el sistema financiero dominado por Occidente. Este objetivo es clave en un mundo donde las tensiones geopolíticas han aumentado, y donde la cooperación multilateral se ve frecuentemente afectada por intereses nacionales y proteccionismo.
El compromiso de compañías chinas por expandirse internacionalmente exige sistemas de pago y liquidación eficaces, rápidos y fiables. La intervención del PBOC para mejorar el entorno financiero transfronterizo asegura que las firmas chinas no se vean limitadas por la inestabilidad del sistema internacional vigente ni por las políticas de países terceros. En resumen, la expansión del yuan en el escenario mundial es una estrategia multifacética impulsada por factores económicos, tecnológicos y geopolíticos. China parece decidida a consolidar su moneda como una alternativa viable y cada vez más utilizada en el comercio internacional, inversión y pagos transfronterizos. Si bien el camino para que el yuan compita directamente con el dólar sigue siendo largo y complicado, la tendencia actual señala un cambio innegable en el equilibrio monetario global.
Para países y actores económicos, entender y adaptarse a esta realidad será fundamental para aprovechar oportunidades en un sistema financiero en evolución, en el que la recurrencia a una sola moneda dominante puede estar en entredicho. Este avance del yuan también abre interrogantes sobre el futuro del sistema financiero global y las relaciones de poder en el ámbito económico internacional. Sin duda, la consolidación de una moneda china fuerte tiene el potencial de redefinir comercio, inversión y finanzas en las próximas décadas, marcando el inicio de una era de mayor pluralidad monetaria y competencia estratégica. China, por su parte, continúa apostando por la innovación tecnológica y la diplomacia económica para lograr este ambicioso objetivo.