Los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad y los relacionados con el trauma representan un desafío considerable para la salud pública a nivel mundial. Estos trastornos, comúnmente agrupados bajo las siglas MATRD (trastornos de humor, ansiedad y trauma relacionados), afectan a millones de personas y a menudo muestran resistencia a los tratamientos convencionales de primera línea, como medicamentos o terapias psicológicas. En este contexto, las innovaciones en neuromodulación no invasiva están emergiendo como posibles tratamientos complementarios para pacientes que no responden adecuadamente a los métodos tradicionales. Una de las regiones cerebrales clave involucradas en MATRD es la amígdala, una estructura subcortical que desempeña un papel fundamental en la detección y procesamiento de estímulos emocionales, particularmente en la respuesta al estrés y el miedo. La hiperactividad de la amígdala se ha asociado consistentemente con una reactividad emocional exagerada, un fenómeno común en los trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Sin embargo, hasta hace poco, la neuromodulación dirigida específicamente a esta estructura profunda del cerebro ha sido limitada, ya que la mayoría de las técnicas no invasivas como la estimulación magnética transcraneal (TMS) se enfocan en regiones corticales superficiales para indirectamente influir en estructuras subcorticales. El ultrasonido enfocado transcraneal de baja intensidad (tFUS, por sus siglas en inglés) surge como una técnica revolucionaria que permite la modulación directa y no invasiva de estructuras cerebrales profundas como la amígdala. Mediante la aplicación de ondas sonoras de alta frecuencia focalizadas con precisión milimétrica, el tFUS puede alterar la actividad neuronal sin necesidad de cirugía o implantes, ofreciendo un abanico nuevo de posibilidades terapéuticas. Los mecanismos que median la neuromodulación con tFUS se basan principalmente en efectos mecánicos sobre las membranas celulares y canales iónicos sensibles a la presión, aunque también pueden involucrar leves aumentos térmicos. Estos efectos inducen cambios reversibles en la excitabilidad neuronal y pueden promover plasticidad cerebral, lo que daría lugar a modificaciones duraderas en la función cerebral.
Estudios recientes en animales y humanos han demostrado que una sola sesión de tFUS puede alterar la actividad cerebral detectada mediante técnicas de neuroimagen durante al menos una hora. Un estudio innovador que combina tFUS con imágenes funcionales por resonancia magnética (fMRI) mostró que la aplicación de tFUS dirigida a la amígdala izquierda en pacientes con trastornos MATRD y sujetos sanos produjo una reducción significativa en la señal BOLD (indicativa de disminución de la actividad neuronal) en dicha región. Este efecto fue contrastado con un grupo placebo en un diseño doble ciego y controlado con un sistema de “sham” o falso estímulo, consolidando la evidencia de que el tFUS puede modular de forma directa la función de la amígdala. Tras esta demostración de compromiso del objetivo terapéutico, se llevó a cabo un ensayo clínico piloto abierto en el que los pacientes recibieron sesiones diarias de tFUS repetitivo (rtFUS) durante tres semanas. Los resultados indicaron que el tratamiento fue seguro y bien tolerado, sin eventos adversos graves reportados.
Además, se observaron mejoras clínicas significativas en la sintomatología relacionada con estrés, ansiedad y depresión, así como reducciones en la activación amigdalar frente a estímulos emocionales, especialmente en la respuesta a rostros que expresaban enfado. Estas evidencias sugieren que la neuromodulación mediante tFUS dirigida a la amígdala puede atenuar la hiperactividad cerebral que subyace a las manifestaciones emocionales patológicas en MATRD. La precisión espacial del método permite focalizar la energía en regiones muy pequeñas, minimizando el riesgo de efectos fuera del blanco y evitando la dependencia de la integridad de las conexiones corticales que condicionan a otras técnicas de neuromodulación. Desde una perspectiva clínica, la posibilidad de influir directamente sobre un núcleo cerebral esencial para la regulación emocional ofrece una herramienta con enorme potencial para pacientes refractarios a otros tratamientos. La reducción observada en síntomas generales de malestar emocional y en manifestaciones específicas de ansiedad y depresión abre un camino prometedor para intervenciones personalizadas y de amplio espectro que puedan abordar la complejidad y comorbilidad de estos trastornos.
La seguridad reportada es un aspecto destacado, dado que la mayoría de los participantes experimentaron solo efectos adversos leves y transitorios durante las sesiones, tales como cefalea leve o sensación de hormigueo. Esto posiciona al tFUS como una alternativa más cómoda y accesible frente a procedimientos invasivos o a aquellos con efectos secundarios farmacológicos significativos. No obstante, aunque los resultados iniciales son alentadores, es importante reconocer las limitaciones actuales. El ensayo piloto no contó con un grupo control estricto durante la fase de rtFUS repetitivo, por lo que no es posible aislar completamente los efectos del tratamiento de posibles factores de placebo. Además, la heterogeneidad diagnóstica de la muestra, aunque refleja la realidad clínica y la intención transdiagnóstica del enfoque, dificulta la delineación de patrones específicos por trastorno.
El futuro del tFUS como herramienta terapéutica dependerá de la realización de ensayos clínicos randomizados y doble ciegos que evalúen su eficacia comparativa, optimicen protocolos de dosificación y examinen la durabilidad de los efectos. También será fundamental avanzar en tecnologías de modelado acústico individualizado para mejorar la precisión y replicabilidad de la estimulación, considerando factores anatómicos como el grosor y la forma del cráneo que pueden afectar la transmisión del ultrasonido. Por otro lado, el uso combinado de tFUS con neuroimagen funcional permitirá mapear con mayor exactitud las dinámicas cerebrales inducidas, esclareciendo las conexiones y redes neuronales modulares mediante este método. Esta información será clave para comprender mejor los mecanismos de acción y para personalizar dosis y ubicaciones de estimulación dependiendo de perfiles neurobiológicos individuales. En definitiva, la neuromodulación de la amígdala mediante ultrasonido enfocado transcraneal de baja intensidad representa una innovación científica y clínica con potencial revolucionario para el tratamiento de trastornos de ansiedad, estado de ánimo y trauma.
Su capacidad para intervenir directamente en un sustrato neural central, combinada con una buena tolerabilidad y seguridad, ofrece una alternativa esperanzadora frente a paradigmas terapéuticos actuales limitados. A medida que la investigación avance, este enfoque podrá integrarse en una clínica neuropsiquiátrica de precisión que combine la neurotecnología con la psicoterapia y la farmacología, ayudando a aliviar el sufrimiento de pacientes con trastornos complejos y resistentes. La combinación de tecnología avanzada, indicios clínicos positivos y un sólido fundamento neurocientífico convierten al tFUS en una herramienta de vanguardia para el futuro del cuidado de la salud mental.