En un contexto donde el trabajo remoto se ha consolidado como una modalidad preferida por muchos empleados a nivel global, Uber ha decidido dar un giro importante en su política laboral. Dara Khosrowshahi, CEO de la compañía, emitió un mensaje contundente que dejó claro que la era del trabajo remoto ilimitado está llegando a su fin dentro de Uber. La compañía está implementando una nueva regla que exige a sus empleados trabajar presencialmente de martes a jueves, comenzando en junio, un cambio significativo respecto al modelo híbrido que permitía estar en oficina solo dos días a la semana desde 2022. Esta decisión no solo implica un ajuste en las dinámicas diarias de los trabajadores, sino también un replanteamiento del enfoque estratégico de la empresa sobre productividad, colaboración y cultura organizacional. Según Khosrowshahi, la presencia física en las oficinas es fundamental para generar sinergias que alimenten la creatividad, fomenten el trabajo en equipo y aceleren los procesos internos.
La dirección de Uber cree que el contacto directo es insustituible y mucho más eficaz para mantener la competitividad en un sector caracterizado por cambios disruptivos y una competencia feroz. El CEO enfatizó que, aunque el trabajo remoto tiene sus beneficios, la colaboración cara a cara sigue siendo clave. Uber está monitoreando la asistencia en las oficinas, tanto a nivel individual como de equipo, con el propósito de asegurar el cumplimiento de estas nuevas normas. Esto revela una postura firme y poco flexible respecto a la flexibilidad laboral, lo que ha generado incomodidad y preocupación entre un sector de sus empleados. La reacción interna no se ha hecho esperar.
Muchos trabajadores han expresado su descontento frente a este endurecimiento de las políticas, argumentando que la opción remota había mejorado su calidad de vida y aumentaba su productividad en ciertos roles. Sin embargo, Khosrowshahi señaló en una entrevista con CNBC que, aunque la empresa está realizando reuniones individuales para facilitar la transición, cada empleado debe decidir si desea adaptarse a este nuevo esquema o buscar oportunidades laborales en otras compañías. Cabe destacar que Uber destaca un buen desempeño financiero como justificación para este cambio. En su informe trimestral del primer trimestre de 2025, la empresa reportó un aumento del 14% en usuarios activos mensuales y un crecimiento del 18% en viajes reservados en comparación con el año anterior. Estos resultados evidencian una evolución positiva que, según la dirección, está ligada a la intensificación del trabajo en equipo y la presencia física en las oficinas.
Además del cambio en la política de trabajo remoto, Uber ajustó recientemente su programa de sabático. Anteriormente, los empleados tenían derecho a un mes de vacaciones pagadas después de cinco años en la compañía, una cifra que ahora se eleva a ocho años. Khosrowshahi defendió esta decisión calificándola como un privilegio generoso, destacando nuevamente la necesidad de que los trabajadores mantengan un alto nivel de compromiso y esfuerzo. Este posicionamiento no es único en el panorama corporativo. Empresas como Amazon y IBM han adoptado medidas similares para reducir la flexibilidad de trabajo remoto.
Estas decisiones reflejan una tendencia creciente en ciertos sectores para priorizar la presencia física como método para fortalecer la cultura corporativa y acelerar el ritmo de trabajo. Sin embargo, la reacción de los empleados en general sigue siendo de preocupación. Encuestas recientes indican que un alto porcentaje de trabajadores podrían renunciar si su empresa comienza a controlar estrictamente la asistencia en la oficina. Este fenómeno sugiere que las empresas que reduzcan las opciones de trabajo remoto podrían enfrentar problemas de retención y contratar nuevos talentos en un mercado laboral competitivo donde las alternativas con flexibilidad abundan. En el caso de Uber, esta política representa un equilibrio delicado entre mantener el alto rendimiento y evitar la fuga de talento.
La compañía confía en que su posición financiera sólida y su reputación puedan retener a la mayoría de sus empleados, pero debe estar atenta a las posibles consecuencias a largo plazo que podrían impactar su cultura corporativa y competitividad. El discurso de Dara Khosrowshahi retrata una visión donde el esfuerzo conjunto y la dedicación son innegociables. Su mensaje a los empleados ha sido claro: si no están dispuestos a trabajar duro y a adaptarse a las nuevas demandas, existen muchas alternativas en el mercado laboral, dada la fortaleza actual de la economía. Así, la empresa se posiciona como un lugar para personas que desean crecer y enfrentar desafíos, no para aquellos que buscan comodidades sin compromiso. Esta postura puede ser vista como un llamado a la responsabilidad y a la profesionalización del espacio de trabajo post-pandemia, donde la productividad vuelve a ser el objetivo principal.