En los últimos años, el avance de la tecnología y la creciente popularidad de las criptomonedas han abierto nuevas puertas tanto para la innovación financiera como para el aumento desenfrenado de fraudes y estafas. Entre estos casos, se ha detectado un modus operandi particularmente engañoso en el que estafadores se hacen pasar por agentes del FBI con el supuesto objetivo de ayudar a víctimas a recuperar dinero perdido en fraudes previos. Esta estrategia no solo aprovecha la desesperación de quienes han sufrido pérdidas económicas, sino que también utiliza la autoridad y confianza que rodean a las instituciones federales para lograr sus objetivos ilícitos. El FBI ha emitido recientemente una advertencia pública alertando a la población sobre la proliferación de estos engaños. Según la agencia, entre diciembre de 2023 y febrero de 2025, se han recibido más de 100 denuncias relacionadas con estafadores que se hacen pasar por miembros del FBI, en particular del Internet Crime Complaint Center (IC3), para revictimizar a quienes ya fueron defraudados.
Este tipo de fraudes tiene un nivel de sofisticación que va en aumento, principalmente debido a la similitud que los estafadores logran recrear al imitar protocolos y mensajes oficiales. Uno de los factores que han incentivado este aumento en la actividad de estafadores es el anuncio del propio FBI, realizado en febrero, en el que la agencia declaró que comenzaría a contactar a miles de víctimas de fraudes relacionados con criptomonedas. Este movimiento bien intencionado, diseñado para brindar ayuda legítima, ha sido explotado por delincuentes que utilizan la expectativa creada para buscar nuevas víctimas a través de comunicaciones fraudulentas. Las estafas comienzan, en muchos casos, con un acercamiento por medio de correo electrónico, llamadas telefónicas o mensajes directos en redes sociales. Los delincuentes suelen presentarse con cargos ficticios, como el de “Chief Director” o director principal de IC3, utilizando nombres falsos, destacándose la figura de un supuesto agente llamado 'Jaime Quin.
' Este personaje se ha convertido en una especie de signo de alerta dentro de comunidades online donde se comparte información sobre fraudes financieros. Una vez que el estafador establece contacto, hace creer a la víctima que ha logrado recuperar los fondos que esta perdió en un fraude previo, sin embargo, esta promesa es solo un pretexto para obtener información confidencial y financiera. En muchos casos, solicitan el depósito previo de una suma considerable de dinero en una aplicación designada como “trust app” o aplicación de confianza para supuestamente gestionar el proceso de recuperación. Estas aplicaciones son, en realidad, herramientas utilizadas por los estafadores para captar fondos sin intención real de reembolsar nada. Lo preocupante es que este método no solo extiende el daño financiero, sino que también refuerza la sensación de vulnerabilidad y desconfianza en las víctimas.
Las personas que ya pasaron por una experiencia de fraude se ven atrapadas nuevamente en un episodio de engaño, con un nivel de manipulación psicológica considerable. Para evitar caer en estas trampas, el FBI ha sido enfático en aclarar que el Centro de Denuncias de Crímenes en Internet no se comunica directamente con individuos a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos, redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea como Telegram. En el caso de que se requiera información adicional, los contactos se realizan a través de agentes de campo locales u otras autoridades policiales, siempre con transparencia y sin solicitar pagos anticipados ni información financiera sensible sin las debidas garantías legales. Además, una llamada real de la policía federal, especifica la agencia, generalmente tiene como objetivo evitar que la persona dé más dinero a estafadores o que continúe con la cadena de fraude, no para solicitar nuevos pagos. Por eso, la recomendación principal es que ante cualquier comunicación sospechosa, la persona se tome un momento para reflexionar y no ceda ante presiones o técnicas de urgencia que suelen utilizar los estafadores.
En plataformas como Telegram y grupos de redes sociales creados para ayudar a víctimas de fraudes, se han venido compartiendo alertas sobre perfiles falsos y mensajes sospechosos relacionados con la figura de “Jaime Quin.” Este tipo de colaboración entre usuarios es una poderosa herramienta de prevención, ya que fomenta la difusión rápida de información y ayuda a crear una comunidad más alerta y menos vulnerable. Para las víctimas que deseen denunciar fraudes o sospechas, el FBI mantiene activo su sitio oficial para la presentación de denuncias, además de líneas telefónicas específicas. Estos canales permiten que las autoridades recopilen evidencia, identifiquen patrones de estafa y, eventualmente, persigan penalmente a los responsables. El auge de las criptomonedas y los métodos digitales ha favorecido la aparición de estafas que aprovechan el anonimato y la dificultad para rastrear las operaciones financieras en línea.
Sin embargo, el problema es aún más complejo si se considera la vulnerabilidad emocional que supone perder dinero en fraudes. Los delincuentes saben que quienes buscan recuperar su inversión pueden tomar decisiones precipitadas y basadas en la esperanza, facilitando así la segunda estafa. La educación financiera y digital emerge como una herramienta indispensable para combatir esta problemática. Informarse sobre las señales comunes de fraude, conocer los canales oficiales para atención a víctimas y mantener una actitud crítica ante supuestas ofertas de ayuda o recuperaciones extraordinarias contribuye a reducir la incidencia de estos casos. En resumen, la amenaza de estafadores que se hacen pasar por agentes federales para estafar bajo la promesa de recuperación de dinero robado es una realidad vigente que exige máxima precaución.