La historia de la ciencia y la tecnología está llena de ejemplos en los que descubrimientos e invenciones han sido realizados independientemente por diferentes investigadores, en lugares distintos y, en ocasiones, casi al mismo tiempo. Este fenómeno se conoce como "descubrimientos múltiples" o "descubrimientos independientes simultáneos" y representa un patrón recurrente en la evolución del conocimiento humano. A lo largo de los siglos, la naturaleza convergente de la investigación, los avances tecnológicos y el desarrollo de un cuerpo previo de conocimientos han propiciado que ciertas ideas emergieran casi simultáneamente en distintos puntos del mundo. Uno de los aspectos más fascinantes de los descubrimientos múltiples es cómo demuestran que la innovación y la creatividad no son exclusivas de un solo individuo, sino que a menudo son consecuencia de contextos históricos y científicos propicios, donde múltiples mentes llegan a conclusiones similares. Esta perspectiva desafía la tradicional visión del genio solitario y empuja a reconocer la naturaleza colectiva y acumulativa del progreso científico.
Un ejemplo emblemático de descubrimientos múltiples es la formulación del cálculo matemático en el siglo XVII. Independientemente, Isaac Newton en Inglaterra y Gottfried Wilhelm Leibniz en Alemania desarrollaron los fundamentos del cálculo. Aunque sus métodos y notaciones diferían, ambos llegaron a conclusiones similares sobre el análisis matemático, sentando las bases para ramas enteras de la matemática y la física moderna. Esta simultaneidad no solo refleja el avance del conocimiento en esa época, sino también las limitaciones en la comunicación y publicación que hicieron que ambos científicos trabajaran sin conocimiento mutuo. En el siglo XVIII, el descubrimiento del oxígeno es otro caso notable.
Carl Wilhelm Scheele, Joseph Priestley y Antoine Lavoisier trabajaron de manera independiente en la identificación y caracterización de este elemento vital. Cada uno contribuyó, desde perspectivas y métodos distintos, al entendimiento de la composición del aire y la naturaleza de la combustión. La historia de esta secuencia evidencia también cómo la interpretación y nomenclatura científica evolucionaron gracias a contribuciones conjuntas aunque no coordinadas. En el ámbito de la biología, la teoría de la evolución por selección natural desarrollada por Charles Darwin y Alfred Russel Wallace en el siglo XIX representa un descubrimiento simultáneo que revolucionó la comprensión del origen y transformación de las especies. A pesar de trabajar independientemente, ambos científicos observaron patrones similares en la naturaleza que los llevaron a proponer el mecanismo evolutivo, demostrando nuevamente cómo el contexto científico y las observaciones compartidas facilitan múltiples invenciones.
Este caso subraya la importancia de reconocer los aportes paralelos en el avance teórico. Otra área donde los descubrimientos paralelos han sido recurrentes es en la física y la química, donde conceptos como la ley de Boyle-Mariotte, que describe la relación entre presión y volumen en gases, fueron descubiertos de manera independiente por Robert Boyle y Edme Mariotte. Similarmente, la invención del transistor, esencial para la electrónica moderna, tuvo inventores en Estados Unidos y Francia quienes trabajaron separadamente, marcando un punto de inflexión en la tecnología de la información. Incluso en tiempos modernos, la tendencia persiste. Un ejemplo reciente es la edición genética mediante la tecnología CRISPR-Cas9, descubierta simultáneamente por Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, cuyos trabajos cambiaron radicalmente la biotecnología y las posibilidades de intervención genética.
A pesar de la colaboración posterior, los procesos iniciales reflejan independencias investigativas que resultaron en hallazgos casi paralelos. El fenómeno de los descubrimientos múltiples no se limita únicamente a la ciencia dura. En humanidades y ciencias sociales, conceptos similares han surgido de forma independiente, moldeados por contextos culturales y sociales de desarrollo del conocimiento. Esta realidad invita a reflexionar sobre la naturaleza del progreso en todas las áreas del saber. Es importante entender que estos descubrimientos no son mera coincidencia, sino más bien fruto del llamado “momento adecuado” en la historia, cuando una combinación de avances previos, recursos disponibles y madurez conceptual facilitan el surgimiento simultáneo de ideas similares.
El proceso de acumulación del conocimiento crea un ambiente propicio para que distintos investigadores, trabajando en forma independiente, lleguen a conclusiones parecidas. Además de destacar la inevitabilidad de ciertos avances, los descubrimientos múltiples también ponen en evidencia dinámicas de reconocimiento, visibilidad y atribución en la ciencia. Ha existido a lo largo del tiempo una compleja interacción entre el mérito individual y colectivo, que muchas veces ha generado controversias sobre quién fue el verdadero “descubridor” o inventor, reflejando la importancia de la comunicación científica, la publicación oportuna y la interacción social entre científicos. Estos escenarios de descubrimientos simultáneos también han impulsado la reflexión sobre la formalización de principios en la sociología de la ciencia, por ejemplo a través de conceptos como la "ley de Merton", según la cual ciertos hallazgos tienen mayor probabilidad de ser realizados en momentos específicos de la evolución del conocimiento. Robert K.
Merton, un sociólogo de la ciencia, profundizó en la existencia y naturaleza de estos “multiples”, señalando que constituyen un patrón más común en la ciencia que los descubrimientos absolutamente únicos. La colaboración creciente y la globalización del conocimiento científico han cambiado en parte la dinámica de los descubrimientos múltiples, ya que hoy día las redes de comunicación aceleradas y la mayor interconectividad facilitan la difusión más rápida de ideas y resultados. No obstante, los paralelismos en descubrimientos continúan apareciendo, reafirmando que el proceso creativo y científico permanece como un fenómeno colectivo, siempre condicionado por su contexto histórico, social y tecnológico. Los descubrimientos múltiples también ofrecen una perspectiva alentadora sobre la naturaleza democrática del conocimiento. En cierto modo, muestran que no es necesario esperar a un “genio” excepcional, sino que a través de la dedicación, disciplina y aprovechamiento de conocimientos existentes pueden lograrse aportes relevantes.
Esto abre puertas para que comunidades científicas amplias participen en la construcción del saber. Adicionalmente, al comprender el papel de los descubrimientos múltiples se reconoce la importancia del entorno científico que rodea a un investigador, incluyendo formación, acceso a información, tecnologías disponibles y redes colaborativas. La combinación de estos factores crea “momentos” propicios para el avance en diversas áreas. Finalmente, el fenómeno de los descubrimientos múltiples es una invitación a la humildad y al reconocimiento colectivo. La ciencia es una empresa global y acumulativa, donde las ideas germinan, crecen y se concretan en la convergencia de múltiples esfuerzos independientes.
Celebrar esta diversidad de aportes enriquece tanto la historia del conocimiento como la vivencia misma del progreso científico.