La economía de Estados Unidos ha estado bajo el escrutinio de múltiples analistas y economistas, especialmente tras la reciente caída del Producto Interno Bruto (PIB) durante dos trimestres consecutivos. Sin embargo, la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha hecho una declaración contundente: a pesar de estos dos informes negativos, la economía estadounidense no se encuentra en recesión. Yellen ha destacado la fortaleza del mercado laboral como un indicativo clave de que el país no está experimentando un desplome económico generalizado. Con un declive del PIB del 0,9% en el segundo trimestre de 2022, sumado a una caída previa del 1,6% en el primer trimestre, muchos podrían pensar que las definiciones tradicionales de recesión —dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo— se estarían cumpliendo. Sin embargo, Yellen sostiene que el contexto es más complejo y que el mercado laboral es un indicador vital a considerar.
Durante una reciente conferencia de prensa, Yellen argumentó que el verdadero signo de una recesión económica se refleja en una debilidad catastrófica y generalizada. "Eso no es lo que estamos viendo ahora", afirmó. En cambio, en lo que va del año, se han añadido 2,7 millones de nuevos empleos en Estados Unidos, de los cuales 1,1 millones fueron registrados solo en el segundo trimestre, lo que contrasta notablemente con las recesiones anteriores, donde se observaba una pérdida significativa de empleos. La comparación que Yellen hace con recesiones anteriores es reveladora. Históricamente, durante la fase inicial de una recesión, se perdían, en promedio, alrededor de 240,000 empleos en los primeros meses.
En este caso, muestra el contraste del tiempo actual, en donde las vacantes superan con creces a los desempleados. Actualmente, existe un promedio de 1,9 ofertas de trabajo por cada persona buscando empleo. Este desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo es una señal de que, aunque existen presiones inflacionarias, el mercado laboral no solo se mantiene, sino que está en un estado activo y creciente. La inflación, por supuesto, sigue siendo un tema de preocupación y ha sido un lastre para los consumidores estadounidenses. Sin embargo, Yellen se muestra optimista respecto a la posibilidad de que los futuros aumentos de los precios al consumo disminuyan.
Menciona que la reciente caída en los precios de las materias primas, como el petróleo y los alimentos, puede ofrecer un alivio considerable. Esta caída podría no solo ayudar a mitigar la inflación, sino también a ofrecer un respiro a los consumidores que han sentido la presión financiera de los precios elevados. El debate sobre si la economía está realmente en recesión se convierte en una cuestión más de definiciones y matices que de realidades absolutas. El Comité Nacional de Investigación Económica (NBER), la organización que oficialmente se encarga de declarar recesiones en Estados Unidos, establece su definición como un "declive significativo de la actividad económica que se propaga por toda la economía y dura más de unos pocos meses". Dicha definición incluye varios criterios: profundidad, difusión y duración, que deben ser evaluados en conjunto.
Es importante resaltar que la tasa de desempleo todavía se encuentra en niveles muy bajos, cerca de máximos históricos. Esto sugiere que, para que el NBER considere que hay una recesión, tendría que haber un aumento notable en la pérdida de empleo. Por lo tanto, dados los indicadores actuales, Yellen y otros economistas mantienen que no se pueden hacer conclusiones precipitadas respecto a un descalabro económico. Además, Yellen ha enfatizado que la economía de Estados Unidos no está completamente aislada de la situación económica global. Las crisis, como la guerra en Ucrania y otras disrupciones en la cadena de suministro, han ejercido presión sobre el crecimiento económico.
Sin embargo, ella se sostiene en que la resiliencia de la economía nacional debería ser motivo de optimismo. Argumenta que el potencial de crecimiento sigue intacto, gracias en parte a políticas económicas sólidas y el innovador espíritu empresarial. Este optimismo, sin embargo, no resta importancia a las preocupaciones sobre el futuro. Mientras que el mercado laboral está robusto ahora, existen señales que algunos economistas interpretan como advertencias. El aumento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal para controlar la inflación podría frenar el crecimiento en el futuro, creando un ciclo de retroalimentación que finalmente podría afectar el empleo.
A medida que la economía mundial lidia con múltiples crisis, las repercusiones en Estados Unidos podrían llegar en los próximos meses. Por último, Yellen apela a la comprensión de las circunstancias en que se encuentra la economía actual. La narrativa de recesión es compleja y, si bien los números pueden indicar un descenso, el bienestar de los trabajadores sigue siendo un reflejo de la salud económica general. En última instancia, ella considera que la fortaleza del mercado laboral y la adaptabilidad de la economía de Estados Unidos frente a desafíos son signos prometedores. Ella espera que las políticas implementadas en los últimos años continúen promoviendo la recuperación y un crecimiento sostenible.