En los últimos meses, la economía de Estados Unidos ha mostrado señales alarmantes que inquietan tanto a los altos mandos de las empresas como a los consumidores comunes. Según un reciente informe de Apollo Global Management, la economía se encuentra en riesgo por un fenómeno denominado “estagflation shock”, resultado de la combinación de un crecimiento económico lento y una inflación persistente, agravado además por las recientes políticas arancelarias que buscan imponerse en el ámbito comercial internacional. Esta situación, que no se veía de forma sostenida desde hace cuatro décadas, podría desencadenar una crisis económica significativa en los próximos meses. El estudio llevado a cabo por el equipo de economistas de Apollo, encabezado por Torsten Slok, advierte sobre un escenario complicado motivado principalmente por la ralentización en la cadena de suministro y los efectos negativos de las guerras comerciales. La imposición de nuevos aranceles a ciertos productos importados, especialmente procedentes de China, está provocando un efecto dominó que impacta directamente en la actividad económica y en la vida cotidiana de las personas.
Después del anuncio de estas medidas, el envío de contenedores desde China hacia puertos estadounidenses ha experimentado una desaceleración notable. Debido al tiempo de transporte estimado entre 20 y 40 días, se anticipa que para mayo el flujo de mercancías podría detenerse casi por completo, lo que afectará directa y rápidamente a varios sectores críticos como el transporte terrestre y el comercio minorista. Estas interrupciones logísticas se traducen en menos productos disponibles en las tiendas, lo que inevitablemente reduce las ventas. El resultado esperado incluirá una desaceleración económica marcada durante la primavera, seguida por oleadas de despidos en los sectores de transporte y venta al detalle durante finales de mayo y principios de junio. A medida que estos efectos se intensifiquen, el riesgo de que una recesión se instale firmemente en verano de 2025 aumenta considerablemente.
Además de los impactos en la producción y el comercio, otro aspecto que preocupa a los analistas es la pérdida de confianza que ya se está detectando en la alta dirección corporativa. Las encuestas realizadas por la revista Chief Executive reflejan una caída significativa en la percepción optimista de los CEOs sobre la economía. Mientras a principios de año más del 80% de estos líderes esperaban un crecimiento en los ingresos para 2025, esa cifra se redujo a menos de la mitad en el mes de abril. El porcentaje de ejecutivos que ahora anticipan una recesión severa ha ido en aumento, pasando del 9% en marzo al 14% en abril. Esta desconfianza también está incidiendo en la planificación y estrategias de las empresas, que comienzan a mostrarse cautelosas ante la posibilidad de un entorno económico hostil.
Muchos CEOs ya prevén reducciones en personal y ajustes en sus operaciones para mitigar los efectos adversos de esta posible crisis. Por su parte, los consumidores están cada vez más inquietos por la estabilidad de sus empleos y el poder adquisitivo de sus salarios. La combinación de precios al alza y un mercado laboral incierto fomenta un clima de inseguridad económica que afecta la capacidad y disposición de las familias para gastar. Este fenómeno, denominado estanflación, resulta especialmente desfavorable porque detiene el crecimiento mientras que incrementa los costos de vida, un doble golpe difícil de manejar tanto para hogares como para empresas. Los expertos sostienen que este escenario podría compararse con episodios pasados de estanflación en la década de 1970, que requirieron políticas monetarias y fiscales muy estrictas para recuperar el equilibrio.
Sin embargo, el contexto actual cuenta con particularidades que podrían complicar aún más la respuesta de las autoridades y el mercado. El principal detonante de la crisis según los especialistas son las tensiones comerciales impulsadas por la administración actual de Estados Unidos, cuyo plan de tarifas está diseñado para proteger ciertas industrias nacionales a costa de obstaculizar el comercio internacional y elevar los precios de productos importados. Estos aranceles reducen la competencia, lo que a su vez aumenta los costos y limita las opciones para los consumidores y las empresas. Algunas industrias se ven particularmente afectadas, como la manufactura, el transporte y el comercio minorista, donde la cadena de suministro se ha vuelto mucho más vulnerable a las fluctuaciones externas. La consecuencia inmediata son los retrasos, la escasez de productos y la inestabilidad en el empleo.
La suma de estos factores crea un impacto negativo generalizado que ralentiza y debilita el motor económico del país. Otra señal preocupante que señala el informe de Apollo se relaciona con los indicadores de confianza empresarial y de consumidores que han comenzado a disminuir de manera acelerada. En un sistema económico donde la confianza influye directamente en la inversión, el gasto y la contratación, esta caída puede acelerar la llegada de la recesión. Analistas también enfatizan que la respuesta de las políticas públicas será clave para aminorar los impactos y evitar que esta perspectiva negativa se convierta en una crisis prolongada. La coordinación entre el Banco Central, el gobierno y el sector privado debe orientarse a estabilizar los mercados, controlar la inflación sin sacrificar el crecimiento y proteger el empleo.
En este sentido, la situación demanda esfuerzos para reactivar el comercio internacional y evitar mayores obstáculos que puedan agravar la ralentización económica. Asimismo, las empresas deberán mejorar sus estrategias de gestión de riesgos para adaptarse a un entorno más volátil y globalizado. Los consumidores, por su lado, enfrentan un periodo en el que será vital mantener la prudencia financiera, priorizando gastos esenciales, evitando endeudamientos innecesarios y buscando alternativas de ingreso frente a posibles despidos. El fenómeno del estancamiento económico acompañado de inflación persistente es un desafío complejo y multifacético que requiere de análisis profundos y respuestas coordinadas. El escenario previsto por los economistas de Apollo Global Management no solo nos alerta sobre una posible recesión inminente, sino que invita a reflexionar sobre las políticas y estrategias que deben implementarse para mitigar sus efectos y construir una economía más resiliente y sostenible.
En conclusión, el impacto del llamado «stagflation shock» ya se siente en la disminución de la confianza en la alta dirección empresarial y en las preocupaciones crecientes de los consumidores por la seguridad laboral. Los retos que plantea este fenómeno económico exigen atención urgente y respuestas efectivas para evitar una desaceleración que podría alcanzar magnitudes inusitadas en los últimos años. En un contexto global cada vez más interconectado, las decisiones tomadas ahora definirán en gran medida el rumbo de la economía estadounidense y, por extensión, la estabilidad financiera mundial en los próximos años.