El 28 de abril de 2025, la Península Ibérica vivió un evento inédito que afectó profundamente la vida cotidiana de millones de personas: un apagón eléctrico masivo que dejó sin servicio a amplias zonas de España y Portugal. Este apagón no solo paralizó servicios básicos, sino que provocó un cambio radical en la forma en que los ciudadanos accedieron y utilizaron Internet durante esas horas. Gracias a los datos recopilados por la plataforma mPulse de Akamai, es posible analizar con detalle cómo esta interrupción eléctrica moldeó el panorama digital en ambos países, revelando patrones de uso que reflejan la resiliencia y adaptación tecnológica ante la adversidad. Los datos de tráfico digital anteriores a la crisis muestran un comportamiento estable y predecible, con España generando aproximadamente 4.5 veces más tráfico que Portugal, un reflejo natural de sus diferencias poblacionales (con aproximadamente 48 millones frente a 10.
5 millones de habitantes respectivamente). Esta relación proporcional se mantuvo hasta el momento del apagón, cuando la actividad online sufrió una caída notable y abrupta en ambas naciones. El análisis de las anomalías en el tráfico confirmó que, en España, el descenso comenzó entre las 12 y 13 horas en horario local, mientras que en Portugal el apagón inició cerca de las 11:33. La caída fue abrupta y coincidió con el momento exacto en que se identificaron las fallas eléctricas. No obstante, el tráfico no se canceló por completo, lo que genera intriga sobre cómo se mantuvieron algunas conexiones a pesar de la ausencia de electricidad generalizada.
Profundizando en el análisis a intervalos de cinco minutos, tomando como referencia el miércoles 23 de abril (un día representativo y sin festividades especiales) y comparando con la jornada del apagón, se observó un patrón interesante en la distribución del tráfico según tipo de dispositivo. España y Portugal, al igual que países vecinos como Francia y Alemania, experimentan una caída habitual en el tráfico de escritorio alrededor del mediodía, vinculada al momento del almuerzo. Sin embargo, en España esta caída es más prolongada, extendiéndose más allá de las dos horas estándar observadas en otros países, señalando particularidades culturales o laborales en los hábitos digitales. Es durante esta jornada afectada cuando el uso de dispositivos móviles evidencia su protagonismo. Mientras el tráfico desde ordenadores de escritorio cayó hasta un 80% tras el inicio del apagón, la reducción en dispositivos móviles fue mucho menor, apenas un 40%.
Esto refleja la dependencia creciente de estos dispositivos para mantenerse conectados, especialmente cuando no es posible contar con infraestructura fija o enlaces tradicionales que requieren alimentación continua. Es destacable además que la actividad móvil superó a la de escritorio durante todo ese período y hasta bien entrada la madrugada siguiente, aunque esta tendencia también coincide con el horario habitual en que los usuarios abandonan el ámbito laboral. Este fenómeno plantea preguntas sobre cómo fue posible mantener conexiones móviles estables en un contexto de apagón. La explicación radica en que, aunque la electricidad domiciliaria falló, las redes celulares permanecieron parcialmente operativas gracias a sistemas de respaldo y a la autonomía de las baterías de los dispositivos. El análisis de las fuentes de conexión revela que en ambos países se produjo una caída drástica en el uso de conexiones cableadas (que incluyen Wi-Fi basado en infraestructura local como hogares, oficinas o cafés), con una disminución estimada en torno a 50 puntos porcentuales.
Por otro lado, la conectividad móvil, especialmente mediante redes celulares, aumentó considerablemente. En Portugal, este incremento alcanzó alrededor de 30 puntos porcentuales, y se detectaron también hotspots inalámbricos improvisados que facilitaron la continuidad del acceso. En cuanto a los destinos o tipos de sitios web visitados, el comportamiento de los usuarios durante el apagón refleja sus prioridades e inquietudes inmediatas. En Portugal, por ejemplo, apenas iniciado el corte eléctrico, el tráfico a sitios de noticias se disparó, evidenciando la necesidad de información constante sobre el suceso. De manera paralela, las visitas a portales gubernamentales también aumentaron, posiblemente en busca de comunicados oficiales y actualizaciones sobre la situación.
Por contraste, la incidencia en webs comerciales, de entretenimiento y financieras se redujo notablemente, demostrando que los usuarios desplazaron su atención hacia temas de emergencia y utilidad pública. Otro fenómeno relevante fue la aparición súbita de visitas a plataformas relacionadas con la seguridad alimentaria. Esta categoría de sitios no había registrado actividad antes del evento, pero durante el apagón se convirtió en un foco de consulta para la población preocupada por conservar alimentos sin refrigeración y manejar adecuadamente sus provisiones. Este cambio de interés muestra cómo una crisis puede alterar radicalmente las prioridades de navegación, orientándola hacia necesidades básicas y de supervivencia. En España, aunque la afluencia hacia sitios de noticias fue menos intensa comparada con Portugal, el flujo hacia páginas gubernamentales sí se incrementó, sugiriendo que los ciudadanos confiaron más en las fuentes oficiales.
También llamó la atención el tráfico persistente hacia portales de viajes, lo que revela la inquietud por conocer el posible impacto del apagón en planes de transporte y desplazamiento. Para medir cuánto tiempo podría mantenerse la conectividad móvil durante la crisis, se examinó la evolución de los niveles de batería en los dispositivos. A pesar de la limitación de ser un conjunto reducido de datos, esta aproximación permitió detectar una caída significativa en promedio de aproximadamente 10 puntos porcentuales en los niveles de carga durante el pico del apagón, comparado con la misma franja horaria de la semana anterior. A medida que el suministro eléctrico comenzó a restablecerse, primero en Portugal y luego en España, estas métricas empezaron a normalizarse. De todas maneras, se observó una leve caída posterior durante la noche, vinculada al aumento de usuarios que retomaron su actividad en línea.
En términos de infraestructura y resiliencia digital, esta experiencia evidenció la importancia de contar con infraestructuras flexibles y distribuidas que permitan soportar eventos locales sin colapsar el acceso a servicios claves. La implicación para proveedores de contenido y servicios es clara: la integración de generadores, baterías de respaldo y nodos de entrega distribuidos geográficamente resulta indispensable para mantener la disponibilidad en escenarios críticos. Aunque en esta situación no se evidenciaron grandes fluctuaciones en métricas típicas de rendimiento como la latencia de la red, el descenso de tráfico tuvo un efecto indirecto en estos parámetros. Esto recuerda que la estabilidad online depende primero de la conectividad y el acceso, antes que de la velocidad o capacidad puntual, en especial durante emergencias. Mirando hacia el futuro, y ante la creciente dependencia global de la electricidad para sostener nuestras vidas digitales, esta situación en la Península Ibérica constituye un caso de estudio valioso.
La capacidad de adaptación de la población, la flexibilidad de las redes y el rol fundamental de los dispositivos móviles para preservar la conexión son aspectos que deben guiar políticas, inversiones y estrategias tanto públicas como privadas. La lección clara es que, incluso frente a interrupciones masivas, las tecnologías bien diseñadas y la conciencia de usuarios pueden contribuir a mitigar el impacto, mantener bajo control la incertidumbre y asegurar el flujo de información vital. Por consiguiente, entender estos patrones no solo ayuda a mejorar sistemas actuales, sino que prepara a la sociedad para enfrentar eventos futuros con mayor preparación y eficiencia. En definitiva, el apagón del 28 de abril en España y Portugal mostró que, aunque la electricidad sea la base esencial para nuestras comunicaciones, la innovación tecnológica y la adaptabilidad humana constituyen las verdaderas armas para garantizar que la información y la conexión permanezcan intactas en tiempos de crisis.