El descubrimiento de un celacanto vivo en la provincia de North Maluku, Indonesia, marca un hito importante en la investigación marina y en la conservación de especies marinas raras y emblemáticas. El celacanto, un pez fósil considerado un “fósil viviente” debido a su estrecha conexión con especies prehistóricas, ha sido objeto de fascinación científica y de conservación desde su redescubrimiento a mediados del siglo XX. Hasta ahora, en Indonesia se conocían dos especies globales reconocidas: el celacanto del Océano Índico Occidental, Latimeria chalumnae, y el celacanto de Sulawesi, Latimeria menadoensis, esta última considerada menos documentada debido a la dificultad para acceder a sus hábitats en profundidades extremas. La reciente observación directa por parte de buzos técnicos a profundidades superiores a los 150 metros ha proporcionado las primeras imágenes y datos en situ de esta especie en North Maluku, una región hasta entonces sin reportes confirmados de celacantos. Este descubrimiento no solo aporta información valiosa para la biogeografía y ecología del celacanto en Indonesia, sino que también destaca la riqueza y complejidad de los ecosistemas de arrecifes profundos del archipiélago, áreas vitales para la biodiversidad marina y que requieren mayor atención y protección.
El celacanto de Sulawesi, Latimeria menadoensis, es una especie de pez pulmonado de aguas profundas que durante mucho tiempo se pensó era endémica de la región de Sulawesi en Indonesia. La principal fuente de conocimiento sobre esta especie provino de capturas accidentales y observaciones remotas mediante vehículos operados a distancia o sumergibles. Sin embargo, acceder a sus hábitats remotos y profundos ha sido un reto significativo para los científicos. La expedición que llevó al descubrimiento en North Maluku utilizó técnicas avanzadas de buceo técnico, incorporando rebreathers de circuito cerrado y mezclas de gases para explorar pendientes volcánicas a más de 150 metros de profundidad, logrando fotografiar y observar un ejemplar adulto de aproximadamente 1.1 metros de longitud.
Estas inmersiones tuvieron lugar en un entorno caracterizado por temperaturas frías que oscilaban entre 19 y 21 grados Celsius, baja turbidez y corrientes débiles, con una topografía compleja repleta de grandes grietas, fisuras, salientes rocosos y una cobertura abundante de esponjas, corales blandos y antipátidos. Esta estructura abrigadora confirma teorías previas sobre el hábitat preferido del celacanto, que suele encontrarse asociado a ecosistemas profundos y poco perturbados. Sorprendentemente, el ejemplar observado estaba nadando en aguas abiertas y no resguardado en cuevas o debajo de salientes, situación que un poco contradice la noción tradicional sobre sus escondites diurnos, pero coincide con algunas observaciones recientes que sugieren comportamientos más variados y menos dependientes de refugios estrictos. El comportamiento detectado durante la observación ilustró movimientos lentos y gráciles, con aletas dorsales completamente erguidas, lo que podría interpretarse como un estado activo o posiblemente como un mecanismo defensivo. El pez utilizó simultáneamente sus aletas dorsales, anales y pectorales para mantener la posición y desplazarse de manera pausada, comportándose con una calma que permitió a los buzos capturar imágenes de alta resolución sin perturbar al animal.
Esta interacción pacífica resalta la posibilidad de realizar investigaciones no invasivas en hábitats remotos, lo que a su vez es crucial para la conservación de una especie que es extremadamente vulnerable debido a su longevidad, madurez sexual tardía y baja tasa de reproducción. El hecho de que el mismo individuo fuera avistado dos días consecutivos en la misma área ratifica la fidelidad de los celacantos a sus zonas de hogar, un dato esencial para planificar estrategias de conservación que buscan proteger estas comunidades vulnerables del impacto humano y actividades comerciales como la pesca y el turismo mal regulado. Aunque aún es prematuro afirmar la existencia de una población estable y extensa en North Maluku, el contexto geográfico del archipiélago, situado entre Sulawesi y Nueva Guinea Occidental, indica que probablemente existan más individuos y, por ende, un rango de distribución más amplio de lo que se conocía previamente. Este hallazgo refuerza también el reconocimiento de las aguas orientales de Indonesia como un hotspot de biodiversidad marina y subraya la urgencia de proteger estos ecosistemas frente a la destrucción causada por la intervención humana. La historia del celacanto en Indonesia tiene antecedentes importantes, comenzando con su descubrimiento oficial en Manado, North Sulawesi, en 1997.
Desde ese momento, los esfuerzos combinados de pescadores locales, científicos y conservacionistas han permitido aumentar el conocimiento sobre esta especie, aunque continúa siendo escasa la información directa obtenida in situ. La presente investigación del celacanto en North Maluku muestra una nueva metodología efectiva: la combinación de buceo técnico de alto nivel con estudios ecológicos, que puede abrir las puertas a nuevas exploraciones en otros sitios remotos y profundos. Además, esta técnica ofrece la posibilidad de realizar monitoreos continuos sin dañar al animal ni a su entorno, a diferencia de otros métodos invasivos o de captura. La importancia de esta investigación va más allá del mero registro científico. El celacanto, como especie de relevancia evolutiva y ecológica, representa un símbolo de la necesidad de preservar la diversidad natural y las complejidades de los ecosistemas oceánicos.
Su estado vulnerable, agravado por amenazas globales como el cambio climático, la contaminación marina y la presión humana en hábitats profundos, requiere esfuerzos internacionales coordinados que involucren a autoridades locales, comunidades pesqueras, científicos y organizaciones de conservación. Conocer mejor la distribución, comportamiento y necesidades ambientales del celacanto facilitará la creación de áreas marinas protegidas y políticas de manejo adecuadas que garanticen la supervivencia de esta especie en el largo plazo. Además, con la tecnología actual es posible avanzar en estudios genéticos sin extraer animales de su ambiente, lo que aporta datos que pueden revelar su estructura poblacional, diversidad genética y evolución, factores vitales para entender cómo protegerlos frente a las amenazas presentes y futuras. En cuanto al impacto social y científico del hallazgo, constituye un estímulo para promover el ecoturismo responsable y la educación ambiental, mostrando la riqueza oculta del océano y la importancia de la biodiversidad marina. Esta interacción positiva entre conocimiento científico y conciencia pública es clave para impulsar políticas y acciones concretas que protejan estos ecosistemas.
Finalmente, el descubrimiento del primer celacanto vivo en North Maluku simboliza un triunfo del trabajo multidisciplinario y colaborativo entre biólogos, buzos técnicos, autoridades y comunidades locales. Refuerza el compromiso global con la conservación marina y abre nuevas líneas de investigación que ayudarán a desvelar los secretos de una de las especies más fascinantes del planeta. Este paso fundamental debe ir acompañado de esfuerzos continuos para asegurar que las próximas generaciones puedan también admirar y estudiar a este tesoro vivo que habita en las profundidades de los mares indonesios.