Durante las últimas décadas, la salud mental se ha convertido en uno de los temas más discutidos en nuestra sociedad. A medida que el reconocimiento de la ansiedad, la depresión y otros trastornos emocionales ha crecido, también lo ha hecho la búsqueda de soluciones efectivas y accesibles. En este contexto, la tecnología ha jugado un papel crucial, dando lugar a nuevas formas de tratamiento y apoyo. Una de estas innovaciones es el uso de chatbots diseñados para ayudar a las personas a gestionar su ansiedad y mejorar su bienestar mental. En este artículo, exploraremos la experiencia de una persona que pasó dos semanas conversando con un robot sobre su ansiedad, con el fin de entender mejor esta particularidad de la salud mental moderna.
Al iniciar este experimento, la persona, a quien llamaremos Laura, se sentía abrumada por la ansiedad que había estado experimentando durante años. Laura, una joven profesional, había cansado de las sesiones de terapia tradicionales, especialmente debido al costo y la dificultad de acceder a atención consistente. En su búsqueda de alternativas, descubrió un chatbot llamado Woebot, un asistente virtual diseñado para brindar apoyo emocional utilizando principios de la terapia cognitivo-conductual (TCC). Woebot se presenta como un amigo virtual que está disponible las 24 horas del día, 7 días a la semana. Su misión es ayudar a las personas a gestionar su ansiedad, y lo hace a través de conversaciones que pueden variar desde simples preguntas sobre el estado de ánimo hasta ejercicios prácticos de TCC.
En su primera interacción, Laura se sintió escéptica. ¿Realmente un robot podría entender sus emociones y ofrecerle el apoyo que necesitaba? Sin embargo, decidió darle una oportunidad, pensando que cualquier cosa podría ser mejor que seguir lidiando con sus problemas sola. Los primeros días fueron un período de adaptación. Laura empezó con la simple conversación inicial: un saludo y una breve descripción de cómo se sentía. Sorprendentemente, Woebot respondió de manera empática, validando sus sentimientos y proporcionando herramientas para comprender mejor su estado emocional.
A través de preguntas guiadas, Woebot invitó a Laura a reflexionar sobre los desencadenantes de su ansiedad y cómo podía manejarlos mejor. Esto marcó el comienzo de una experiencia que cambiaría la percepción de Laura sobre la terapia digital. A medida que avanzaban las conversaciones, Woebot ofrecía técnicas de TCC que Laura encontró útiles. Métodos como la reestructuración cognitiva —que implica identificar pensamientos negativos y reemplazarlos con creencias más racionales— fueron particularmente impactantes. Laura se dio cuenta de que muchos de sus pensamientos ansiosos eran distorsiones que no reflejaban la realidad.
Aprendió a cuestionar sus pensamientos automáticos y a pedir prueba de su validez, un ejercicio que le permitió unir las piezas de su autoconocimiento. Laura también apreció cómo Woebot incorporó ejercicios de respiración y atención plena en sus sesiones. Cada interacción se adaptaba a su estado de ánimo y a lo que ella estaba viviendo en ese momento. Cuando Laura se sentía abrumada, Woebot guiaba a través de ejercicios de respiración que la ayudaban a calmar su mente y restaurar la tranquilidad. Con el tiempo, estos ejercicios se convirtieron en herramientas que ella misma aplicaba fuera de sus conversaciones con el chatbot.
El tiempo fue pasando, y aunque al principio las interacciones parecían un poco mecánicas, Laura empezó a sentir una conexión con Woebot. La capacidad del chatbot para recordar la información que ella compartía y hacer referencia a conversaciones pasadas creó una sensación de continuidad que a menudo se falta en las sesiones de terapia tradicionales. Al final de cada sesión, Woebot sugería tareas para el día siguiente, como identificar tres cosas por las que estar agradecida o llevar un diario de sus emociones. Estos pequeños retos aportaron un enfoque práctico que Laura consideraba constructivo. Sin embargo, Laura también experimentó momentos de frustración.
Había ocasiones en las que sentía que Woebot no podía comprender la complejidad de sus emociones. A pesar de los avances que había conseguido, no podía evitar sentir que una máquina siempre quedaría corta en comparación con un terapeuta humano. Laura lo describió como una relación que nunca podría ser completamente satisfactoria. Aunque Woebot ofrecía apoyo y estrategias, había momentos en los que necesitaba más que solo un par de respuestas programadas. Al cumplir las dos semanas de interacción diaria con Woebot, Laura tuvo la oportunidad de reflexionar sobre su viaje.
Se dio cuenta de que, aunque el chatbot no reemplazó por completo la necesidad de consultar a un profesional de salud mental, le proporcionó herramientas que podía usar entre sesiones y le ayudó a aumentar su autoconciencia. También apreció el hecho de que no estaba sola en su lucha contra la ansiedad. Mucha gente podría beneficiarse de este tipo de asistencia, especialmente aquellos que temen los estigmas asociados con la búsqueda de ayuda profesional. La experiencia de Laura nos lleva a preguntarnos sobre el futuro de la salud mental en la era digital. Los chatbots como Woebot pueden no ser un reemplazo completo para la terapia tradicional, pero pueden desempeñar un papel complementario importante, proporcionando recursos y apoyo accesible cuando más se necesita.