La cuenca Pérmica, ubicada en el oeste de Texas, ha sido durante años la joya de la corona en la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos, llegando a generar casi la mitad de la producción nacional de crudo en niveles récord. Sin embargo, el panorama está cambiando rápidamente. La madurez de esta cuenca, la cual ha sido explotada intensamente desde hace más de una década, está provocando una desaceleración en su capacidad para seguir aumentando la producción. Los pozos principales de la región están casi completamente perforados, y las compañías petroleras se ven obligadas a recurrir a terrenos menos eficientes y de menor calidad para mantener la producción, lo que reduce los márgenes de beneficio y eleva los costos operativos. Este escenario presenta una gran oportunidad para otras regiones con formaciones de esquisto no tan explotadas pero con un enorme potencial.
Canadá se posiciona claramente para beneficiarse de esta circunstancia, especialmente a través de sus formaciones Montney y Duvernay ubicadas en las provincias de Alberta y Columbia Británica. Estas áreas, que tradicionalmente estaban dominadas por la producción de arenas bituminosas pesadas, están viendo un importante incremento del interés dirigido hacia el petróleo y gas no convencional, gracias a las técnicas de fracturación hidráulica y perforación horizontal que ya han sido probadas con éxito en Estados Unidos. El Montney es una de las formaciones de esquisto más prometedoras gracias a su combinación excepcional de calidad de reservorio y longevidad. Esta formación no solo ofrece un volumen considerable de gas natural, sino también oportunidades crecientes en la extracción de líquidos asociados que mejoran la rentabilidad del desarrollo. En este sentido, productores canadienses como ARC Resources, Tourmaline Oil y Canadian Natural Resources están a la vanguardia, consolidando activos y optimizando operaciones para maximizar la recuperación de hidrocarburos.
Encabezando algunos movimientos estratégicos en esta dirección, empresas privadas de inversión con enfoque en energía, como Kimmeridge, han comenzado a tomar posiciones importantes, como es el caso de la alianza con Advantage Energy, una destacada productora canadiense en Montney. Mientras la producción en la cuenca Pérmica alcanza un techo y el mercado energético global comienza a ajustar sus expectativas, la demanda por fuentes de energía más diversificadas y estables fomenta que inversionistas reconsideren las oportunidades fuera de Estados Unidos. Canadá, con su infraestructura cada vez más preparada para el transporte y exportación de gas natural licuado (GNL), se presenta como opción clave para satisfacer la creciente demanda mundial de energía, especialmente desde Asia y Europa. Un factor adicional que refuerza esta perspectiva es el enfoque estratégico hacia el gas natural y el GNL, productos con proyección de crecimiento dada la transición energética global que busca reemplazar los combustibles más contaminantes. Kimmeridge, por ejemplo, ha demostrado su optimismo invirtiendo en proyectos de gas en Texas pero también desarrollando planes para la exportación de GNL en la Costa del Golfo de Louisiana, complementando su apuesta por la producción canadiense.
Esto muestra la importancia de mantener un portafolio diversificado dentro del sector upstream para amortiguar los riesgos asociados a los ciclos del petróleo. No obstante, la expansión canadiense en el sector de esquisto no está exenta de desafíos. A diferencia de Estados Unidos, donde el sector de hidrocarburos de esquisto cuenta con numerosos actores consolidados y un ecosistema robusto de proveedores y tecnologías, los productores canadienses están más fragmentados y existe una clara necesidad de consolidación para alcanzar economías de escala y mayor eficiencia. La estructura de mercado canadiense todavía está en proceso de maduración para adecuarse a las demandas actuales de explotación intensiva. Considerando que pocas empresas estadounidenses han entrado al mercado canadiense, entre ellas Ovintiv, ConocoPhillips y Murphy Oil, el dinamismo podría aumentar en los próximos años, derivando en fusiones, adquisiciones y alianzas estratégicas para capitalizar el potencial en Montney, Duvernay y otros bloques emergentes como el Uinta Basin en Utah.
A nivel regulatorio, Canadá también ofrece un entorno relativamente estable y favorable en comparación con otras regiones productoras del mundo. La existencia de marco legal claro, acompañado de avances en reducción de emisiones y tecnologías limpias, facilita que la inversión extranjera y doméstica apueste por el desarrollo responsable de sus recursos. La integración entre políticas ambientales y crecimiento económico será un factor clave para determinar el ritmo y alcance del desarrollo en las formaciones de esquisto canadienses. Desde la perspectiva global, la desaceleración de la producción estadounidense y el crecimiento de Canadá afectan directamente la oferta energética en Norteamérica y el mundo. Países dependientes de las importaciones energéticas observarán de cerca estos movimientos, ya que la estabilidad y volumen de producción en Canadá podrían compensar en parte la caída en la cuenca Pérmica y otras cuencas más maduras en Estados Unidos.
Esto podría traducirse en cambios en los corredores comerciales, contratos de exportación y geopolitica energética. Además, el crecimiento en la producción de gas natural y GNL canadiense se alinea con la actual tendencia mundial impulsada por la búsqueda de combustibles más limpios y la electrificación. La capacidad canadiense para incrementar la producción de gas a precios competitivos y con menores emisiones de carbono podría posicionar al país como un actor preferido en el suministro a mercados emergentes y tradicionales. En definitiva, mientras que la cuenca Pérmica, históricamente imparable, entra en una fase de estabilización y leve declive en su crecimiento, Canadá fortalece su protagonismo en el mapa energético global a través de sus formaciones de esquisto. Factor clave en esta transición será la capacidad del sector canadiense de consolidar y optimizar sus activos, tecnificar sus procesos, ampliar la infraestructura para la exportación y responder con agilidad a las dinámicas cambiante del mercado.
Para los inversionistas, analistas y gobiernos, prever y acompañar estos cambios es fundamental para mantenerse competitivos en el sector energético. Canadá no solo representa una nueva frontera en hidrocarburos no convencionales, sino un ejemplo de cómo las industrias petroleras pueden adaptarse y evolucionar en un contexto de madurez, sostenibilidad y transición energética.