Galen John Strawson es una figura prominente en la filosofía contemporánea, especialmente reconocido por sus contribuciones a la metafísica y la filosofía de la mente. Su carrera académica lo ha llevado a ocupar la cátedra de filosofía en la Universidad de Texas en Austin desde 2012, así como a desempeñarse en prestigiosas universidades, incluyendo Oxford y Cambridge, y diversas posiciones como profesor visitante en instituciones de renombre. Con una extensa producción literaria que abarca libros influyentes, ensayos y reseñas, Strawson se ha consolidado como una voz fundamental en debates filosóficos complejos, especialmente en torno a la conciencia y la libertad. La trayectoria de Strawson hacia la filosofía fue, según sus propias palabras, semiaccidental. Dejó la escuela a los 16 años, comenzó sus estudios universitarios en Orientación Oriental, especializándose en árabe y persa, con aspiraciones de alcanzar la iluminación personal más que un título académico.
Sin embargo, tras sentir que su formación en ciencias sociales y políticas carecía de profundidad, sintió el llamado hacia la filosofía, a la que finalmente se dedicó formalmente en su último año académico, aunque su formación filosófica propiamente dicha duró apenas seis meses debido a problemas de salud. Este giro inesperado marcó el inicio de una carrera dedicada a explorar los grandes interrogantes de la existencia y la naturaleza de la realidad. Para Strawson, la filosofía no es una disciplina encerrada en la torre de marfil del intelecto, sino que se trata de una “sabiduría del mundo” que intenta comprender cómo todo encaja en el sentido más amplio. Esta definición está inspirada en la cita de Sellars sobre el objetivo filosófico de entender cómo las cosas se relacionan en el sentido más amplio, así como en la idea de Schopenhauer de que la filosofía se ocupa del mundo mismo, no solo de abstracciones. De esta forma, él se distancia de la visión elitista que a veces rodea a la filosofía y la presenta como un esfuerzo genuino por aprehender la realidad en toda su extensión.
Una de las áreas donde Strawson ha hecho aportaciones significativas es en la discusión del problema duro de la conciencia, un problema clásico planteado para explicar por qué y cómo existe una experiencia subjetiva o lo que él denomina "lo que es ser". Aunque se declara materialista, es decir, que cree que todo en el universo es físico, enfrenta la dificultad fundamental de cómo la experiencia consciente puede surgir de la materia. A diferencia de otros materialistas reduccionistas que niegan la existencia genuina de la conciencia o la califican como una ilusión, Strawson sostiene que la conciencia es indudable y verdadera, una realidad que debe ser incorporada en nuestra comprensión de la física y la naturaleza del mundo. Esta postura lo lleva a defender el panpsiquismo, una teoría metafísica que sostiene que la conciencia no es un producto emergente de sistemas complejos, sino que está presente en algún nivel fundamental en toda la materia. Según Strawson, si aceptamos que todo es físico y que la conciencia existe, entonces hay que aceptar que la materia misma tiene una naturaleza intrínsecamente consciente o conciencia involucrada.
Esta idea abre una nueva perspectiva al cuestionar las nociones tradicionales de lo físico y su separación con lo mental. El panpsiquismo es con frecuencia malentendido, y Strawson se esfuerza por aclarar que no sugiere que objetos inanimados, como una silla, tengan conciencia propia o un sujeto experiencial. Más bien, la conciencia a nivel fundamental puede ser algo muy distinto, que no es comparable en complejidad o forma a la experiencia humana. La analogía con un equipo de fútbol, compuesto por jugadores conscientes pero que no es consciente como unidad, ayuda a explicar que la unión de componentes conscientes no necesariamente resulta en una conciencia aglutinada. Otro punto importante en su defensa es la crítica del dualismo, la idea de que existen dos tipos fundamentales de sustancias, lo mental y lo físico.
Strawson no encuentra argumentos convincentes para tal división y señala además el problema de la interacción causal entre estas dos sustancias, un problema que ha generado escepticismo incluso dentro del campo dualista. Además, la evidencia empírica sobre el cierre causal del mundo físico, en la que toda causa tiene un antecedente físico, presenta una fuerte objeción para quien defienda que una sustancia no física influye en la realidad material. Strawson también se remonta a la historia de la filosofía para mostrar que la idea del panpsiquismo no es nueva ni exótica. Filósofos y científicos influyentes del pasado, incluyendo a Bertrand Russell, Max Planck y Louis de Broglie, han expresado ideas en línea con la conciencia como parte fundamental de la realidad física. Él lamenta que la filosofía analítica moderna haya descartado esta posibilidad asumiendo erróneamente que lo físico es inconsciente y ajeno a la experiencia subjetiva.
En cuanto a la evolución, Strawson sostiene que la conciencia no evoluciona en sí misma; más bien, supone que la conciencia está presente desde el principio y que la evolución ha aprovechado esta cualidad inherente para crear formas complejas, como seres humanos capaces de experiencias conscientes sofisticadas. Esta perspectiva rechaza la idea de una emergencia radical de la conciencia a partir de la materia insensible, la cual considera metodológicamente inapropiada y carente de precedentes en otras áreas científicas donde la emergencia se entiende de modo diferente y no implica un salto desde lo no consciente a lo consciente. En el ámbito del debate sobre inteligencia artificial, Strawson muestra prudencia y es escéptico sobre la posibilidad de máquinas conscientes en el futuro cercano. Señala que la complejidad electroquímica del cerebro humano es fundamental para la generación de la experiencia consciente y duda que la simulación informática pueda replicar esta condición. Sin embargo, no descarta la posibilidad a largo plazo y mantiene una actitud abierta, aunque cautelosa, frente a la cuestión.
Un desafío clásico para el panpsiquismo es el problema de la combinación, que trata de explicar cómo múltiples experiencias conscientes elementales pueden unirse para formar una conciencia compuesta y unificada, como la nuestra. Strawson reconoce la dificultad y la importancia de este problema, aunque no ofrece una solución definitiva. Recomienda una visión más acorde con la física moderna, como la teoría cuántica de campos, que podría permitir reinterpretar la noción de lo físico y la unidad de la experiencia. Finalmente, Strawson mantiene una visión filosófica profunda y cauta sobre el futuro de estas discusiones. Aunque el panorama actual parece marcado por la irracionalidad y la tendencia humana a aferrarse a creencias apoyadas por comunidades de pensamiento, confía en que en las próximas décadas se recuperará un entendimiento más racional y abierto acerca de la naturaleza de la conciencia y la realidad.
El panpsiquismo, bajo su punto de vista, representa quizá la opción metafísica menos problemática y más honesta frente a las limitaciones del dualismo y las concepciones reduccionistas de la mente. La influencia de Strawson también ha ayudado a cambiar el estigma asociado al panpsiquismo, convirtiéndolo en un campo legítimo de estudio filosófico en la actualidad. Este cambio se refleja en la aceptación gradual de académicos jóvenes y en la revalorización del problema duro de la conciencia entre filósofos y científicos. Así, la entrevista y el diálogo con Strawson no solo ofrecen una visión íntima de un pensador destacado, sino que también muestran la evolución de la filosofía de la mente en un momento crucial para la comprensión humana de su propia experiencia y del cosmos que habita.