La relación comercial entre Canadá y Estados Unidos ha sido, durante décadas, una de las alianzas económicas más estrechas y significativas en el mundo. Históricamente, Canadá ha dependido en gran medida del mercado estadounidense, destinando cerca del 75% de sus exportaciones hacia ese país. Sin embargo, la imposición de tarifas arancelarias por parte de la administración del expresidente Donald Trump ha introducido una incertidumbre considerable y ha alterado las reglas del juego para muchas empresas canadienses. Este fenómeno ha llevado a un replanteamiento radical de las estrategias comerciales, impulsando a las compañías a diversificar sus mercados y a buscar nuevas oportunidades más allá del tradicional socio del sur. La coyuntura actual marca un punto de inflexión en la relación bilateral y ofrece una perspectiva interesante sobre la capacidad de adaptación y resiliencia del sector manufacturero canadiense.
Las tarifas impuestas por Estados Unidos, especialmente las del 25% sobre acero y aluminio, así como aquellas aplicadas a automóviles y piezas, han encarecido considerablemente los costos para las empresas exportadoras canadienses. Empeoran aún más las tensiones comerciales, la retórica errática y las amenazas constantes a la soberanía canadiense como la posibilidad de anexión, lo cual ha generado un ambiente de negocio altamente inestable y difícil de predecir. En este contexto, muchas empresas manufactureras, desde las grandes hasta las más pequeñas, están reevaluando sus modelos de negocio y explorando mercados alternativos para sostener y hacer crecer sus operaciones. Un caso ilustrativo es el de un fabricante canadiense de cápsulas y tabletas para la industria farmacéutica que ha comenzado a buscar socios estratégicos en Asia. Esta reorientación no solo busca evitar los costos adicionales impuestos por las tarifas estadounidenses, sino también capitalizar el crecimiento económico y la demanda creciente en países asiáticos.
Este desplazamiento geográfico representa una tendencia más amplia en la que sectores que anteriormente estaban profundamente integrados con la economía mexicana o estadounidense ahora diversifican sus conexiones comerciales para minimizar riesgos. De igual manera, un fabricante de componentes de acero con una relación comercial de más de tres décadas con clientes estadounidenses ha tenido que trasladar parte de ese costo generado por las tarifas a los consumidores, aumentando así los precios. Esta decisión refleja las dificultades de ciertas empresas para absorber los costos adicionales y mantener la rentabilidad sin afectar su posición en el mercado. Por otro lado, empresas menos vinculadas directamente al acero o la manufactura pesada están imponiendo reducciones de precios, como el caso de un productor de disfraces para eventos deportivos o escolares, cuyo objetivo es retener a sus clientes en Estados Unidos frente a la competencia que ahora puede presentar precios más favorables al contar con un contexto arancelario distinto. El cambio de foco hacia nuevos mercados implica no solo la búsqueda de nuevos clientes, sino también una adaptación profunda a diferentes regulaciones, preferencias culturales y sistemas logísticos.
El proceso de internacionalización es costoso, requiere tiempo y puede resultar desafiante para las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que en conjunto representan un gran componente del sector manufacturero canadiense. Sin embargo, la necesidad de estabilidad y previsibilidad está impulsando a los empresarios y expertos en comercio a considerar estratégicamente la diversificación como un mecanismo de supervivencia y crecimiento. Mike Chisholm, consultor para empresas exportadoras canadienses, subraya que la experiencia pasada indica que depender exclusivamente del mercado estadounidense ya no es viable dadas las condiciones actuales. La incertidumbre política y comercial ha generado una desconfianza latente tanto en los propietarios de empresas como en los bancos y fondos de capital privado, quienes buscan asegurar estabilidad antes de seguir invirtiendo en negocios con alta exposición a riesgos arancelarios y regulatorios. Esta posición prudente favorece la búsqueda de nuevos vínculos comerciales y la exploración de alternativas que puedan ofrecer un entorno más favorable y predecible.
La situación actual obliga a la industria canadiense a innovar y a explorar sinergias con otros países, tales como los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Unión Europea y mercados emergentes en América Latina y África. Aunque estos mercados presentan su propia complejidad y desafíos, abrir estas puertas podría facilitar la reducción de la vulnerabilidad ante políticas comerciales agresivas, además de fomentar relaciones multilaterales que potencien el desarrollo económico y la competitividad. En este contexto, el papel del gobierno canadiense resulta fundamental. Las declaraciones recientes enfatizan la voluntad de Canadá para defender sus intereses y diversificar sus relaciones internacionales, reconociendo además que la dinámica con Estados Unidos ha cambiado profundamente. La reunión entre el primer ministro Mark Carney y Donald Trump en la Casa Blanca simboliza la tensión latente y la búsqueda de un nuevo equilibrio que permita estabilidad y cooperación, pese a la fragilidad existente.
También es importante considerar el impacto de las tarifas en el empleo y la estabilidad social. Cerca del 41% de los 1.7 millones de trabajadores en el sector manufacturero dependen directamente de las importaciones estadounidenses, por lo que un aumento en los costos o una caída en las ventas puede poner en riesgo estos empleos. Por ello, la diversificación de mercados no solo es una cuestión financiera, sino también un esfuerzo por preservar la empleabilidad y sustentar el bienestar económico dentro de Canadá. Más allá del sector manufacturero, este cambio estructural tiene repercusiones en la cadena de valor y en el ecosistema empresarial en general.
Los proveedores de insumos, las empresas de logística, y los servicios financieros deben adaptarse a nuevos flujos comerciales y requisitos internacionales. Esto trae consigo una necesidad creciente de innovación tecnológica, capacitación y desarrollo para mantener la competitividad en un escenario global cada vez más desafiante. El movimiento hacia mercados internacionales distintos a Estados Unidos implica también aprovechar tratados comerciales vigentes o en negociación con otras regiones. Por ejemplo, el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT, conocido como CPTPP por sus siglas en inglés) ofrece oportunidades en la cuenca del Pacífico, mientras que acuerdos bilaterales con países europeos y asiáticos pueden facilitar la entrada y consolidación en esos territorios. Para las empresas canadienses, entender y aprovechar estas plataformas representa un camino estratégico al tiempo que franquear barreras arancelarias y no arancelarias.