La lateralidad, o la preferencia por usar una mano sobre la otra, es un rasgo que caracteriza a cada ser humano y que ha sido objeto de estudio por décadas debido a su vínculo con el desarrollo neurológico. La mayoría de la población mundial es diestra, pero un porcentaje significativo es zurdo o presenta una lateralidad mixta. Este fenómeno no solo es un dato curioso, sino que se ha observado que está asociado con ciertos trastornos neurológicos, en particular aquellos que afectan el lenguaje y que se desarrollan temprano en la vida. Profundizar en la relación entre la lateralidad y estos trastornos puede abrir nuevas vías para comprender mejor las bases neurológicas de condiciones como la dislexia, el autismo y la esquizofrenia, entre otras. La mano que preferimos usar para escribir, comer o realizar actividades diarias no solo refleja una elección práctica, sino que está ligada a cómo se organiza el cerebro.
La mayoría de las funciones relacionadas con el lenguaje, por ejemplo, suelen estar lateralizadas en el hemisferio izquierdo del cerebro, que es también el hemisferio dominante para la mayoría de los diestros. Sin embargo, las personas zurdas o con lateralidad mixta pueden presentar patrones diferentes de organización cerebral. Se ha observado que esta diferencia en la lateralidad está más presente en individuos con determinados trastornos neurológicos, lo que ha llevado a los científicos a investigar la posible conexión entre ambos. Estudios recientes, como la revisión sistemática y meta-análisis realizados por un equipo internacional de investigación, han indicado que la zurdera y la lateralidad mixta son más comunes en personas con trastornos que tienen un inicio temprano en la vida y que normalmente incluyen síntomas relacionados con el lenguaje. Entre estas condiciones destacan la dislexia, la esquizofrenia y los trastornos del espectro autista.
En estos casos, la prevalencia de lateralidad no diestra es significativamente mayor que en la población general. La dislexia, un trastorno específico del aprendizaje que afecta la capacidad lectora, se caracteriza por dificultades en el procesamiento del lenguaje escrito. Las investigaciones han encontrado que las personas con dislexia presentan con mayor frecuencia una lateralidad atípica, ya sea zurdera o lateralidad mixta, sugiriendo que las alteraciones en el desarrollo cerebral temprano que afectan la organización hemisférica podrían estar involucradas tanto en la lateralidad como en la aparición de la dislexia. En el caso del autismo, especialmente en sus formas severas donde las dificultades en la comunicación son prominentes, también se observa una mayor incidencia de lateralidad no diestra. Esto podría estar relacionado con la manera en que el cerebro se desarrolla y se organiza en las etapas iniciales de la vida, afectando no solo la expresión motora sino también las áreas responsables del lenguaje y la interacción social.
La esquizofrenia es un trastorno neuropsiquiátrico complejo que, entre sus múltiples síntomas, incluye alteraciones en la percepción y el procesamiento del lenguaje, como las alucinaciones auditivas. Estudios han mostrado que la incidencia de lateralidad no diestra es más alta en personas que padecen esquizofrenia en comparación con la población general, reforzando la hipótesis de que condiciones que afectan la lateralización cerebral durante el desarrollo pueden contribuir al riesgo de desarrollar esta enfermedad. Una de las hipótesis más sólidas que explican esta asociación entre lateralidad y trastornos neurológicos está relacionada con que tanto la preferencia manual como diversas funciones cognitivas y lingüísticas están determinadas durante el desarrollo temprano del cerebro. Durante las etapas iniciales del desarrollo fetal y en la infancia, el cerebro establece patrones de lateralización que influyen en cómo se distribuyen distintas funciones cognitivas y motoras entre los hemisferios cerebrales. Procesos alterados durante estas etapas podrían resultar en una lateralidad atípica y aumentar la susceptibilidad a trastornos del desarrollo neurológico que presentan dificultades lingüísticas.
Por otro lado, es importante destacar que la relación entre lateralidad y ciertas enfermedades no es universal para todos los trastornos neurológicos. Por ejemplo, en casos de depresión, que suele manifestarse más adelante en la vida y no está primordialmente vinculada a alteraciones en el lenguaje, no se ha encontrado una asociación significativa con ser zurdo o mixto. Este hallazgo refuerza la idea de que el vínculo entre lateralidad y trastornos es más fuerte en afecciones relacionadas con el desarrollo temprano del lenguaje y la cognición. La investigación en este campo no solo tiene valor teórico, sino que también puede convertirse en una herramienta útil para la identificación temprana y el abordaje clínico de trastornos del neurodesarrollo. Reconocer que una lateralidad atípica puede ser un indicador adicional para identificar riesgos neurocognitivos podría favorecer la implementación de intervenciones y apoyos tempranos, especialmente en ámbitos como la educación y la salud mental.
Además, entender mejor cómo las bases neurológicas de la lateralidad interactúan con trastornos específicos puede contribuir a desarrollar tratamientos más personalizados y efectivos. La lateralidad puede reflejar patrones subyacentes de organización cerebral que podrían influir en cómo los pacientes responden a terapias o intervenciones especializadas. Este campo aún presenta importantes desafíos y áreas por investigar. La heterogeneidad de los trastornos, las diferencias metodológicas entre estudios y la complejidad del desarrollo cerebral hacen que los hallazgos sean a veces contradictorios o difíciles de generalizar. Sin embargo, la tendencia que emerge es clara: la lateralidad es más que una simple preferencia manual, pues es un reflejo de procesos neurobiológicos fundamentales que se relacionan con la manera en que el cerebro se desarrolla y funciona.
En conclusión, la preferencia manual no diestra, que incluye la zurdera y la lateralidad mixta, está significativamente vinculada con una variedad de trastornos neurológicos, en especial aquellos caracterizados por manifestaciones tempranas y dificultades en el lenguaje. Esta asociación sugiere que durante el desarrollo temprano del cerebro, la organización lateralizada de funciones motoras y lingüísticas puede estar influenciada por procesos compartidos que, al alterarse, predisponen a dichos trastornos. El estudio continuo de estos vínculos abre la puerta a una mejor comprensión de las bases del neurodesarrollo y a la posibilidad de mejorar las estrategias de detección, diagnóstico y tratamiento en personas que presentan lateralidad atípica junto con trastornos neurológicos. En última instancia, esta línea de investigación contribuye a desentrañar los misterios del cerebro humano y a promover un enfoque más integrado y personalizado en la salud y educación neurológica.