En el vasto universo de las criptomonedas, rara vez surge un token que logre captar tanta atención y generar debate tan intenso como lo ha hecho TAO, el token nativo de Bittensor. Esta criptomoneda ha provocado una fuerte discusión entre Barry Silbert, fundador de Digital Currency Group (DCG), y una parte importante de la comunidad Bitcoin, incluidos reconocidos defensores y autores como Parker Lewis. La controversia no solo gira en torno a las características técnicas de TAO, sino también a su filosofía, uso y la comparación directa con Bitcoin, la primera y más grande criptomoneda del mundo. Para comprender por qué TAO está en el centro de este debate, es fundamental conocer qué representa y cómo funciona Bittensor, el proyecto de inteligencia artificial (IA) y blockchain que lo respalda. Bittensor es una red descentralizada diseñaday desarrollada bajo la premisa de fusionar el poder de la tecnología blockchain con el aprendizaje automático y la inteligencia artificial.
Su objetivo principal es crear un mercado entre iguales para compartir y monetizar modelos de IA, ofreciendo así una plataforma en la que desarrolladores y usuarios pueden colaborar, intercambiar recursos y obtener recompensas por contribuir con modelos de aprendizaje automático. El token TAO constituye la piedra angular del ecosistema Bittensor. A diferencia de muchas otras criptomonedas que pueden tener una oferta variable o inflationaria, TAO tiene una oferta máxima fija de 21 millones de tokens, un factor que lo asemeja a Bitcoin. Además, TAO pasa por procesos de reducción a la mitad de las recompensas de bloque, conocidos como halvings, un mecanismo idéntico al de Bitcoin que busca limitar la inflación y generar escasez con el tiempo. Estas similitudes en la economía del token han sido destacadas por Barry Silbert como punto de comparación entre TAO y Bitcoin, generando sin embargo rechazo y críticas por parte de bitcoiners, quienes consideran que las diferencias conceptuales y de propósito son demasiado grandes para justificar semejantes paralelismos.
Bitcoin, lanzado en 2009 por el enigmático Satoshi Nakamoto, surgió como una moneda peer-to-peer pensada para funcionar fuera del control de gobiernos y sistemas financieros tradicionales. Su principal propuesta ha sido el empoderamiento individual mediante una moneda descentralizada, resistente a la censura y con un suministro limitado para preservar su valor frente a la inflación. Su evolución, con el tiempo, lo ha posicionado como una reserva de valor global, conocida popularmente como “oro digital”. Su comunidad es muy celosa respecto a la integridad del proyecto original y suele mostrarse crítica frente a tokens alternativos (altcoins) que, en su opinión, pueden desviar la atención o debilitar la narrativa del bitcoin puro. En contraste, Bittensor y su token TAO surgen en un contexto mucho más contemporáneo y de alta tecnología, centrados en la proliferación de la inteligencia artificial y sus aplicaciones descentralizadas.
La plataforma no intenta ser una copia de Bitcoin ni un sustituto, sino que persigue objetivos radicalmente distintos. Su propuesta es crear un mercado de inteligencia artificial donde expertos y desarrolladores en aprendizaje automático puedan intercambiar modelos, colaborar y beneficiarse de la inteligencia colectiva, todo ello respaldado por la seguridad y transparencia que aporta la tecnología blockchain. La volatilidad es otro factor que ha puesto en el debate a TAO. Desde su lanzamiento hace dos años, el precio de este token ha mostrado movimientos mucho más bruscos que los apreciados en Bitcoin. En 2024, TAO alcanzó precios superiores a los 700 dólares en dos ocasiones, solo para caer drásticamente hasta alrededor de 200 dólares.
Más recientemente, su valor se ha situado aproximadamente en 339 dólares. Bitcoin, por otro lado, aunque también tiene fluctuaciones propias de un mercado descentralizado, exhibe un comportamiento menos errático y ha visto una subida constante desde los 22,000 dólares a inicios de 2023 hasta tocar máximos cercanos a los 109,000 dólares en enero de 2025. Este comportamiento contrasta visiblemente y alimenta la defensa que muchos bitcoiners hacen sobre su proyecto frente a altcoins como TAO. La comunidad bitcoinera ha denominado a la promoción de TAO como una forma de “scam por afinidad”, una acusación que pone en tela de juicio la sinceridad y objetivos de fundadores como Barry Silbert y figuras influyentes en el ecosistema cripto que respaldan el proyecto. Silbert ha rechazado rotundamente estas críticas, calificándolas de “ataque perezoso” y defendiendo la validez y potencial de Bittensor y TAO, señalando que la innovación pasa por experimentar con diferentes modelos económicos y tecnológicos en el ámbito blockchain.
Dentro de este panorama, Grayscale Investments, una subsidiaria de Digital Currency Group, juega un papel importante. Grayscale no solo mantiene significativas posiciones en Bitcoin vía sus fondos fiduciarios, como el GBTC con 16.6 mil millones bajo gestión y un mini ETF de Bitcoin, sino que también administra un Bittensor Trust con aproximadamente 8 millones de dólares en activos enfocados en TAO. Esta coexistencia evidencia que, aunque Bitcoin y TAO tengan economías de tokens parcialmente similares, su carácter, atractivo inversor y prospectiva son muy distintos. Desde una perspectiva técnica, Bittensor se distingue en el ecosistema cripto por su ambición de integrar inteligencia artificial y blockchain en un nexo novedoso de colaboración descentralizada y monetización directa para creadores de modelos.
El proyecto apuesta por un tipo de descentralización que abarca no solo la propiedad y transacciones de activos digitales, sino también el conocimiento especializado y la capacidad de computación compartida para aplicaciones avanzadas de inteligencia artificial. Esta visión, aunque disruptiva, representa un desafío para quienes ven la tecnología blockchain principalmente como soporte para monedas digitales resistentes a la censura y reservas de valor. La comparación directa entre Bitcoin y TAO ha sido uno de los mayores puntos de fricción. Mientras Barry Silbert destaca la convergencia en la economía del token y la estructura técnica (emisión limitada y halvings), para muchos bitcoiners esto no es suficiente para equiparar los proyectos. Las motivaciones históricas, el enfoque de uso, la comunidad, los riesgos y la aceptación social de Bitcoin se consideran inalcanzables para tokens que, aunque innovadores, operan en nichos emergentes y menos consolidados.
La polémica mostrada podría entenderse también como un reflejo de la evolución natural del ecosistema cripto, donde nuevos proyectos intentan expandir el alcance de la blockchain más allá de la función original de Bitcoin. La integración con inteligencia artificial, la creación de mercados peer-to-peer para servicios de IA y la novedosa forma de incentivar la calidad y cantidad de aportes dentro de la red son señales de un cambio de paradigma, aunque no libre de conflictos y debates sobre legitimidad, valor y propósito. A medida que el mercado evoluciona, la volatilidad de TAO y su menor capitalización (alrededor de 2.98 mil millones, comparado con más de 1.8 billones de Bitcoin) apuntan a un token con mayores riesgos y potenciales recompensas.