La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha marcado un antes y un después en las dinámicas del comercio internacional, especialmente en lo que respecta al transporte marítimo y la logística global. A.P. Moller-Maersk, la segunda naviera más grande del mundo, ha emitido recientes declaraciones que advierten sobre la importancia de la evolución de esta disputa para determinar la demanda mundial de contenedores en 2025. La incertidumbre derivada de las tarifas arancelarias recíprocas y las negociaciones en curso está afectando directamente las proyecciones del sector y reconfigurando las rutas y volúmenes comerciales que dictan la cadena de suministro global.
Maersk revisó a la baja sus expectativas iniciales en cuanto al crecimiento del volumen anual de contenedores. En un inicio, la compañía había previsto un incremento de la demanda de contenedores del 4%, pero los desarrollos recientes en la guerra tarifaria con aranceles que han alcanzado cifras tan elevadas como el 145% sobre productos chinos, reflejan un panorama mucho más volátil y susceptible a cambios abruptos. El CEO de Maersk, Vincent Clerc, señaló en la última conferencia de resultados que dichos aranceles fueron una sorpresa y que no existe certeza sobre cómo evolucionarán las negociaciones comerciales entre ambas superpotencias. Esta situación tiene un efecto directo en la cadena de suministro, especialmente en lo que respecta al comercio de bienes de consumo y productos manufacturados que generalmente se transportan en contenedores. EE.
UU. y China constituyen dos de los mercados más grandes y activos para el comercio marítimo, y la imposición de tarifas tan elevadas provoca una reducción significativa de la demanda, afectando a puertos, operadores logísticos y líneas navieras en todo el mundo. Como consecuencia, los niveles de importación a puertos estadounidenses han mostrado señales de desaceleración, mientras que los operadores buscan alternativas para mitigar los impactos operativos y financieros. Además de las implicaciones directas del conflicto comercial, Maersk también reportó un crecimiento del 7.8% en sus ingresos durante el primer trimestre de 2025, alcanzando los 13.
3 mil millones de dólares, y un notable aumento en sus ganancias antes de impuestos, que crecieron de 177 millones a 1.3 mil millones en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este desempeño obedece a mejoras operativas, especialmente en su unidad logística y en el negocio de terminales, que han compensado en parte los efectos de la incertidumbre comercial. Sin embargo, Maersk mantiene cierta cautela y ha señalado que, a pesar de conservar su guía financiera para el año, la volatilidad en el mercado y la evolución incierta de las tarifas podrían afectar la demanda global de contenedores a corto y mediano plazo. La compañía tampoco tiene previsto reanudar inmediatamente sus servicios regulares al Mar Rojo, una región afectada por conflictos armados, lo que añade otra capa de complejidad a las operaciones internacionales.
El impacto de la guerra comercial no solo se percibe en Maersk, sino en la industria marítima en general. Los aranceles elevados provocan cambios en las rutas de comercio, alentando a empresas a buscar proveedores alternativos o a redirigir flujos comerciales hacia regiones donde las tarifas son menores o inexistentes. Esto genera fluctuaciones en la demanda de espacios para contenedores y presiona a las líneas navieras a adaptar sus estrategias de capacidad y operación para mantener la rentabilidad. Otro aspecto que cabe destacar es la posibilidad de que la administración estadounidense modifique los niveles arancelarios, como se insinuó con la propuesta de reducir los aranceles a China del 145% al 80%. Aunque sigue siendo un porcentaje elevado, esta disminución podría aliviar tensiones y revitalizar el intercambio comercial, originando un repunte en la demanda de transporte marítimo y una eventual normalización en las operaciones portuarias.
Desde una perspectiva económica más amplia, la guerra comercial afecta no solo a los actores directos del sector marítimo comercial, sino también a consumidores, fabricantes y a la cadena de suministro global que ha estado acostumbrada a flujos constantes y previsibles. La incertidumbre dificulta la planificación logística, incrementa costos y provoca retrasos operativos. Muchas empresas han optado por diversificar sus cadenas de suministro para reducir riesgos, lo cual a largo plazo podría alterar las dinámicas comerciales entre países y continentes. En medio de este escenario, Maersk se encuentra posicionada para aprovechar oportunidades que surjan de los cambios en patrones de comercio. Su enfoque en la integración vertical, combinando servicios marítimos con soluciones logísticas y terminales, le permite una mayor flexibilidad y resiliencia ante los vaivenes del mercado.
La empresa está invirtiendo en innovación tecnológica y mejoras en la eficiencia operacional para optimizar la gestión de cargas y minimizar el impacto de la volatilidad en la demanda. Además, el gigante danés ha manifestado la necesidad de una mayor cooperación internacional para alcanzar acuerdos comerciales que favorezcan la estabilidad del comercio global. La guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo tiene efectos repercusivos a nivel global, afectando no solo las relaciones bilaterales sino también interfiriendo en cadenas de suministro que abarcan múltiples países. En conclusión, la guerra comercial entre EE.UU.
y China representa un factor determinante para la demanda mundial de contenedores marítimos en 2025. La evolución de las negociaciones y las decisiones respecto a los aranceles tendrán un efecto directo y considerable sobre la actividad portuaria y el transporte marítimo global. Maersk, como líder del sector, ofrece una visión estratégica e integral sobre estos cambios, reconociendo los desafíos de la coyuntura pero también destacando las oportunidades que pueden surgir mediante adaptaciones operativas y comerciales. La industria marítima permanece atenta a los movimientos políticos y económicos en una era donde la globalización enfrenta tensiones sin precedentes, y donde la flexibilidad y la innovación se vuelven esenciales para mantener la competitividad y la continuidad del comercio internacional.