El estudio del pasado remoto de la vida sobre la Tierra continúa sorprendiendo a la ciencia con descubrimientos que cambian nuestra comprensión sobre la evolución de los organismos que hoy forman parte esencial de los ecosistemas. En un avance trascendental, acaba de ser identificado el fósil de una hormiga infernal de aproximadamente 113 millones de años, la más antigua de su tipo encontrada hasta ahora. Esta especie, llamada Vulcanidris cratensis, proveniente de Brasil, pertenece a una subfamilia extinta de hormigas conocidas como Haidomyrmecinae o comúnmente llamadas “hormigas infernales” por sus características mandíbulas verticales y su estilo de caza único. Este descubrimiento representa un paso fundamental para entender no solo la antigüedad de estos insectos sino también la complejidad de sus adaptaciones anatómicas y su comportamiento predatorio desde etapas muy tempranas en la historia evolutiva de las hormigas. Vulcanidris cratensis fue encontrado preservado en una roca de piedra caliza de la formación Crato, una lagerstätte reconocida por conservar restos fósiles con gran detalle.
A diferencia de las hormigas infernales previamente conocidas, que han sido mayormente extraídas de ámbar en distintos continentes, esta es la primera vez que se identifica un ejemplar de este tipo en una impresión fósil de roca y en Sudamérica, lo que amplía el registro geográfico y temporal de estas fascinantes criaturas. Las hormigas infernales se caracterizan por tener mandíbulas que no funcionan como las hormigas actuales. En lugar de abrir de lado a lado, sus mandíbulas se articulan verticalmente, cual si fueran guadañas, lo que les permitía atrapar y sujetar a sus presas de forma sumamente eficiente. Además, muchas tenían protuberancias y puntas en la cabeza reforzadas con minerales, lo que generaba una especie de armadura letal. La combinación de estas estructuras hace pensar que estas hormigas eran cazadoras altamente especializadas que usaban tácticas sofisticadas para sobrevivir en el competitivo mundo del Cretácico medio.
El análisis de Vulcanidris cratensis se realizó mediante microtomografía computarizada (micro-CT), una tecnología que permite observar en tres dimensiones los detalles anatómicos sin dañar el fósil. Gracias a esta técnica, los científicos pudieron reconstruir con precisión la cabeza y las mandíbulas del insecto, revelando características que antes no se habían visto en ejemplares fósiles de este tipo. Incluso se encontraron similitudes notables con otra especie de hormiga infernal más joven, Aquilomyrmex huangi, descubierta en ámbar en Myanmar y datada en 99 millones de años. La presencia de estas estructuras especializadas tan temprano en la historia de las hormigas demuestra que estas adaptaciones complejas evolucionaron más rápido de lo que se pensaba. Tradicionalmente se creía que las hormigas comenzaron a diversificarse y desarrollar características complejas mucho después de su aparición inicial, ubicada entre el Jurásico tardío y el Cretácico temprano.
Sin embargo, el hallazgo de Vulcanidris cratensis empuja hacia atrás esta línea temporal y sugiere que el grupo de las hormigas infernales fue una de las primeras ramas diferenciadas dentro de las hormigas, con un alto grado de especialización ya en sus etapas primigenias. Este dato es fundamental para entender cómo las hormigas, que hoy en día constituyen uno de los grupos de insectos más exitosos y abundantes con más de 13,800 especies descritas y posiblemente hasta 22,000 en total, lograron dominar diversos nichos ecológicos y desarrollar estrategias de convivencia complejas. Las hormigas infernales, aunque extintas, representan un experimento evolutivo paralelo que muestra cuán diversa pudo ser la morfología y ecología de estos insectos en el pasado remoto. También es relevante considerar que la antigüedad y distribución geográfica del fósil sugieren que estas hormigas tenían una dispersión global más amplia de lo que se había supuesto. El espécimen de Brasil indica que, en el Cretácico, estas hormigas ya habitaban grandes regiones del planeta, posiblemente adaptándose a diferentes ambientes y presas en simultáneo.
A pesar de su éxito durante millones de años y su habilidad para sobrevivir durante la expansión de las plantas con flores (angiospermas) en el Cretácico, las hormigas infernales probablemente sufrieron severas consecuencias debido a eventos geológicos y climáticos ocurridos hacia el final de este periodo, pudiendo explicar su extinción definitiva. El estudio de estos fósiles no solo amplía nuestro conocimiento paleontológico y evolutivo, sino que también arroja luz sobre la historia de la biodiversidad en tiempos remotos y los factores que modelaron la flora y fauna actuales. De este modo, hallazgos como Vulcanidris cratensis impactan en varias ramas de la biología, como la entomología, la ecología evolutiva y la geología histórica. La utilización de tecnologías avanzadas como la microtomografía computarizada ha revolucionado la paleontología, permitiendo explorar fósiles con un nivel de detalle sin precedentes y reconstruir la historia morfológica de especies extintas con gran precisión. Así, el análisis de Vulcanidris cratensis representa un eslabón clave para comprender la evolución temprana de las hormigas, otorgando evidencia tangible sobre sus adaptaciones anatómicas y estrategias de supervivencia desde un pasado profundo.