En las últimas dos décadas, Estados Unidos ha vivido una crisis sin precedentes relacionada con las muertes por sobredosis de drogas. Desde 2003 hasta 2023, las estadísticas reflejan un panorama complejo, caracterizado tanto por incrementos alarmantes como por recientes descensos que sugieren un posible cambio en la trayectoria de este grave problema de salud pública. Entender estas tendencias es esencial para diseñar estrategias efectivas que aborden las múltiples dimensiones implicadas en las muertes relacionadas con el consumo de sustancias. El informe publicado por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS) detalla que la tasa ajustada por edad de muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos casi se cuadruplicó desde 8.9 muertes por cada 100,000 habitantes en 2003, hasta alcanzar un pico de 32.
6 en 2022. Sorprendentemente, en 2023 se observa una disminución de esta tasa a 31.3, lo que representa una caída del 4% respecto al año anterior. Este descenso, aunque pequeño, es significativo y podría indicar el inicio de una tendencia a la baja después de años de incremento constante. Al analizar la distribución por género, se verifica que los hombres han sido consistentemente más afectados que las mujeres.
En 2023, la tasa para hombres fue de 44.3 muertes por cada 100,000, una reducción del 2.9% en comparación con 2022. En contraste, la tasa para mujeres descendió un 5.7%, ubicándose en 18.
3. Estos datos sugieren que, aunque ambos géneros han experimentado denuncias crecientes en años recientes, las mujeres muestran una mejora más notable en la reducción de muertes. En términos de rango de edad, el impacto de la crisis de sobredosis ha sido heterogéneo. La mayor tasa de muertes en 2023 corresponde a adultos entre 35 y 44 años, con una cifra bastante elevada en relación con otros grupos. No obstante, se registra una disminución en las muertes para personas de 15 a 54 años; específicamente, jóvenes de 15 a 24 años vieron una reducción del 10.
6% en sus tasas, mientras que los adultos de 25 a 54 años también experimentaron bajadas significativas. Por otro lado, las tasas para personas mayores de 55 años aumentaron, con el mayor incremento porcentual observado en adultos mayores de 65 años, quienes presentaron un aumento del 11.4%. Este fenómeno podría reflejar cambios en patrones de consumo, accesibilidad a tratamientos o factores relacionados con el envejecimiento y comorbilidades. La crisis no afecta de manera uniforme a todos los grupos raciales y étnicos.
En 2023, la tasa ajustada por edad disminuyó para la población blanca no hispana en un 7%, mientras que para afroamericanos no hispanos y nativos hawaianos u otros isleños del Pacífico no hispanos, las tasas de mortalidad aumentaron. En particular, los nativos hawaianos y otros isleños experimentaron un aumento dramático del 39.4%, un aspecto alarmante que denota la urgencia de enfoques personalizados y culturalmente sensibles para abordar esta problemática. La tasa más alta de mortalidad se mantiene entre los nativos americanos y habitantes de Alaska, con cifras que permanecen estables pero extremadamente elevadas. En cuanto al tipo de sustancias involucradas, las muertes por sobredosis han estado dominadas históricamente por opioides sintéticos, entre ellos el fentanilo y sus análogos, que representan un verdadero desafío debido a su potencia y accesibilidad.
A partir de 2013, los fallecimientos por este grupo de sustancias aumentaron de forma pronunciada, alcanzando su pico en 2022 con una tasa de 22.7 por 100,000, aunque en 2023 se evidenció una ligera disminución del 2.2%, situándose en 22.2. Este descenso es alentador, puesto que podría indicar una mejora en el control y prevención de la circulación y consumo de opioides sintéticos.
Además de los opioides sintéticos, se destaca la reducción significativa en muertes relacionadas con heroína y opioides naturales y semisintéticos, que incluyen fármacos como morfina, oxicodona e hidrocodona. Las muertes por heroína descendieron un 33.3% de 2022 a 2023, y las atribuidas a opioides naturales y semisintéticos bajaron un 17.1%. Por su parte, las muertes atribuibles a metadona se mantienen estables, sugiriendo un control relativo en esa área.
Sin embargo, no todas las sustancias involucradas han mostrado un comportamiento positivo; las muertes por sobredosis relacionadas con cocaína y con psicoestimulantes con potencial de abuso, como la metanfetamina, continuaron en aumento en 2023. La tasa de muertes asociadas con cocaína creció un 4.9%, pasando de 8.2 a 8.6 por cada 100,000 habitantes, mientras que las relacionadas con psicoestimulantes aumentaron un 1.
9%, alcanzando 10.6 en 2023. Esta tendencia pone en relieve la complejidad del panorama, ya que, pese a avances en la reducción de muertes por opioides, las sustancias estimulantes emergen como una amenaza creciente. Las variaciones observadas se deben en parte a múltiples factores que afectan el patrón de uso de drogas, disponibilidad de sustancias, así como a las estrategias implementadas en prevención, tratamiento y políticas públicas. Las sobredosis no solo resultan de un uso intencional, sino también de errores médicos, consumo inadvertido o administración incorrecta, haciendo imprescindible que la vigilancia epidemiológica sea rigurosa y exhaustiva.
Entre 92% y 93% de las muertes por sobredosis en 2023 fueron consideradas como no intencionales, mientras que los suicidios representaron aproximadamente el 4.4%, y los casos con intención indeterminada alcanzaron un 2.8%. La incidencia de homicidios relacionados con drogas fue menor al 1%. Estos datos evidencian que el principal foco debe estar en la prevención de sobredosis accidentales y en la mejora del acceso a tratamientos de dependencia y reducción de daños.
Un aspecto fundamental para la interpretación de estas estadísticas es el reconocimiento de dificultades en la clasificación y reporte de datos. Se sabe que el origen racial y étnico puede estar subestimado en certificados de defunción, afectando notablemente la precisión en grupos como los indígenas americanos y los asiáticos. Asimismo, la identificación específica de las sustancias involucradas puede variar según la jurisdicción y las capacidades de los servicios médicos forenses, influyendo en la exactitud y profundidad de los datos. En cuanto al proceso metodológico, el reporte se basa en el Sistema Nacional de Estadísticas Vitales, utilizando las clasificaciones internacionales para causas de muerte, y hace uso de técnicas avanzadas para ajustar las tasas por edad, permitiendo una comparación justa en el tiempo y entre diversos grupos poblacionales. La crisis de sobredosis de drogas en Estados Unidos da cuenta de un problema multidimensional que afecta de manera distinta según la edad, género, etnia y el tipo de droga involucrada.