El Obelisco de Luxor, una imponente estructura de más de 3000 años de antigüedad ubicada en la Place de la Concorde en el corazón de París, ha sido durante décadas un símbolo emblemático que atrae tanto a turistas como a estudiosos. Sin embargo, recientemente este monumento ha revelado secretos hasta ahora invisibles para el público y para la mayoría de los expertos en egiptología. Jean-Guillaume Olette-Pelletier, un egiptólogo y profesor universitario, ha descubierto un conjunto de mensajes ocultos grabados en los jeroglíficos del obelisco, un hallazgo que nos transporta a la antigua civilización del antiguo Egipto presentando un nuevo nivel de complejidad en la comunicación faraónica. Durante sus paseos diarios en épocas de pandemia, Olette-Pelletier, fascinado por la antigüedad del monumento, notó un detalle particular en la forma en que los jeroglíficos parecían señalar hacia el pórtico del Templo de Luxor, lugar original donde el obelisco fue erigido miles de años atrás. Motivado por esta curiosidad, volvió repetidas veces con binoculares y cuaderno, dedicándose a registrar cada inscripción con el fin de reconstruir un posible mensaje oculto en el monumento.
Cuando París inició los preparativos para los Juegos Olímpicos de verano de 2024, se comenzaron a colocar andamios para renovar varias arquitecturas emblemáticas, lo que permitió a Olette-Pelletier solicitar y obtener permiso para examinar de cerca el obelisco. Esto lo convirtió en la primera persona en más de un siglo en escalar esta estructura monumental de granito rojo. Durante esta inspección minuciosa, el egiptólogo identificó siete jeroglíficos crípticos o cripto-jeroglíficos, un tipo de escritura compleja compuesta de juegos de palabras y rompecabezas visuales. Este estilo especial de comunicación fue documentado inicialmente en la década de 1950 por el Cánon Étienne Drioton y estaba destinado exclusivamente a la élite intelectual del antiguo Egipto, quienes podían descifrar las sutilezas y simbolismos ocultos. A diferencia de la escritura jeroglífica convencional, los cripto-jeroglíficos requerían un conocimiento profundo y sofisticado, empleando técnicas como la inversión de la dirección de lectura, símbolos dobles con significados ocultos y referencias a deidades específicas, todo para transmitir mensajes cargados de poder y legitimidad.
Estos mensajes secretos encontrados en el obelisco parecen estar diseñados para reforzar la posición divina de Ramsés II, el gran faraón que gobernó Egipto y usó monumentos como este para consolidar su autoridad. La inscripción subraya que Ramsés fue escogido por los dioses, en especial Amun-Re y Maat, para gobernar, enfatizando su linaje sagrado y su derecho divino al trono. Ramsés llegó al poder a los 25 años tras la muerte de su padre Seti, y no nació como monarca. Por ello, utilizar símbolos y mensajes enigmáticos en monumentos públicos fue una estrategia decisiva para validar su soberanía ante la élite y asegurar la estabilidad de su reinado. Un detalle fascinante reside en la orientación de los jeroglíficos.
Por ejemplo, en la cara del obelisco que mira hacia el río Nilo, Ramsés aparece haciendo una ofrenda a Amun mientras lleva una corona que representa la unión de las tierras del Alto y Bajo Egipto. Este detalle visual solo podía ser apreciado por la nobleza que llegaba al Templo de Luxor en barco durante el exclusivo festival Opet, cuya función principal era renovar y celebrar el poder real y la fertilidad de la tierra. Esta ubicación estratégica indica que solo los miembros más selectos de la sociedad podían interpretar el mensaje oculto, reforzando así la idea de que el faraón era una deidad viviente intocable y eterna. Además, en la cara opuesta que mira hacia el desierto, otro símbolo que emerge es la corona con cuernos de toro que Ramsés porta, connotando poder divino y fuerza. Junto a este símbolo hay referencias a una mesa de ofrendas, instruyendo a los observadores a realizar sacrificios a los dioses para apaciguar sus potenciales inclinaciones destructivas y mantener el equilibrio.
Este simbolismo apunta a la importancia de las ceremonias religiosas y de mantener el favor divino para el bienestar del reino y sus ciudadanos. Es importante recordar que el obelisco forma parte de un par del que el segundo se encuentra todavía en El Cairo. Ambos fueron tallados en el mismo bloque de granito y regalados a Francia por Mohamed Ali, gobernante otomano de Egipto, en 1830. Después de un arduo viaje marítimo a través del Mediterráneo llevado a cabo a bordo de un barco especialmente construido para la ocasión, fue finalmente erigido en París en 1836, convirtiéndose en uno de los símbolos más queridos de la ciudad. Este descubrimiento de las cripto-jeroglíficos es una demostración clara de cómo la egiptología sigue revelando secretos ocultos y que todavía hay mucho más por aprender sobre esta antigua civilización.
La herramienta de la criptografía jeroglífica ofrece una lectura completamente nueva y más profunda de los textos faraónicos formalmente conocidos, lo cual enriquece el entendimiento de su historia, cultura y estrategias políticas. Los hallazgos de Jean-Guillaume Olette-Pelletier serán publicados próximamente en la revista francesa ENiM, dedicada a la egiptología, lo que seguramente abrirá el debate académico y atraerá la atención internacional sobre estas inscripciones enigmáticas. Más allá de su valor histórico, este descubrimiento invita a reflexionar sobre cómo el arte y la escritura pueden ser vehículos poderosos para la propaganda basada en creencias religiosas y sociales. Además, es un ejemplo fascinante de cómo la vejez de monumentos no debe ser sinónimo de estancamiento intelectual, sino que pueden aún guardar secretos capaces de inspirar nuevas investigaciones y revalorizar el patrimonio cultural universal. En suma, el Obelisco de Luxor en París no sólo es un vestigio imponente de Egipto en la capital francesa, sino también un testimonio profundamente encriptado del genio político y religioso de Ramsés II y su habilidad para comunicarse con aquellos cuya posición les confería el privilegio de entender sus mensajes secretos y, a su vez, perpetuar su legado.
Estos reveladores mensajes cripto-jeroglíficos enriquecen el alma histórica del monumento y nos recuerdan que la civilización egipcia antigua sigue ofreciendo misterios apasionantes que esperan ser descifrados. A medida que la arqueología y la egiptología avanzan, es probable que continúen apareciendo descubrimientos que amplíen nuestra comprensión de una cultura que ha fascinado al mundo durante milenios.