En los últimos meses, el ecosistema de criptomonedas en Estados Unidos ha estado en pleno auge, gracias a un entorno regulatorio que parece abrir nuevamente las puertas para que este sector se integre más de cerca con la banca tradicional. Desde la presidencia de Donald Trump, se han presentado señales claras que indican un cambio de rumbo respecto a las políticas cripto, fomentando una convivencia más estrecha entre estas tecnologías disruptivas y las instituciones financieras establecidas. En este contexto, compañías de renombre como Circle, Paxos, Coinbase y BitGo están manifestando su intención de obtener cartas bancarias federales o licencias específicas para operar dentro del marco legal adecuado y responder a las exigencias regulatorias emergentes. El interés de estas entidades por convertirse en bancos o instituciones similares no es casualidad. Actualmente, las empresas de criptomonedas se enfrentan a un complejo entramado regulatorio que exige cumplir con normativas similares a las que enfrentan las instituciones bancarias tradicionales, incluyendo estrictos controles contra el lavado de dinero y la gestión de riesgos financieros.
Obtener un estatuto oficial como banco permitiría a estas firmas emitir stablecoins—monedas digitales respaldadas por reservas en efectivo o instrumentos de deuda a corto plazo—de forma legal y bajo supervisión federal, lo que fortalecería la confianza de los inversores y usuarios. Circle, conocido principalmente por su stablecoin USD Coin (USDC), que es la segunda más grande en circulación después de Tether, busca así consolidar su posición en el mercado con una licencia federal que respalde sus operaciones. Esta stablecoin mantiene su valor gracias a reservas en efectivo y en instrumentos financieros seguros, proporcionando un refugio estable para los usuarios en medio de la volatilidad del mercado cripto. De manera similar, BitGo aspira a convertirse en banco federal, y se ha destacado recientemente por ser el custodio de USD1, una stablecoin respaldada por reservas y emitida por World Liberty Financial, la compañía cripto propiedad de la familia Trump. Esta alianza subraya la creciente influencia del regreso de Trump en la política y el desarrollo de la industria cripto.
Por su parte, Coinbase y Paxos están evaluando una variedad de opciones regulatorias, desde cartas fiduciarias nacionales hasta licencias para bancos industriales, con la finalidad de optimizar sus operaciones y ofrecer productos financieros más sólidos y regulados, como préstamos o emisión directa de monedas digitales estables. Estos movimientos se dan en un momento en el que el ambiente regulatorio comienza a aflojarse tras años de restricciones y errores en el sector que incluyeron la caída de FTX y el cierre de bancos aliados como Silvergate Capital y Signature Bank. Estas vicisitudes generaron una retirada significativa de servicios bancarios tradicionales para las firmas cripto, quienes ahora ven una oportunidad para regresar al sector financiero convencional mediante la obtención de cartas bancarias. El respaldo político del Gobierno de Trump establece un nuevo paradigma. Su promesa de convertir a Estados Unidos en una “superpotencia Bitcoin” y la reciente flexibilización de normativas que exigían aprobación federal para que bancos realicen actividades relacionadas con cripto, ha generado un ambiente más dispuesto para que bancos y empresas de criptomonedas trabajen juntos.
Además, existen dos proyectos de ley en el Congreso que pretenden regular las stablecoins de forma más estricta, con el objetivo de asegurar que los emisores cuenten con licencias legales apropiadas, lo que indica que la integración normativa está en marcha. Más allá de Estados Unidos, grandes entidades financieras globales también están explorando cómo expandir sus operaciones cripto al país norteamericano. Bancos reconocidos como Deutsche Bank y Standard Chartered han manifestado su interés en este mercado, lo que sugiere una tendencia hacia la consolidación y la globalización de los servicios financieros digitales. Asimismo, corporaciones financieras domésticas han dado señales claras. Bank of America, por ejemplo, bajo la dirección de su CEO Brian Moynihan, manifestó su intención de lanzar una stablecoin una vez que el marco legal se establezca claramente, mientras que US Bancorp acaba de reiniciar su servicio de custodia cripto mediante una alianza estratégica con NYDIG.
No obstante, no todo ha sido un camino sencillo para estos aspirantes a bancos cripto. Anchorage Digital, la primera empresa cripto en conseguir una carta bancaria federal en 2021, ha tenido que invertir decenas de millones de dólares en cumplir con los estándares regulatorios, y aún así ha enfrentado sanciones por incumplimientos relacionados con reglas contra el lavado de dinero. Este ejemplo pone en perspectiva las dificultades y el coste del cumplimiento normativo, aunque también evidencia el compromiso creciente del sector para alinearse con las leyes existentes y garantizar operaciones legítimas y transparentes. La figura de BitGo cobra especial relevancia al custodiar tanto la stablecoin del clan Trump como activos para grandes fondos institucionales como BlackRock, lo que refleja no solo confianza sino un puente tangible entre las finanzas tradicionales y el mundo cripto. La colaboración de BitGo con otras entidades en programas de préstamos respaldados por Bitcoin agrega una capa adicional de solidez y expansión del mercado financiero digital, acercando la tecnología blockchain a productos financieros convencionales.
En el núcleo de esta transformación se encuentran las stablecoins, consideradas como piezas clave para que los usuarios y empresas puedan navegar con menor riesgo dentro del volátil entorno cripto. Monedas como Tether y USD Coin, con miles de millones en circulación, representan un activo relativamente estable respaldado por reservas líquidas. Por lo tanto, las regulaciones que aseguren la transparencia y solvencia de estas monedas digitales son esenciales para mantener la confianza del mercado y evitar crisis similares a las observadas en el pasado reciente. La nueva estrategia impulsada por el Gobierno de Trump no solo promueve la obtención de cartas bancarias por parte de empresas de criptomonedas sino que también indica un cambio de percepción hacia un ecosistema donde estas tecnologías y mercados coexisten e incluso se potencian mutuamente. Tras años de reticencia y cierre de caminos, el escenario cripto en Estados Unidos parece encaminado hacia una era de mayor madurez y regulación, con un modelo que podría servir como referencia para otras naciones.