El sector servicios en el Reino Unido, que representa aproximadamente el 75% de la economía nacional, ha experimentado una significativa recaída tras una expansión continua de 17 meses, registrando su primera contracción en abril de 2025. Este retroceso está vinculado directamente a la incertidumbre generada por la guerra de aranceles iniciada por el expresidente estadounidense Donald Trump, una situación que ha impactado negativamente en las nuevas órdenes comerciales y las exportaciones del sector. La preocupación principal gira en torno a las medidas proteccionistas anunciadas desde Washington, las cuales han reducido la confianza empresarial y encendido las alarmas sobre el futuro económico del país. La encuesta realizada entre los directores de compras del sector servicios refleja una clara disminución en la actividad, con el índice PMI (Purchasing Managers' Index) ajustado estacionalmente bajando a 49.0 en abril, desde 52.
5 en marzo. Un valor inferior a 50 indica contracción, y aunque la bajada fue marginal, marcó el peor desempeño desde enero de 2023. Esta disminución es particularmente relevante porque indica que después de más de un año de crecimiento modesto, la incertidumbre comercial está comenzando a ralentizar el ritmo de recuperación económica. Entre los factores que han influido en esta situación, destacan las preocupaciones sobre nuevas oleadas de aranceles que podrían intensificarse. Recientemente, Trump sugirió la posibilidad de imponer un impuesto del 100% a las películas fabricadas en el extranjero.
Esta propuesta ha generado gran inquietud en el sector cultural y creativo del Reino Unido, dado que podría suponer un golpe devastador para la industria cinematográfica local, la cual depende en gran medida de exportaciones y cooperación internacional. Esta política proteccionista no solo pone en riesgo la estabilidad de ciertos sectores económicos, sino que también alimenta un clima de aversión al riesgo y retraso en las decisiones de inversión y gasto por parte de los clientes y consumidores. El panorama no se limita solo a las repercusiones internacionales. En el ámbito doméstico, las empresas de servicios más pequeñas han señalado que los aumentos fiscales implementados por la ministra de Finanzas Rachel Reeves han elevado los costos operativos, obligándolas a reducir su plantilla laboral a un ritmo acelerado durante abril. Este agravante ha contribuido a la contracción general del sector, limitando el crecimiento de la demanda interna y afectando la generación de empleo.
En este contexto, el Banco de Inglaterra enfrenta presión para ajustar las tasas de interés y estimular la economía. Se espera que disminuya la tasa de interés a 4.25% desde 4.5%, una señal de que las autoridades monetarias prevén la necesidad de aliviar las condiciones crediticias para evitar que la desaceleración se convierta en una recesión más prolongada. Algunos analistas sugieren incluso que los recortes podrían acelerarse en el futuro cercano, con la intención de contrarrestar el impacto negativo de la política comercial estadounidense sobre el crecimiento económico.
Sin embargo, aunque el crecimiento se está ralentizando, la inflación no presenta un impacto claro o inmediato, lo que añade complejidad a la toma de decisiones del banco central y complica las estrategias para equilibrar crecimiento e inflación. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también se ha sumado a la visión conservadora sobre el crecimiento del Reino Unido, reduciendo su pronóstico para 2025 del 1.6% a un 1.1%. A pesar de esta baja revisión, el FMI considera que el Reino Unido aún podría superar a otras economías europeas destacadas, como Francia y Alemania, en términos de crecimiento, dadas sus características estructurales y capacidad de adaptación.
Este escenario refleja la dualidad de una economía que atraviesa desafíos externos e internos pero que mantiene potencial para una recuperación relativamente robusta en un contexto europeo complejo. Además, un análisis comparativo con otros países del euro revela que, aunque el crecimiento en el sector servicios también ha mostrado signos de desaceleración, la caída no ha resultado en una contracción significativa, manteniéndose en niveles modestos de expansión. Esto pone en evidencia que la situación del Reino Unido es más vulnerable debido a factores adicionales como la exposición a políticas comerciales restrictivas estadounidenses y dinámicas fiscales internas. La situación actual genera preocupación significativa tanto en el sector privado como en el gubernamental. Los líderes empresariales y responsables políticos enfrentan el reto de gestionar un entorno de creciente incertidumbre, donde la guerra comercial afecta no solo la balanza comercial sino también la confianza para inversión y contratación.
Las medidas fiscales internas deben manejarse con cuidado para no exacerbar la pérdida de competitividad ni erosionar el tejido empresarial, especialmente en el complicado escenario post-pandemia que aún marca las cadenas de suministro y el comportamiento de los consumidores. La contracción del sector servicios implica también impactos sociales, dada la importancia del sector en la generación de empleo y en el sostén de muchas familias en el Reino Unido. El aumento en las tasas de desempleo, producto de las reducciones de plantilla en las empresas, puede presionar la demanda doméstica y afectar el consumo, alimentando un círculo vicioso que podría prolongar la desaceleración económica. En conclusión, el retroceso en el sector servicios del Reino Unido es un síntoma claro de la volatilidad y los riesgos asociados a la actual coyuntura económica global. La guerra comercial impulsada por Estados Unidos ha acentuado estas dificultades, reduciendo las exportaciones y frenando la confianza empresarial.
Junto a ello, las políticas fiscales nacionales y la política monetaria en evolución buscan equilibrar estímulos y control, en un contexto que demanda flexibilidad y respuestas rápidas. Las perspectivas para el futuro inmediato dependen en gran medida de la evolución del entorno comercial internacional, la gestión interna de la política económica y la capacidad de adaptación de las empresas y el mercado laboral. Resulta fundamental mantener una vigilancia constante sobre las señales de mercado, promover la innovación y diversificación económica, y buscar una agenda negociadora que mitigue riesgos y abra nuevas oportunidades para el sector servicios, clave para la recuperación y el crecimiento sostenible del Reino Unido.