‘On the Edge’: Apuesta en los Lugares Equivocados Nate Silver, conocido por su notable trabajo en predicción de elecciones y su libro de éxito “The Signal and the Noise”, regresa con “On the Edge: The Art of Risking Everything”. Sin embargo, esta nueva obra ha suscitado críticas por su enfoque desarticulado y su celebración poco crítica del mundo del juego y el capital de riesgo. La pregunta que se presenta es si realmente Silver está apostando en los lugares correctos, cuando el contexto actual del juego plantea profundas preocupaciones sociales. El libro, publicado en agosto de 2024, es una exploración del “mundo del riesgo”, donde el autor se adentra en la cultura del juego, la inversión arriesgada y la mentalidad de aquellos que buscan maximizar el valor esperado. En su mirada a este universo, Silver usa el término “River”, que proviene del póker, para representar un estado de consciencia que implica no solo aceptar el riesgo, sino explotarlo para obtener ganancias.
Sin embargo, su interpretación de este término parece más un truco estilístico que una reflexión profunda sobre las implicaciones que conlleva. En el primer capítulo, Silver presenta cifras alarmantes sobre el crecimiento de la industria del juego en Estados Unidos, que alcanzó un costo de 130 mil millones de dólares en pérdidas en 2022. Esta economía del juego, que alcanza los 1.3 billones de dólares, ha crecido de manera vertiginosa, abriendo un debate sobre las externalidades negativas que conlleva. A lo largo de la obra, el autor describe cómo las casas de apuestas y las plataformas de juego han perfeccionado sus estrategias para captar a los apostadores, a menudo sin considerar el impacto destructivo que esto puede tener en la sociedad.
En un momento, Silver indica que “si tienes un problema de juego, alguien encontrará un producto que resuene con tus instintos probabilísticos”. Esto plantea una preocupación importante: ¿es realmente necesario glorificar una industria que, al igual que la del opio, tiene un componente destructivo inherente? El enfoque de Silver parece ignorar las consecuencias de una adicción al juego, donde los problemas de salud mental y el empobrecimiento de las comunidades quedan en segundo plano a favor de la celebración de las habilidades de los apostadores exitosos. La estructura del libro resulta confusa, dividiéndose en dos partes, con una interludio donde se enumeran los “trece hábitos de los apostadores exitosos”. Mientras que la primera parte parece rendir homenaje a la industria del juego, la segunda abarca una variedad de temas relacionados con Silicon Valley, la caída de figuras como Sam Bankman-Fried y la interrelación entre inteligencia artificial y el mundo del juego. La cobertura dispersa hace que la obra carezca de un hilo conductor, y muchos de los argumentos se pierden en anécdotas irrelevantes que no contribuyen a brindar una visión clara del tema.
Silver intenta apuntar a la atracción que tienen los riesgos para las masas, especialmente después de la pandemia. La legalización de las apuestas deportivas en 2018 ha contribuido a una expansión sin precedentes de la industria, inundando el mercado con ofertas irresistibles. Sin embargo, su análisis se limita a observar los cambios en la conducta del consumidor, sin profundizar en cómo la oferta ha controlado esta nueva demanda, convirtiendo a las plataformas de apuesta en omnipresentes en la vida cotidiana. Es aquí donde la crítica se vuelve vital. Los modelos de negocio de las casas de apuestas, al igual que los narcóticos, crean adicción y destrucción.
Al igual que la industria del tabaco, que se benefició de décadas de minimización de los riesgos para la salud, la industria del juego está en su apogeo, invisibilizando su oscura realidad mientras rinde homenaje a los ganadores. Silver, al abarcar el ángulo del “River”, parece ignorar que el éxito en este ámbito a menudo proviene de una explotación sistemática de la debilidad humana. A medida que el libro avanza, Silver se adentra en el mundo de Silicon Valley, describiendo cómo los riesgos empresariales y la cultura del “fracaso rápido” se entrelazan con el juego en un cóctel explosivo. En lugar de instar a una reevaluación crítica de estos enfoques y sus consecuencias, el autor se siente cómodo dentro de esta cultura, incluso brindando una plataforma a industriales que han profanado los sistemas establecidos para su beneficio personal. Una de las críticas más penetrantes al libro está relacionada con su desprecio por el riesgo sistémico.
Silver menciona que el auge del juego es una reacción a los tiempos recientes, pero parece olvidar que la inundación del mercado de apuestas se debe más a una estrategia de negocio bien orquestada, facilitada por la legalización y minimización de la fricción para los apostadores. Esto sugiere que estamos atrapados en un ciclo donde lo “bueno” para las casas de apuestas es, en esencia, perjudicial para la sociedad. A pesar de algunos momentos en los que el autor sugiere que quizás la concentración de riqueza en Silicon Valley da lugar a un desequilibrio ecológico, rápidamente se retracta y se presenta como “un capitalista” a la vanguardia de un juego emergente. Este tono ambivalente resalta una falta de coraje para criticar realmente las dinámicas de poder en estas industrias. ¿Qué valor realmente aporta el mundo del juego al ámbito social? Silver no aborda la cuestión del valor añadido en la misma medida que sus protagonistas en el libro, dejando a los lectores con más preguntas que respuestas.