En un momento en el que las promesas electorales son más abundantes que nunca, Keir Starmer, líder del Partido Laborista del Reino Unido, ha presentado una propuesta que, según muchos críticos, se basa en una visión ilusoria de la economía. En un reciente discurso, Starmer aseguró que, si es elegido, no habrá aumentos de impuestos para "los trabajadores". Sin embargo, más allá de este mantra electoral, se esconden realidades económicas que merecen una discusión más profunda. La frase "los trabajadores" ha generado confusión y debate. ¿Acaso se refiere únicamente a los empleados en activo? ¿Incluye a los pensionistas, a los autónomos, o a aquellos que trabajan en la economía informal? Este término, utilizado de manera ambigua, no revela nada sobre las intenciones reales de su gobierno en materia fiscal.
Muchos interpretan que esto implica que no habrá aumentos en el impuesto sobre la renta, en el Seguro Nacional o en el IVA; no obstante, ¿es posible que los impuestos solo impacten a los que están en la cima de la pirámide económica, como las grandes corporaciones y los ultra-ricos? La realidad es que los impuestos no funcionan de manera unilateral. El impacto de un impuesto se refiere a la forma en que afecta al contribuyente directo. Por ejemplo, un impuesto sobre el tabaco puede disminuir el consumo de cigarrillos. Pero lo que muchas veces se ignora es la incidencia del impuesto, es decir, quién termina pagando realmente por ese impuesto. Un caso claro es el impuesto sobre las ventas: a pesar de que las empresas son las que recaudan estos impuestos, el costo se transfiere inevitablemente a los consumidores a través de precios más altos.
Tomemos como ejemplo el impuesto a las corporaciones. Las empresas en sí no pueden "pagar" impuestos en el sentido tradicional. La carga fiscal se transfiere a los inversores mediante menores rendimientos, a los consumidores a través de precios más altos y a los empleados a través de salarios más bajos. En un mercado competitivo, es probable que los trabajadores sean los más afectados. Un estudio del Centro de Tributación Empresarial de la Universidad de Oxford reveló que casi el 50% del aumento del impuesto sobre las corporaciones se repercute en los salarios de los empleados.
Otro impuesto que tal vez no se considere es el de las ganancias de capital, que afecta a muchas 'personas trabajadoras' que tienen inversiones. Aumentar este tipo de impuesto también podría tener consecuencias severas para la economía. En particular, reducir la inversión lleva a una menor productividad, lo que, a largo plazo, se traduce en salarios más bajos. Cuando se encarecen los impuestos sobre las ganancias de capital, los dividendos o los intereses de ahorro, se estima que disminuye la inversión. Esto significa menos capital disponible para que las empresas crezcan, innoven y creen empleos.
La paradoja es que, al final, el gobierno podría recaudar menos de lo anticipado, socavando el propósito mismo del aumento de impuestos. La noción de que se pueden implementar aumentos tributarios significativos sin afectar a "los trabajadores" es, en términos sencillos, una fantasía. Cada incremento fiscal genera efectos colaterales que inevitablemente regresan al ciudadano común, ya sea en forma de menos oportunidades laborales, salarios más bajos, o precios más altos en bienes y servicios. Creer que es posible aumentar los ingresos tributarios sin afectar a la población general es una ilusión peligrosa que puede tener implicaciones graves para el bienestar económico de la sociedad. Con las elecciones a la vista y un presupuesto crucial en octubre, es esencial que los votantes reconozcan las consecuencias a largo plazo de las propuestas fiscales de Starmer.
La atención debería centrarse en políticas que fomenten el crecimiento económico, en lugar de estrangularlo. Sin un enfoque en la creación de riqueza y el fomento de un entorno de inversión saludable, los aumentos de impuestos que se avecinan podrían causar más daño que beneficio a aquellos a quienes el gobierno afirma querer proteger. Los críticos de la política fiscal de Starmer argumentan que, aunque puede parecer que los aumentos se dirigen a un pequeño número de personas ricas o a grandes corporaciones, en la práctica, todos terminamos pagando el precio. Las decisiones fiscales tienen un efecto dominó, afectando al costo de vida y la estabilidad laboral de los ciudadanos comunes. La narración de que los "trabajadores" saldrán indemnes es engañosa y peligrosa.
La realidad económica es compleja y, en gran medida, interconectada. Las políticas fiscales deben ser consideradas con atención a sus efectos a largo plazo y a las reacciones del mercado. Cada incremento en impuestos puede parecer una solución inmediata, pero el costo real puede ser mucho más alto. La economía no es solo un conjunto de números; es un ecosistema que beneficia o perjudica a todos los niveles de la sociedad. Por lo tanto, es fundamental que la población esté alerta y deliberada en su elección de política y liderazgo.
El mensaje aquí es claro: la economía no se puede simplificar en lemas agradables ni en promesas de impuestos que no afecten a la clase trabajadora. Un enfoque realista e informado es vital para educar a los votantes sobre lo que está en juego. En las próximas semanas y meses, Keir Starmer y su partido tendrán la responsabilidad de explicar su visión económica de manera clara y honesta. Los votantes merecen entender cómo las decisiones del gobierno influirán en sus vidas, ya sea a través de políticas fiscales, oportunidades laborales o el costo de la vida. La situación actual presenta un desafío formidable.
La complejidad de la economía moderna y las expectativas de los ciudadanos requieren una discusión extensa y honesta. Las promesas electorales deben ser respaldadas por análisis y hechos. La narrativa de que se puede administrar economía sin afectar a "los trabajadores" necesita ser reconsiderada y revaluada críticamente. Así que, antes de dejarse llevar por las promesas simplistas de reformas fiscales, los ciudadanos deben profundizar en la realidad económica que enfrentan. Las elecciones son una oportunidad para que las voces sean escuchadas y para que las decisiones se tomen con base en una comprensión crítica y realista de las políticas que se proponen.
Al final, lo que está en juego es mucho más que números en un presupuesto; se trata de las vidas y el bienestar de las personas.