En los últimos años, especialmente durante la segunda presidencia de Donald Trump, un aumento significativo en las detenciones y revisiones rigurosas en los aeropuertos de Estados Unidos ha generado un ambiente de inquietud y preocupación profunda entre los viajeros. Para muchos, esta situación ha dejado de ser un simple trámite migratorio para convertirse en una fuente constante de ansiedad que afecta incluso a profesionales especializados en derecho migratorio. El fenómeno no pasa desapercibido ni para los expertos ni para los simples ciudadanos. Jeff Joseph, un abogado de inmigración radicado en Colorado y presidente electo de la American Immigration Lawyers Association, ha admitido que el nivel de nerviosismo entre sus colegas ha alcanzado niveles sin precedentes. Sorprendentemente, tener un amplio conocimiento del sistema migratorio y sus complejidades no brinda tranquilidad, sino que amplifica la percepción de riesgo y temor.
El temor a ser retenido o enviado a una inspección secundaria, donde las autoridades tienen mayor libertad para incautar dispositivos electrónicos y revisar información personal, ha llevado a personas incluso a tomar medidas que antes se considerarían excesivas o paranoicas. Algunos viajeros deciden no llevar sus teléfonos principales, optando por dispositivos «quemados» o sin datos personales para proteger su privacidad y mitigar posibles problemas. Este estado de alerta no se limita solo a los abogados o expertos en inmigración. En foros y redes sociales, miles de personas comparten consejos, experiencias y estrategias para evitar complicaciones en los controles fronterizos. Desde borrar cuentas de redes sociales hasta desactivar funciones de reconocimiento facial en sus dispositivos, los viajeros buscan todas las formas posibles para prevenir ser seleccionados para un escrutinio más intenso.
La preocupación también se extiende a la documentación personal. Por precaución, muchos llevan copias físicas de certificados de nacimiento, actas de matrimonio y otros documentos esenciales para poder demostrar su identidad o estado civil rápidamente, ante la posibilidad de ser interrogados con mayor profundidad. Las razones detrás de este clima de inseguridad son multifacéticas. Por un lado, la administración Trump ha adoptado una postura más estricta en materia migratoria, incrementando la vigilancia y el poder de los agentes de control fronterizo. Por otro lado, las tácticas y protocolos en puestos de control se han vuelto menos transparentes y más arbitrarios desde el punto de vista de los viajeros.
Estas detenciones frecuentes, acompañadas de revisiones exhaustivas, crean un efecto disuasorio, pero también un daño colateral importante. Los turistas, migrantes legales y hasta ciudadanos estadounidenses experimentan una sensación de vulnerabilidad y miedo que repercute en la experiencia misma de viajar. La percepción es que entrar o salir de Estados Unidos se ha transformado en una experiencia que requiere una preparación meticulosa y a veces extrema. Además, el impacto psicológico no puede subestimarse. La anticipación a un posible interrogatorio intenso o la incertidumbre sobre la privacidad de la información almacenada en dispositivos personales contribuyen a un nivel de estrés que va más allá del momento del viaje.
Muchos reportan sentirse “freaked out”, una expresión que describe perfectamente la mezcla de sorpresa, miedo y confusión que domina ese momento. El debate público sigue abierto sobre si estos temores están justificados o si, como algunos representantes oficiales aseguran, la percepción del público está sobredimensionada. Sin embargo, la realidad es que las experiencias relatadas por viajeros y expertos sugieren que el cambio en la enforcement migratoria ha transformado la frontera aérea en un espacio más hostil y complejo. Además, esta situación puede tener efectos secundarios negativos para la economía, especialmente para el turismo y los viajes de negocios, que son sectores clave en la economía estadounidense. La incertidumbre y el miedo pueden desalentar tanto a turistas internacionales como a ciudadanos estadounidenses de viajar, generando pérdidas económicas importantes a largo plazo.
La tecnología en el centro del debate también es un elemento crucial. La preocupación por la privacidad digital y la seguridad de los datos personales está en aumento, ya que los oficiales de aduanas y fronteras tienen facultades para revisar y, en ocasiones, confiscar dispositivos electrónicos. Esto genera un conflicto entre la necesidad de seguridad y la protección de derechos individuales en un mundo cada vez más conectado. En este contexto, los expertos en derecho migratorio recomiendan tomar precauciones sensatas: estar preparados para cooperar con las autoridades sin ceder a la ansiedad, conocer bien los derechos y procedimientos vigentes, y evaluar cuidadosamente qué información personal llevar durante el viaje. Sin embargo, la recomendación más importante es mantenerse informado y adaptarse a las condiciones cambiantes que marcan el control migratorio en Estados Unidos.
En conclusión, las detenciones en aeropuertos durante la era Trump han generado un cambio profundo en la experiencia del viaje hacia y desde Estados Unidos. La ansiedad y el miedo reflejan un cambio real en la forma en que las agencias gubernamentales operan en la frontera, afectando no solo a migrantes o viajeros internacionales, sino a toda una gama de personas que deben enfrentar los controles migratorios en vuelos internacionales. Comprender este fenómeno es fundamental para prepararse adecuadamente y navegar en un entorno que ha cambiado de manera significativa y que seguirá evolucionando en los próximos años.