En los últimos meses, el ambicioso proyecto de Worldcoin, cofundado por elCEO de OpenAI, Sam Altman, ha sido objeto de controversia y caos en Berlín. La iniciativa, que busca crear identidades digitales a través del escaneo de iris, prometía recompensas en criptomonedas a quienes se sumaran al programa. Sin embargo, la distribución gratuita de su token ha degenerado en disturbios y peleas, poniendo en evidencia las vulnerabilidades del sistema y el trasfondo social de algunos de sus participantes. Todo comenzó en marzo de este año, cuando las estaciones de escaneo de Worldcoin en Berlín se inundaron de personas dispuestas a recibir el escaneo a cambio de criptomonedas. La promesa era tentadora: alrededor de 100 dólares en tokens WLD por cada participación.
Sin embargo, la realidad desbordó las expectativas, y las colas se convirtieron en un campo de batalla. Informes sobre peleas físicas surgieron de manera escalofriante. Un incidente destacado sucedió en un centro comercial de Berlín, donde un grupo de chechenos, refugiados y guardias de seguridad se vieron involucrados en un violento enfrentamiento. La situación se recrudeció cuando tres refugiados fueron rechazados para el escaneo, lo que provocó que los chechenos, quienes supuestamente intentaban reclutar a nuevas personas para obtener las recompensas, comenzaran a lanzar objetos y a intercambiar golpes. Estas alteraciones del orden público no eran un caso aislado.
Diversas fuentes señalaron que varias estaciones de escaneo de Worldcoin en Berlín fueron testigos de enfrentamientos similares, en los que los participantes estaban motivados por diversos intereses, algunos legítimos, otros mucho menos claros. Muchos de los que se ofrecieron como voluntarios no eran entusiastas de las criptomonedas, sino personas vulnerables, como homeless y consumidores de drogas, que fueron incentivados a participar por grupos sospechosos. La dinámica era sencilla: los reclutadores ofrecían hasta 50 euros a los necesitados, quienes accedían a escanear su iris y, tras obtener su recompensa en criptomonedas, terminaban entregando los tokens a sus contratistas. Este esquema llevó a la explotación de personas en situaciones precarias y rápidamente se convirtió en un fenómeno en la capital alemana. A medida que las tensiones aumentaban, Worldcoin intentó implementar medidas de control para evitar lo que consideraban inscripciones de “indeseables”.
Sin embargo, las directivas que se dieron a los empleados para que indagaran sobre los motivos detrás de la solicitud del escaneo sólo aumentaron la frustración. Para muchos, no saber cómo responder a estas preguntas se traducía en ser rechazados, lo que generaba aún más descontento entre quienes luchaban por obtener los ingresos prometidos. Una fuente cercana a la situación informó que hubo constantes amenazas y comportamientos agresivos hacia los trabajadores de Worldcoin, quienes no solo debían lidiar con la presión de cumplir con los objetivos, sino también con la inseguridad que generaban ciertos grupos en los alrededores de las estaciones. En este ambiente de tensión, los empleados de tiendas cercanas empezaron a alertar a la administración del centro comercial sobre el descontrol. Las peleas se convirtieron en parte del paisaje cotidiano, y la intranquilidad reinó en el lugar.
El problema se complicó aún más cuando se reveló que una vez que se desbloqueaba la criptomoneda, el valor de WLD comenzó a desplomarse, cayendo un 85% desde sus picos iniciales. Esto despertó la avaricia y el aprovechamiento de ciertos grupos que hasta aquel momento estaban ganando dinero fácil, llevándolos a su vez a una situación desesperada. El modelo de negocio de Worldcoin, aunque innovador, se encuentra en la cuerda floja. Las acusaciones de violaciones a la privacidad y la supuesta recolección de datos biométricos de menores sin el debido consentimiento parental han llevado a varios países, como Hong Kong y España, a tomar acciones contra la empresa. En Alemania, se están llevando a cabo investigaciones sobre el cumplimiento de las regulaciones de protección de datos, y la presión es cada vez mayor.
La polémica no solo gira en torno al comportamiento indebido de ciertos participantes, sino también sobre cómo Worldcoin ha manejado una situación que se salió de control. La falta de un plan concreto para prevenir el abuso del sistema y las irregularidades fue evidente en Berlín, y el resultado ha sido una pérdida significativa de confianza entre la comunidad. A medida que las colas para escanear el iris se han ido desvaneciendo, la reputación de Worldcoin ha recibido un golpe severo. Las cifras de participación en sus estaciones han disminuido drásticamente, y los funcionarios de la empresa ahora se enfrentan a la difícil tarea de reconstruir la imagen de su negocio en un entorno ya saturado de escepticismo. Mientras tanto, el futuro de esta criptomoneda y sus estaciones de escaneo se mantiene incierto.
Con un entorno regulador bajo creciente escrutinio y una comunidad desconfiada, la oportunidad de convertir la visión de Altman en una herramienta global parece desvanecerse. Las luchas ocurridas en Berlín sirven como un recordatorio de que en el mundo cripto, la promesa de riqueza rápida debe ser balanceada con consideraciones morales y sociales. La historia de Worldcoin es el reflejo de un auge y caída, donde la tecnología, las aspiraciones desmesuradas y las realidades sociales se entrelazan en una narrativa que plantea serias preguntas sobre el futuro de la economía digital. En este caso, el camino hacia un nuevo horizonte tecnológico está plagado de desafíos, y solo el tiempo dirá si la empresa podrá superar su tumultuosa experiencia en Berlín y refocalizar sus esfuerzos hacia los verdaderos ideales de inclusión y sostenibilidad que proclamaba.