En los últimos años, el sector de defensa europeo ha vivido una transformación significativa que ha captado la atención de fondos de capital privado tradicionalmente reacios a involucrarse en esta industria. Lo que alguna vez fue considerado un mercado tóxico y poco atractivo debido a sus desafíos inherentes, como la alta intensidad de capital, la volatilidad cíclica y las complejidades éticas asociadas a la industria bélica, hoy se ha convertido en un hervidero de oportunidades para inversores que buscan rentabilidad en un entorno global cambiante. Este cambio de paradigma está impulsado, en gran medida, por la decisión de Europa de aumentar su gasto en defensa de manera histórica y apostar por una autonomía estratégica frente a Estados Unidos. Históricamente, la inversión privada en el sector defensa ha sido esporádica y limitada. Según datos recientes, solo cinco de los últimos veinte años han registrado un gasto superior a los mil millones de dólares en capital privado dentro del sector.
Sin embargo, el año 2025 marca un punto de inflexión, habiéndose invertido ya cerca de 790 millones de dólares, lo que presagia transacciones potencialmente significativas durante el resto del año. Un claro ejemplo de esta tendencia son el interés y las negociaciones de fondos como Bain Capital y KPS Capital por la unidad de defensa del grupo Iveco, que podría valorarse en aproximadamente 1,5 mil millones de euros. La revalorización del sector defensa está estrechamente vinculada con la geopolítica y la seguridad internacional. Los conflictos recientes y las tensiones en las fronteras de Europa han llevado a los gobiernos a priorizar la inversión en armamento y tecnologías militares, promoviendo a su vez una mayor independencia tecnológica y estratégica. Este replanteamiento se traduce en una inyección masiva de fondos públicos destinados a la modernización y expansión de capacidades en defensa, generando un efecto multiplicador en la demanda privada.
Los fondos de capital privado están respondiendo a esta coyuntura no solo con inversión directa, sino también mediante la creación de vehículos especializados enfocados en la defensa y la seguridad estratégica. Tikehau Capital, con sede en París, es un ejemplo paradigmático, lanzando un fondo de 800 millones de euros destinado al sector aeroespacial y de defensa, habiendo recaudado ya más de la mitad de este objetivo. Esta iniciativa ha contado con el respaldo de gigantes industriales europeos como Airbus, Safran y Thales, lo que fortalece la conexión entre capital privado e industria tradicional de defensa. Otra firma que refleja esta tendencia es Weinberg Capital Partners, que ha captado 215 millones de euros para su fondo Eiréné, orientado a la seguridad estratégica y defensa. Esta firma fue fundada por Serge Weinberg, un reconocido ejecutivo con amplia trayectoria en diversos sectores, que ahora dirige su experiencia hacia la consolidación de empresas en un ámbito sensible y de alta relevancia para la seguridad continental.
Además de las cifras y los nombres relevantes, el interés de los fondos de capital privado en el sector defensa también está motivado por una evaluación más precisa del riesgo y la ética. Antes, la naturaleza bélica del negocio representaba un tabú para muchos inversores, quienes preferían evitar la exposición a controversias relacionadas con la industria armamentística y sus implicaciones morales. Sin embargo, la creciente demanda por parte de los gobiernos y la necesidad de asegurar la defensa nacional han suavizado esta oposición, haciendo que los inversores reconsideren su postura y encuentren formas de gestionar estos riesgos de manera efectiva. El sector defensa europeo, al estar cada vez más financiado por una combinación de gasto público y aportaciones privadas, presenta hoy una oportunidad única para el capital privado que busca diversificación y crecimiento en un contexto mundial desafiante. La naturaleza cíclica de la industria, que alguna vez fue vista como una desventaja, ahora se percibe también como un mecanismo que puede beneficiar a inversores que sepan anticipar los ciclos y posicionarse estratégicamente.
De cara al futuro, la relación entre las inversiones privadas y el sector público en defensa probablemente se profundice. La urgencia por la innovación tecnológica, incluyendo la inteligencia artificial, la ciberseguridad y los sistemas autónomos de defensa, atraerá aún más capital privado dispuesto a apostar por empresas capaces de ofrecer soluciones avanzadas. Además, la creciente integración europea en materia de seguridad abre la posibilidad de consolidaciones y asociaciones estratégicas que maximicen el impacto de las inversiones. Por otro lado, la atención a la sostenibilidad y la ética sigue siendo un aspecto clave. Los fondos de capital privado están explorando vías para equilibrar el retorno financiero con la responsabilidad social, proponiendo modelos de negocio más transparentes y comprometidos con la legalidad internacional y la reducción del impacto colateral en conflictos.