El universo del videojuego Destiny 2, creado por la desarrolladora Bungie, se ha convertido en uno de los más influyentes y jugados en la industria. Sin embargo, recientemente la compañía se ha visto envuelta en una controversia legal que está relacionada directamente con una de sus decisiones más discutidas: la creación del "Destiny Content Vault", un sistema mediante el cual Bungie remueve y archiva contenido antiguo del juego para optimizar espacio y mejorar la experiencia general de sus usuarios. Lo que en teoría era una estrategia para mantener el juego fresco y manejable, ahora está generando graves inconvenientes legales que podrían complicar la trayectoria de la empresa. La raíz del problema se encuentra en una demanda presentada por Matthew Kelsey Martineau, un escritor de ciencia ficción que sostiene que Bungie plagió varios conceptos clave de su historia inédita para crear la campaña Red War y su expansión Curse of Osiris en Destiny 2. Esta demanda fue iniciada en octubre de 2024 y se ha venido desarrollando hasta llegar a un punto sumamente crítico debido a la imposibilidad de Bungie para presentar pruebas directas y originales del contenido señalado.
En el proceso judicial, Bungie solicitó el desestimamiento del caso al argumentar que no existían pruebas suficientes que vincularan el material de Martineau con sus productos, dado que las campañas en cuestión ya no forman parte del juego jugable y el contenido original había sido retirado y almacenado en el Destiny Content Vault. La intención de Bungie era utilizar reproducciones externas, como videos de YouTube y entradas mantenidas por la comunidad en Destinypedia, como sustitutos para presentar el contenido en cuestión y defender la inocencia de la compañía. Sin embargo, el tribunal no aceptó estas pruebas, considerando que no son fuentes oficiales ni suficientemente fiables para realizar una comparación rigurosa y directa necesaria en un juicio por plagio. En una decisión emitida por la jueza federal Susie Morgan en mayo de 2025, se rechazó la petición de Bungie debido a la falta de acceso a copias auténticas del Red War y Curse of Osiris, así como por el hecho de que los materiales alternativos presentados carecían de credibilidad y autenticidad comprobada. Más allá del rechazo a la solicitud de desestimación, este fallo abre la puerta para que el proceso legal avance, señalando que Martineau ha presentado argumentos iniciales lo suficientemente sólidos para que su denuncia sea considerada y analizada en profundidad.
Resulta irónico que la causa de avance del proceso sea la eliminación voluntaria del contenido realizada por Bungie, un movimiento que en su momento fue objeto de debate entre los fans y la crítica por el impacto que tendría en la experiencia del juego, pero que ahora adquiere un significado legal mucho más relevante. La imposibilidad de reinstalar esas campañas clásicas en una versión jugable, debido a limitaciones técnicas y arquitectónicas propias de cómo evolucionó Destiny 2, está dejando a Bungie en una posición vulnerable al no poder demostrar que no hubo plagio con el material de Martineau. Esta situación abre una interesante reflexión sobre las consecuencias imprevistas que pueden surgir cuando las empresas de videojuegos deciden modificar o eliminar contenido original, ya que no solo afectan la experiencia de los jugadores, sino que pueden derivar en dificultades legales y de derechos intelectuales. Desde un punto de vista narrativo la demanda señala similitudes específicas entre el universo de Martineau y elementos del juego, destacando la figura del Red Legion y ciertas entidades cósmicas que funcionan como fuentes de poder en ambos. Aunque algunos argumentos parecen basarse en conceptos comunes dentro del género de ciencia ficción, la precisión y profundidad de algunas de las comparaciones presentadas ganaron la atención del tribunal y de la comunidad, añadiendo complejidad al caso.
Además, la atención mediática y la cobertura generada por esta controversia ponen a Bungie en una posición delicada en cuanto a su reputación. La compañía, que en los últimos años ha realizado esfuerzos para mantener a Destiny 2 vigente y expandir su oferta con juegos como el próximo Marathon, debe ahora navegar no solo los retos empresariales de crear nuevos títulos sino también enfrentar la presión y las posibles consecuencias de este proceso judicial. En la comunidad de jugadores existe una mezcla de sorpresa y especulación sobre el desenlace del caso, con algunos señalando que la estrategia del Destiny Content Vault, a pesar de sus beneficios técnicos, podría haber generado un precedente peligroso para Bungie y otros desarrolladores que optan por retirar contenido. El caso también pone sobre la mesa la importancia de mantener un archivo y respaldo accesible de los productos originales para responder ante cualquier reclamación o cuestión relacionada con derechos y propiedad intelectual, algo que parece haberse complicadamente perdido o vuelto inaccesible en este contexto. Finalmente, pese a lo gravoso del escenario, algunos expertos legales en propiedad intelectual en la industria de los videojuegos consideran que Bungie todavía tiene una buena oportunidad para triunfar en el juicio, principalmente porque muchas de las similitudes pueden ser interpretadas como ideas generales no protegidas por ley y por la inexistencia de una prueba concluyente directa que demuestre el plagio intencional o material.
No obstante, el simple hecho de que el caso siga adelante ya representa un desafío considerable para la empresa. En resumen, la situación surgida a partir del "vaulting" o archivado de contenido en Destiny 2 ha dado un giro inesperado que demuestra cómo las decisiones de diseño y gestión de un videojuego pueden tener repercusiones más allá del ámbito técnico o comercial. Bungie podría enfrentar consecuencias legales serias debido a la imposibilidad de presentar pruebas cruciales para su defensa, resaltando la necesidad de que tanto desarrolladores como distribuidores mantengan un equilibrio entre actualizar sus productos y protegerse ante posibles litigios. Este episodio marca un punto de inflexión en la historia de Destiny 2 y deja una enseñanza importante para la industria sobre los riesgos ocultos en la gestión del contenido digital.