En los últimos meses, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha llevado a una serie de sanciones internacionales destinadas a debilitar la economía rusa y presionar al presidente Vladimir Putin. Sin embargo, a medida que las preocupaciones sobre la eficacia de estas sanciones han crecido, también lo han hecho las especulaciones sobre el uso de criptomonedas como un posible medio para evadirlas. Recientemente, un panel de expertos en criptomonedas testificó ante el Comité Bancario del Senado de Estados Unidos, proporcionando una perspectiva que podría sorprender a muchos: no hay evidencia de que Putin esté utilizando criptomonedas para esquivar las sanciones, y las limitaciones inherentes al sistema de criptomonedas hacen que esta idea sea poco realista para una economía del tamaño de Rusia. Jonathan Levin, director de estrategia de Chainalysis, una destacada empresa de análisis de datos de blockchain, fue uno de los expertos que abordó este tema. Levin explicó que, si bien existe la posibilidad de que algunos actores menores dentro de Rusia puedan intentar utilizar criptomonedas como parte de su estrategia de evasión de sanciones, no hay un uso sistemático ni organizado por parte del gobierno ruso o de figuras como Putin.
Esto se debe a la naturaleza transparente e inmutable de las blockchain, que facilita el seguimiento de transacciones y el descubrimiento de actividades ilícitas. El concepto de que una economía G20, como la de Rusia, pueda operar completamente bajo un sistema basado en criptomonedas es, según los expertos, absurdo. Michael Mosier, un alto funcionario de la Agencia de Control de Activos Extranjeros (FinCEN) de EE. UU., destacó que «no se puede activar un interruptor de la noche a la mañana y hacer funcionar una economía del tamaño de un G20 solo con criptomonedas».
Esto presenta una serie de problemas, incluyendo el acceso, la falta de infraestructura adecuada (o "rails") y una cuestión fundamental de liquidez. Desde la perspectiva de Mosier, cualquier intento de usar criptomonedas para evadir sanciones más bien se convierte en una parte menor del rompecabezas, y no la estrategia principal. A medida que el conflicto ha avanzado, la preocupación por el uso de criptomonedas ha aumentado, especialmente entre los legisladores demócratas. A finales de 2021, el Tesoro de EE. UU.
emitió un aviso sobre el potencial de las criptomonedas para servir como un medio de evasión de sanciones. Sin embargo, lo que los expertos resaltan es que los mecanismos de lavado de dinero tradicionales, como el llamado "Lavado Ruso", son más probables y efectivos para quienes buscan mover grandes cantidades de dinero sin ser detectados. Estas rutas son menos rastreables y, en muchos casos, escapan a la vigilancia directa de las herramientas de blockchain. Levin resaltó que el riesgo de detección y posible confiscación es un disuasivo significativo para aquellos que considerarían utilizar criptomonedas en un intento de eludir las sanciones. Esto se debe a que, por su naturaleza, las blockchain son auditables.
Esto significa que cada transacción queda registrada de forma permanente, lo que permite a los especialistas en análisis de datos seguir el rastro del dinero de manera efectiva. A medida que las sanciones se han intensificado, más de 11 senadores demócratas, entre ellos Elizabeth Warren, han propuesto nuevas leyes que permitirían al gobierno de EE. UU. bloquear las transacciones de direcciones de criptomonedas vinculadas a Rusia. Dicha medida subraya la creciente preocupación de que las criptomonedas podrían ofrecer una vía alternativa para que ciertos actores eludan las penalizaciones impuestas por la comunidad internacional.
Sin embargo, aunque las criptomonedas han atraído la atención de los legisladores, las limitaciones operativas de las criptomonedas como un medio viable para la evasión de sanciones están bien documentadas. Las plataformas de intercambio, a menos que sean de origen ruso, tendrían reticencias a realizar transacciones en rublos, sobre todo tras la abrupta caída de esta moneda frente al dólar estadounidense. Así, el enfoque hacia las criptomonedas podría eventualmente quedar relegado a un segundo plano, en favor de métodos más tradicionales y menos rastreables. Las nuevas sanciones han hecho que Rusia sea la nación más sancionada del mundo, un cambio significativo en el equilibrio económico global. Ya que las principales instituciones financieras rusas han perdido acceso al sistema de pagos SWIFT y se han visto efectivamente excluidas del sistema financiero mundial, la presión sobre la economía rusa es innegable.
En este contexto, los líderes rusos enfrentan un dilema: encontrar formas efectivas de mantener la economía a flote mientras sus opciones se ven limitadas por las restricciones internacionales. A pesar de las dificultades, algunos analistas sugieren que el interés de Rusia por desarrollar su propia criptomoneda, a través de su banco central, se debe más a un deseo de innovación financiera que a un intento de eludir sanciones. Esto también se alinea con un reconocimiento más amplio de las criptomonedas y la tecnología blockchain como herramientas potenciales en la economía futura. Aunque Rusia ha tenido una relación ambivalente con las criptomonedas, un cambio hacia la adopción de estos activos digitales podría reflejar un deseo de diversificar y adaptar su economía en un momento de gran tensión. En conclusión, mientras que la posibilidad de que ciertos individuos en Rusia utilicen criptomonedas de manera aislada no puede ser completamente descartada, la idea de que el gobierno de Rusia o Putin esté utilizando sistemáticamente las criptomonedas para evadir sanciones carece de fundamento sólido.
Los expertos en criptomonedas y en elecciones financieras han sido claros al advertir que la complejidad, el tamaño y la visibilidad de una economía como la rusa hacen que la utilización de criptomonedas como una vía principal para eludir sanciones no sea una opción viable. Los legisladores deben ser cautelosos y realistas en su enfoque hacia el uso de criptomonedas, reconociendo no solo sus capacidades, sino también sus limitaciones intrínsecas dentro del contexto actual de las relaciones internacionales y las sanciones económicas.