En las últimas décadas, ha surgido un debate recurrente sobre la aparente desaparición de la elegancia y el buen gusto en la sociedad estadounidense. La idea romántica del «americano con clase» evoca imágenes de cortesía, sofisticación y modos refinados que, según algunos observadores, parecen menguar en la cultura contemporánea. Para entender por qué esta percepción ha ganado terreno, es esencial analizar los diferentes factores que han influido en la evolución social y cultural de Estados Unidos, así como reflexionar sobre los valores que han cambiado y la forma en que estos cambios impactan en la identidad nacional. Históricamente, la noción de clase media en Estados Unidos estaba íntimamente ligada no solo a la estabilidad financiera, sino también a normas sociales claras, educación y una serie de comportamientos considerados propios de personas 'con clase'. Estos comportamientos incluían el dominio de habilidades sociales, una atención al detalle en la apariencia personal, respeto hacia los demás y protocolos culturales que generaban un ambiente de respeto mutuo.
Sin embargo, la globalización, el auge de la cultura digital y las transformaciones en el estilo de vida han desafiado estos patrones tradicionales. Un factor clave en esta transformación ha sido el cambio generacional. Las generaciones más jóvenes han sido testigos de una aceleración en los ritmos de vida y un acceso inmediato a la información a través de internet y las redes sociales. Esto ha promovido una cultura más informal y menos centrada en las formalidades tradicionales. Además, la redefinición de conceptos como el éxito, la identidad y la autoexpresión ha provocado una reevaluación de lo que significa tener 'clase'.
Muchas veces, esta reevaluación se traduce en la valorización de la autenticidad y la diversidad por sobre las normas estrictas de etiqueta y protocolo. Por otro lado, el contexto económico ha influido profundamente en esta percepción. La creciente desigualdad económica, la precarización laboral y el aumento del costo de vida han dificultado mantener ciertos estándares que antes se asociaban con la clase media y alta. Para muchas personas, la supervivencia y la estabilidad superan la preocupación por las apariencias o las modales tradicionales, lo que altera el tejido social y la imagen que se tiene de la sociedad en general. La cultura mediática también ha contribuido a esta transformación.
La popularización de programas de televisión, películas y contenido digital centrados en el entretenimiento rápido, las controversias y el sensacionalismo ha influido en la manera en que la sociedad estadounidense se percibe a sí misma y cómo es percibida desde el exterior. En este contexto, la clase y la elegancia a menudo quedan en segundo plano frente a valores como la espontaneidad o la polémica, que capturan la atención masiva. No obstante, afirmar que los americanos con clase han desaparecido por completo sería simplificar excesivamente la realidad. Existen numerosos espacios, comunidades y movimientos dentro del país que promueven la cultura, el buen gusto y la formación continua, desde escuelas de etiqueta contemporánea hasta clubes sociales que fomentan la educación cultural y social. Estos espacios muestran que la clase, entendida más allá de lo material, puede ser reinterpretada y adaptada a los tiempos actuales.
Además, la diversidad cultural que caracteriza a Estados Unidos también juega un papel crucial. La confluencia de distintas tradiciones, costumbres y formas de vida genera una visión mucho más plural y dinámica de lo que significa pertenecer a una clase social determinada. En este sentido, la clase no debe reducirse únicamente a la apariencia o la etiqueta, sino también a la capacidad de adaptabilidad, el respeto hacia la diversidad y la solidaridad dentro de la sociedad. El desafío actual radica en equilibrar la preservación de valores que fomentan el respeto y la civilidad con la necesidad de ser inclusivos y receptivos a nuevas formas de expresión y convivencia. La educación desempeña un papel fundamental en este proceso, ya que fortalecer habilidades sociales, promover la empatía y el entendimiento intercultural puede contribuir a reconstruir una idea de clase que sea relevante y enriquecedora para toda la sociedad.
Finalmente, la tecnología y las redes sociales, aunque a menudo señaladas por promover conductas menos formales, también ofrecen herramientas para difundir conocimiento, protocolos de cortesía y ejemplos de buen comportamiento. Hay un resurgimiento de contenido educativo sobre etiqueta contemporánea y maneras de proyectar una imagen respetuosa y profesional en distintos ámbitos. Este fenómeno sugiere que la búsqueda de la clase no está perdida, sino que simplemente está atravesando un proceso de transformación acorde con los tiempos modernos. En conclusión, la percepción de que los americanos con clase han desaparecido refleja una mezcla de cambios generacionales, económicos, culturales y mediáticos. Sin embargo, la esencia de lo que implica tener clase— respeto, educación, empatía y consideración hacia los demás— sigue vigente aunque se esté redefiniendo constantemente.
Más que buscar un regreso a formas pasadas, el verdadero reto para la sociedad estadounidense es reinventar la clase de una manera contemporánea, inclusiva y significativa para las nuevas generaciones.