En un giro notable de las tendencias observadas durante la última década, el conflicto geopolítico se ha convertido en la mayor preocupación para las empresas a nivel mundial, desplazando a la inflación por primera vez en más de dos años. Según la encuesta Q1 2025 sobre la percepción ESG realizada por GlobalData, el 36% de las organizaciones encuestadas identificaron el conflicto geopolítico como el principal desafío que enfrentan en los próximos doce meses, mientras que un 35% siguen considerando la inflación como un tema crucial, aunque en descenso. Este cambio refleja un panorama económico y político global cada vez más complejo y volátil, que influye directamente en las estrategias y decisiones empresariales. El aumento del 4% trimestral en la preocupación por el conflicto geopolítico, pasando del 32% en el cuarto trimestre de 2024 al 36% en el primer trimestre de 2025, destaca la creciente inquietud que genera la inestabilidad internacional. Situaciones como la guerra entre Rusia y Ucrania, junto con la incertidumbre sobre la posible expansión del conflicto hacia otros países europeos, alimentan estas preocupaciones.
El enfoque de la administración Trump ante el conflicto ha sido percibido como una política de no intervención, lo que ha aumentado el temor a una escalada más amplia en la región. A esto se suman las tensiones comerciales, especialmente con las amenazas de Estados Unidos de imponer aranceles adicionales a varios países, entre ellos China, lo que genera incertidumbre en las cadenas globales de suministro y en el comercio internacional. Mientras tanto, la inflación, que durante el segundo trimestre de 2023 llegó a ser la preocupación principal para el 50% de las empresas, ha visto disminuir su impacto relativo aunque no desaparece como problema. Esta bajada refleja en parte la estabilización de los precios en algunas regiones, pero la inflación todavía genera presión sobre los costos operativos, precios de materias primas y salarios, afectando la rentabilidad. La persistencia de estas tensiones inflacionarias obliga a las empresas a mantener estrategias de control de gastos y ajustes en el precio de sus productos, mientras enfrentan el riesgo de una desaceleración económica global.
Un aspecto relevante que aporta el informe de GlobalData es la escasa prioridad que las empresas otorgan hoy en día a los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), a pesar de que este tema alcanzó un máximo del 20% en preocupaciones en la segunda mitad de 2022. Actualmente, solo un 12% de las empresas consideran que ESG será una prioridad en los próximos doce meses, aunque con un leve aumento de 2 puntos porcentuales respecto al último trimestre de 2024. Este descenso puede deberse a que muchas organizaciones están desviando recursos y atención hacia los riesgos geopolíticos y económicos inmediatos, relegando los compromisos con la sustentabilidad a un segundo plano temporalmente. Sin embargo, el reporte destaca un cambio en la motivación para desarrollar planes de desempeño ESG: por primera vez, la presión de los inversores supera la de los clientes. Esto indica que aunque el impulso social pueda estar disminuyendo, las demandas del mercado financiero sobre transparencia y responsabilidad corporativa siguen siendo un motor clave, especialmente para empresas que buscan atraer capital y mantener su reputación ante inversionistas globales.
Otro tema que emerge con fuerza en la encuesta es la digitalización, considerada el tercer factor con mayor impacto para el próximo año. La adopción acelerada de inteligencia artificial y tecnologías innovadoras está transformando múltiples sectores, ofreciendo oportunidades para mejorar la eficiencia, la innovación y la competitividad. Compañías emergentes en inteligencia artificial, como DeepSeek en China, están liderando la implementación de herramientas que permiten nuevas formas de análisis y toma de decisiones. Este contexto sitúa a la digitalización no solo como una oportunidad sino también como una prioridad estratégica para muchas organizaciones que buscan adaptarse a un entorno corporativo cada vez más dinámico y desafiante. Los cambios en la percepción empresarial sobre sus prioridades reflejan, en esencia, la interacción compleja entre los factores políticos, económicos y tecnológicos que forman el ecosistema global actual.
La creciente relevancia del conflicto geopolítico como amenaza principal pone en evidencia que el entorno externo al negocio puede redefinir estrategias y operaciones. En consecuencia, las empresas están obligadas a reconsiderar sus planes de contingencia, gestión de riesgos y expectativas de crecimiento. La escalada de conflictos y tensiones internacionales afecta cadenas de suministro, inversiones extranjeras, costos de transporte y disponibilidad de recursos, generando una presión constante sobre los modelos de negocio tradicionales. Frente a esta realidad, las organizaciones más exitosas serán aquellas que puedan anticipar escenarios de crisis, diversificar sus mercados y proveedores, y desarrollar mecanismos de resolución rápida de incidentes para mitigar impactos negativos. La conclusión que se impone es que el panorama empresarial en 2025 se encuentra en un punto de inflexión marcado por una mayor incertidumbre y un enfoque renovado en factores externos a la economía directa.
La inflación, aunque todavía presente, cede protagonismo frente a situaciones geopolíticas que, por su naturaleza, resultan mucho menos previsibles y controlables. Es probable que esta tendencia se mantenga mientras persistan los conflictos y tensiones internacionales, especialmente en regiones críticas para la economía mundial. Por otro lado, la tecnología y la innovación continúan siendo palancas de transformación y evolución, especialmente en un contexto en el que la agilidad y la capacidad de adaptación serán decisivas para la supervivencia y prosperidad de las empresas. La incorporación de nuevas soluciones digitales no solo se presenta como un desafío operativo, sino también como una oportunidad para enfrentar los obstáculos impuestos por las circunstancias geopolíticas y económicas. A medida que avanza el año, será fundamental que tanto líderes corporativos como inversores presten atención no solo a los indicadores tradicionales como inflación o crecimiento económico, sino también a la dinámica y desarrollos de escenarios políticos internacionales.
De esta forma, podrán diseñar estrategias robustas que les permitan navegar con éxito en aguas turbulentas, asegurando al mismo tiempo la sostenibilidad y competitividad en un mercado en constante evolución. En definitiva, la materialización del conflicto geopolítico como la principal preocupación empresarial marca una era en la que las interdependencias globales y las incertidumbres externas requieren un enfoque mucho más holístico e integrado, donde la gestión del riesgo, la innovación tecnológica y la responsabilidad social corporativa deben coexistir con una visión estratégica clara enfocada en la resiliencia y la adaptación.