El 28 de abril de 2025, un apagón eléctrico masivo sacudió extensas áreas de Portugal y España, causando interrupciones significativas en la vida cotidiana y en diversos sectores económicos y sociales. Este fenómeno no solo frenó el transporte y el comercio, sino que también generó un impacto considerable en la conectividad a Internet y la estructura de las redes en ambos países. Gracias a la amplia red y base de usuarios de Cloudflare, se pudo obtener una visión única y profunda del efecto de esta interrupción en el tráfico y la calidad de conexión a Internet, tanto a nivel local como regional y nacional. En Portugal, el apagón se manifestó con una caída inmediata y drástica en el tráfico de Internet. Al inicio del apagón, el volumen de tráfico descendió a la mitad en comparación con el promedio de la semana anterior y continuó disminuyendo hasta alcanzar un nivel aproximadamente un 90 % inferior al histórico durante las siguientes cinco horas.
Este descenso también fue evidente en el tráfico hacia el resolvedor DNS 1.1.1.1 de Cloudflare, que registró una reducción inicial del 40 %, con una caída adicional en las horas subsiguientes. El análisis a nivel de proveedores revela que los principales operadores locales como NOS, Vodafone, MEO y NOWO vieron cómo su tráfico se esfumaba rápidamente tras el doble golpe del apagón.
En su mayoría, estos operadores manejan tanto servicios de banda ancha fija como móvil. En particular, el tráfico móvil de MEO experimentó inicialmente un repunte superior al doble, a medida que los usuarios cambiaban a sus dispositivos móviles para informarse sobre la situación. Sin embargo, esta subida fue efímera y finalmente el tráfico móvil también descendió hasta alcanzar la mitad del nivel habitual. Desde un enfoque regional, el apagón no afectó de igual manera a todo el territorio portugués. En las principales ciudades como Lisboa y Oporto se observó una caída abrupta pero limitada y con una recuperación parcial rápida, seguida de un declive más progresivo en las horas posteriores.
En otras áreas como Aveiro, Beja, Bragança, Castelo Branco y Évora, el descenso fue más profundo y estable, con niveles de tráfico que se mantuvieron muy bajos tras el impacto inicial. Algunas regiones, como Braga y Setúbal, experimentaron una caída más paulatina después del choque inicial. La calidad del servicio de Internet en Portugal también se vio afectada notablemente. Antes del apagón, la velocidad media de descarga rondaba los 40 Mbps, pero después de la interrupción, esta cifra cayó hasta alrededor de 15 Mbps. La latencia, por su parte, subió desde un promedio de 20 ms a picos de 50 ms en el transcurso de las horas siguientes al apagón.
Esta degradación en la calidad se atribuye principalmente a la congestión de las redes que permanecían operativas y a la reducción de infraestructuras disponibles. La infraestructura de red también sufrió las consecuencias directas del apagón. La cantidad de bloques de direcciones IP anunciadas desde Portugal disminuyó considerablemente, representando una caída aproximada del 1.2 % en bloques IPv4 /24 y cerca del 9 % en bloques IPv6 /48. Estas pérdidas se acentuaron a partir de las 16:00 UTC, momento en el que probablemente comenzaron a agotarse las reservas de energía de respaldo y los equipos asociados también dejaron de funcionar.
En España, la situación tuvo algunos paralelismos, aunque con matices propios. La interrupción eléctrica provocó una caída inmediata en el tráfico de Internet del orden del 60 %, con una disminución general aproximada del 80 % en comparación con la semana anterior en las cinco horas posteriores al inicio del apagón. El tráfico hacia el servido 1.1.1.
1 también descendió rápidamente, en un 54 % de forma inicial, estabilizándose poco después. Los principales proveedores españoles mostraron una caída significativa en sus volúmenes de tráfico. Grandes operadoras experimentaron descensos entre el 75 % y el 93 % en las horas siguientes al evento. Destaca la red Digi Spain Telecom, que después de una caída brusca logró estabilizarse en un nivel menor pero constante. A nivel regional, muchas zonas afectadas por el apagón evidenciaron la rápida reducción del tráfico, seguida de estabilización o incluso continuos descensos.
Sin embargo, algunas regiones como Navarra, La Rioja, Cantabria y el País Vasco mostraron indicios de recuperación, resultado probable de la restauración parcial del suministro eléctrico, confirmada por actualizaciones oficiales del operador de la red eléctrica nacional. Respecto a la calidad de conexión en España, antes del apagón las velocidades medias de descarga eran de aproximadamente 35 Mbps, descendiendo hasta unos 19 Mbps durante las horas posteriores. En este caso, la evolución de la calidad no fue lineal, y se registraron fluctuaciones notables en la velocidad, con periodos de recuperación temporal intercalados antes del declive progresivo final. La latencia aumentó de manera significativa, pasando de 22 ms a picos cercanos a 40 ms, lo que afectó la experiencia general de navegación y uso de servicios en línea. En cuanto a la infraestructura, España también experimentó una reducción en la cantidad de direcciones IP anunciadas, con una merma de alrededor del 2.
4 % en los bloques IPv4 /24 para las primeras horas, extendiéndose en las horas siguientes. La caída en bloques IPv6 /48 fue superior al 8 %, evidenciando un impacto importante en la visibilidad y conexión de redes a nivel global. El apagón no se limitó exclusivamente a estas dos naciones. Regiones de países cercanos, como Andorra y Francia, reportaron afectaciones menores en algunos sectores, aunque a nivel nacional no se registraron interrupciones significativas. En Francia, se detectaron descensos leves y temporales en determinadas áreas, con una recuperación total en menos de 90 minutos.
Por otro lado, en Andorra no se observó un impacto relevante según los datos analizados. Sorprendentemente, en Marruecos, el proveedor Orange Maroc reconoció alteraciones en el tráfico de Internet relacionadas con el apagón, atribuyendo estas a interrupciones en conexiones internacionales consecuencia del evento. Los datos de Cloudflare confirman este fenómeno, con caídas de tráfico a partir de 90 minutos después de la interrupción inicial y la constatación de un apagón total unas horas más tarde. La recuperación del suministro eléctrico y la consecuente normalización del tráfico de Internet fueron procesos graduales que dependieron de la velocidad de restauración de la red eléctrica en cada zona. A medida que la energía volvía, los indicadores de tráfico, calidad y alcance de las redes comenzaron una progresiva mejora hasta alcanzar niveles habituales.
Se espera que la recuperación total tome varias horas o incluso días en determinados lugares más afectados. Este incidente subraya la estrecha dependencia que las infraestructuras digitales tienen respecto a la estabilidad energética. La interconexión de redes eléctricas y sistemas tecnológicos de ambos países evidencia cómo una falla en un componente puede propagarse y afectar múltiples servicios esenciales, desde las comunicaciones hasta los negocios y la vida cotidiana. La información recogida por plataformas como Cloudflare Radar permite visualizar en tiempo real y con detalle el impacto de desastres o interrupciones en la red, proporcionando datos claves para entender, anticipar y mitigar futuras crisis. La monitorización constante y el análisis de métricas de tráfico, calidad y enrutamiento son vitales para diseñar estrategias de resiliencia y garantizar la continuidad de servicios en escenarios adversos.
En conclusión, el apagón del 28 de abril en Portugal y España evidenció una fuerte conexión entre la estabilidad eléctrica y la salud del ecosistema digital. La reducción abrupta e importante del tráfico de Internet, la degradación de la calidad de servicio y la disminución en la visibilidad de la infraestructura de red son reflejo de las vulnerabilidades existentes y la necesidad de fortalecer la infraestructura, tanto eléctrica como digital. La colaboración entre operadores, autoridades y proveedores tecnológicos será crucial para mejorar la capacidad de respuesta frente a futuros incidentes y asegurar una Internet más robusta y confiable para todos.