La novela "El Gran Gatsby", escrita por F. Scott Fitzgerald y publicada en abril de 1925, inicialmente no disfrutó del reconocimiento y éxito que muchos considerarían hoy como merecido. Al contrario, durante quince años posteriores a su publicación, Fitzgerald sintió que se encontraba en el olvido, con un escaso impacto público y literario. En una carta a su esposa Zelda en 1940, el autor expresó su desánimo ante la retirada del libro de la serie Modern Library, atribuyéndolo a su baja venta y temiendo que su obra hubiese perdido su oportunidad. Sin embargo, tras su muerte el mismo año, la historia del joven millonario Jay Gatsby, llena de simbolismos y crítica social, comenzaría un viaje inesperado y hasta ahora imparable para consolidarse como un clásico literario y, sobre todo, un pilar en la educación secundaria estadounidense.
La transformación de "El Gran Gatsby" de un libro destinado al olvido a una lectura obligatoria en las escuelas responde a diversas influencias históricas, culturales y pedagógicas. Una de las principales causas de su resurgimiento fue la Segunda Guerra Mundial. En 1942, un programa denominado Council on Books in Wartime se encargó de distribuir millones de ejemplares de novelas en formato económico, llamado Armed Services Editions, entre los soldados estadounidenses para elevar la moral y combatir el aburrimiento. Entre estos libros, "El Gran Gatsby" tuvo una distribución notable con 155,000 copias enviadas a los soldados en 1945, lo que supuso su primer éxito masivo y consolidó su presencia en la conciencia colectiva del país. Este auge coincidió con un renovado interés académico y literario hacia Fitzgerald.
En 1951, la publicación de la novela "El guardián entre el centeno" de J.D. Salinger, donde el protagonista marcaba "El Gran Gatsby" como una obra favorita, reforzó la popularidad del libro entre lectores jóvenes. Además, ese mismo año marcó el zenit de lo que se conoce como el renacimiento de Fitzgerald, una etapa que impulsó el análisis y la enseñanza de "El Gran Gatsby" en las escuelas. A mediados de los años cincuenta, la editorial Scribner’s capitalizó esta reciente fama con la publicación de una edición especial del libro orientada a estudiantes.
La eficacia de esta iniciativa llevó a que, en 1961, se lanzara una Edición Escolar ampliada con guías de estudio y preguntas diseñadas específicamente para facilitar su enseñanza en el aula. De manera paralela, la novela comenzó a aparecer en planes de estudio en diversas escuelas secundarias de Estados como Nueva Jersey y Massachusetts, incluso siendo objeto de análisis en la revista oficial del National Council of Teachers of English. El fenómeno de "El Gran Gatsby" en la educación secundaria no solo puede atribuirse a los temas universales que aborda, como el sueño americano, la desigualdad social y la decadencia moral, sino también a las corrientes pedagógicas que influyeron en la forma de enseñar literatura en esa época. Durante la segunda mitad del siglo XX, la enseñanza de la literatura pasó por un choque entre dos enfoques predominantes: el centrado en el estudiante y el centrado en el texto. Por un lado, el método propuesto por Louise M.
Rosenblatt, quien en 1938 defendió la idea de que el análisis literario debía conectar la experiencia personal del lector con la obra, invitando a un aprendizaje significativo y subjetivo. Por otro, la tendencia de la Nueva Crítica encarnada por Cleanth Brooks y Robert Penn Warren instaba a que los estudiantes analizaran las obras desde su estructura, simbolismo y temas, alentando una lectura más objetiva y técnica. "El Gran Gatsby", rico en símbolos claros como la luz verde del muelle o los ojos del doctor T.J. Eckleburg, ofrecía un terreno ideal para aplicar las herramientas de la Nueva Crítica, que se convirtió en la metodología predominante en escuelas y universidades durante décadas.
La publicación en 1964 de las CliffsNotes, una guía resumida y económica que facilitaba la comprensión de la novela, también contribuyó a su arraigo en la enseñanza secundaria. Sin embargo, no todos los educadores aceptaron esta forma rígida de análisis, y existen evidencias de que una parte del profesorado trató de rescatar la novela hacia una lectura que relacionara el pasado con las realidades sociales del presente. El peso de "El Gran Gatsby" en el currículo escolar se hizo indiscutible hacia finales de los años ochenta, cuando su lectura era obligatoria en más de la mitad de las escuelas públicas de Estados Unidos, solo superada por obras como "Hamlet". En ese periodo, la novela sirvió para reflexionar en clase sobre el materialismo y las diferencias sociales, estableciendo paralelos entre la década de 1920 y la década de 1980, una era marcada por la ostentación y el auge de la cultura de la riqueza extrema. Los métodos pedagógicos para enseñar el libro han sido variados e imaginativos.
En diferentes estados, las actividades escolares han involucrado desde la escritura de cartas a personajes ficticios hasta la organización de juicios en torno a sus protagonistas. Se han desarrollado periódicos ficticios como el Green Light Gazette en Florida o se han celebrado eventos temáticos como fiestas de época con vestimenta típica y decorados que evocan los años veinte. Incluso, maestros han experimentado con representaciones teatrales o improvisaciones para profundizar en la comprensión de los personajes y los conflictos morales que plantea la novela. Entrando en la educación avanzada, "El Gran Gatsby" también se consolidó como una de las opciones favoritas para los exámenes de Advanced Placement (AP) en inglés, programa que desde 1982 ha incluido el libro recurrentemente en sus ensayos. Su uso en este contexto académico intensifica la importancia del texto no solo como objeto de estudio literario, sino también como herramienta para desarrollar habilidades críticas y analíticas en los estudiantes que buscan ingresar a la universidad.
No obstante, en años recientes, las tendencias educativas han experimentado cambios significativos que podrían afectar la hegemonía de "El Gran Gatsby". La implementación de la iniciativa Common Core en 2010 ha priorizado el estudio de textos informativos y no literarios, reflejando una orientación hacia la preparación para el mundo laboral y la lectura funcional. Aunado a esto, debates sociales y políticos, junto con movimientos activistas que impulsan prohibiciones o revisiones de ciertos libros en las escuelas, han creado un panorama complejo en cuanto al acceso y la selección del material literario en las aulas. A pesar de estos desafíos, la capacidad de "El Gran Gatsby" para examinar temas como la identidad, el fracaso del sueño americano, las diferencias económicas y las contradicciones sociales mantiene su relevancia. Su poder simbólico y la fuerza narrativa que presenta permiten que, generación tras generación, los jóvenes estudiantes puedan descubrir en sus páginas una reflexión sobre la cultura americana y, por extensión, sobre sus propias vidas y contextos.
Fitzgerald decía que un escritor debía escribir para la juventud de su generación, la crítica de la siguiente y los educadores para siempre. En este sentido, "El Gran Gatsby" ha tenido un éxito rotundo, logrando una permanencia en el gusto y la enseñanza de los jóvenes a lo largo de casi un siglo. Mientras sigan existiendo interrogantes sobre la naturaleza del éxito, la moralidad, la soledad y los sueños, esta obra seguirá siendo un texto vital en la exploración del alma estadounidense y una herramienta educativa imprescindible. La historia de "El Gran Gatsby" es, en definitiva, una historia de resurgimiento, de adaptación y de enseñanza que trasciende las modas literarias y las coyunturas políticas. Su llegada y permanencia en las escuelas secundarias no solo ha influido en la formación literaria de millones de estudiantes, sino que también ha ayudado a definir un canon cultural y una memoria colectiva que sigue viva y en constante evolución.
La cuestión ahora es si, en medio de las nuevas tendencias y tecnologías, esta obra emblemática continuará cautivando y desafiando a las futuras generaciones por otros cien años o más.