El clima, en su diversidad, impacta de manera significativa la calidad de vida y la percepción que tenemos de un lugar. Algunas personas prefieren los días soleados y despejados, otros valoran el frescor de la lluvia y la quietud de un día nublado. Sin embargo, la noción de un clima “tedioso” o “gris” suele estar asociada a la frecuencia de la lluvia, la nubosidad persistente y el número de días lluviosos durante el año. Fue con esta idea en mente que en el 2015 se comenzó a estudiar y evaluar un Índice de Tedio Climático o Dreariness Index en Estados Unidos, un esfuerzo que busca cuantificar objetivamente lo que para muchos es una sensación puramente subjetiva: la sensación de un clima monótono y sombrío. El origen de este índice parte de la falta de una definición científica para el concepto de “clima tedioso” o “gris”.
Aunque no es posible medir emociones o percepciones, sí pueden evaluarse variables climáticas concretas que suelen influir en esa interpretación. Por esta razón, el investigador Brian Brettschneider creó una metodología que combina tres variables fundamentales: la precipitación anual total, los días con lluvia o nieve medible en el año y la cobertura nubosa anual promedio. Estos componentes se unen para revelar un panorama mucho más completo sobre lo que podría considerarse un clima “gris” o “lluvioso” dentro del territorio estadounidense. El análisis se apoya en un extenso procesamiento de datos climáticos provenientes de fuentes oficiales como el National Climate Data Center (NCDC) y la Global Historical Climatology Network (GHCN). Para la precipitación total anual, se utilizaron datos de más de 8,500 estaciones distribuidas en todo el país, recogiendo información sobre lluvias y nevadas durante el periodo normal de 1981 a 2010.
Por su parte, el cálculo de los días con precipitación se basó en registros diarios entre 1981 y 2010 de 952 estaciones con un mínimo de 15 años de datos completos. Finalmente, el componente de nubosidad anual fue derivado de datos históricos sobre cobertura de nubes recolectados entre 1966 y 1996 en 221 estaciones con registros suficientes para análisis confiables. Para sintetizar y comparar estos datos dispares, se empleó una técnica de asignación de categorías a partir de rangos en deciles. Esto significa que los datos geográficos fueron divididos en 10 categorías según el nivel de cada variable; por ejemplo, los 10% con menos precipitación obtuvieron la puntuación mínima (1) y los 10% con más precipitación la máxima (10). Después se sumaron las puntuaciones de las tres variables para cada área, generando así un índice combinado cuyo rango podría oscilar entre 3 (mínimo tedio) y 30 (máximo tedio).
Los resultados, publicados e ilustrados con mapas, revelaron algunos hallazgos sorprendentes. Regiones conocidas por su reputación lluviosa, como el Noroeste Pacífico estadounidense, efectivamente aparecen con las puntuaciones más altas. Estado como Washington, especialmente su zona noroeste, y algunas partes del sureste de Alaska, junto con las regiones lluviosas de Hawai’i, alcanzaron la nota máxima de 30. Sin embargo, el estudio también mostró que áreas del noreste, desde Virginia Occidental hasta Maine, presentan niveles de tedio climático igualmente elevados, un hecho que podría incomodar a quienes pensaban que solo lugares como Seattle o Portland padecen constantemente de días grises. En contraste, las zonas áridas y desérticas del suroeste, tales como Arizona, Nevada y California, registraron los valores más bajos, con un índice mínimo de 3.
Es destacable que grandes ciudades como Las Vegas y Phoenix compartieron esta “puntuación perfecta”, confirmando lo seco y despejado de sus climas. De esta forma, el índice se afianza como un mapa que no solo explica la percepción general de los climas de una región, sino que aporta datos científicos para contrastar esas percepciones con la realidad meteorológica. Al analizar las ciudades dentro de Estados Unidos con al menos 250,000 habitantes, se encontró que ciudades como Buffalo (Nueva York) y Seattle (Washington) comparten la puntuación más alta del índice, con un 27 sobre 30. Les siguen ciudades como Pittsburgh y Portland con 26 puntos cada una. Estas cifras revelan que no sólo el famoso noroeste lluvioso sufre un clima tedioso, sino que diversas ciudades del noreste también comparten características similares en cuanto a nubosidad y días de precipitación.
Una explicación interesante que puede surgir de estas conclusiones es que el volumen total de precipitación no siempre coincide con la frecuencia de días lluviosos ni con la cobertura nubosa. En otras palabras, algunos lugares reciben grandes lluvias de manera esporádica, mientras que otros experimentan lloviznas frecuentes y nubes constantes sin una gran acumulación total de lluvia. Esto hace que el análisis integrador del índice sea valioso, ya que permite cruzar estas variables para obtener una visión más equilibrada. A pesar de ofrecer nuevas perspectivas, esta metodología tiene sus limitaciones y ha generado debate. Por ejemplo, el índice no considera variables climáticas importantes como las temperaturas, la intensidad del sol o la velocidad del viento, elementos que también influyen en la percepción de un día “gris” o “agradable”.
Además, algunos señalan que la variabilidad climática estacional y regional podría hacer que un índice anualizado no capture la verdadera sensación de tedio o alegría que ofrece una región en determinados periodos. Comentarios de usuarios del blog donde se originó esta investigación reflejan distintos puntos de vista. Algunos defienden que un clima con abundantes días nublados y lluvia constante puede generar sensaciones de monotonía y tristeza. Otros, en contraste, manifiestan que esas mismas características aportan frescura, vida y belleza a los paisajes y que para muchos residentes representan condiciones ideales, lejos del calor extremo o la sequía. Las comparaciones con ciudades fuera de los Estados Unidos, como Londres en el Reino Unido, también han sido planteadas para explorar cómo sería posible adaptar o ampliar el índice para regiones adicionales.
No obstante, la complejidad del procesamiento de datos y su disponibilidad han limitado la extensión de este estudio al país estadounidense. Por ejemplo, Buffalo, considerada una ciudad tediosa debido a sus altos niveles de nubosidad y lluvia, desafía las percepciones comunes. Muchas personas imaginan a Seattle como la ciudad más gris de Estados Unidos, pero Buffalo empata con ella, un hecho avalado no solo por la ciencia sino también por la memoria climática de sus habitantes. Esto muestra cómo la percepción del clima a menudo está influenciada por factores culturales, emocionales y personales. Respecto a Alaska, el índice destaca zonas como Ketchikan, considerada la ciudad con más precipitación y días lluviosos, alcanzando así una puntuación perfecta de 30.
La vasta extensión y particularidades de las regiones alaskanas hacen que la sensación de tedio climático allí sea muy marcada y diferente a otras áreas del país. El índice, en definitiva, abre la puerta a múltiples discusiones sobre cómo medimos y entendemos el clima en relación a la experiencia personal y colectiva. No es un instrumento definitivo ni perfecto, pero sí un punto de partida para que científicos, urbanistas, viajeros y residentes reflexionen sobre el impacto del clima en la vida diaria. Por último, el debate sobre el significado de ‘tedioso’ o ‘gris’ ha resaltado la importancia del lenguaje y la percepción en la climatología popular. Palabras como aburrido, sombrío, y monótono pueden tener connotaciones positivas o negativas, dependiendo del punto de vista.