Durante décadas, la adquisición de software en el sector empresarial ha estado íntimamente ligada a procesos humanos: negociaciones prolongadas, reuniones presenciales, relaciones personales y múltiples meses dentro de ciclos comerciales complejos. Sin embargo, la llegada de la inteligencia artificial (IA) y, más específicamente, de los agentes autónomos capaces de interactuar entre sí, está revolucionando este paradigma, dando paso a una era donde el software compra software de manera automática y eficiente. La base de este cambio se sustenta en los avances recientes en agentes inteligentes, que no solo asisten a humanos sino que se convierten en tomadores de decisiones independientes dentro del ecosistema empresarial. Frameworks y plataformas innovadoras, como LangChain, han acelerado el desarrollo de estos agentes, mientras que gigantes tecnológicos como Google y Anthropic exploran nuevos modelos de comunicación de agente a agente (A2A), facilitando interacciones directas y racionales entre sistemas automatizados. Este nuevo enfoque desafía y transforma la tradicional cadena de valor del software B2B, eliminando la dependencia de intermediarios humanos y eliminando ineficiencias.
Las negociaciones que antes requerían meses, y muchas veces decisiones influenciadas por aspectos no directamente relacionados con la calidad del producto, pasan a ser evaluaciones optimizadas basadas en algoritmos. La compra y selección de software se convierten en procesos altamente racionales y transparentes, donde lo que realmente importa es la capacidad del producto para resolver problemas de forma segura, económica y expedita. Un ejemplo paradigmático de esta transformación es Supabase, una plataforma que en poco más de tres años ha escalado hasta convertirse en uno de los servicios backend preferidos por más de dos millones de desarrolladores. Desde su posición como alternativa de código abierto a Firebase, Supabase ha logrado posicionarse no solo por su tecnología, sino también por su integración embebida en plataformas de construcción de aplicaciones, demostrando cómo la distribución e influencia en el ecosistema pueden crecer cuando la selección de infraestructura se automatiza y optimiza. Lo fascinante de la disrupción actual es imaginar un escenario donde no sean humanos, sino agentes digitales quienes elijan opciones tecnológicas como bases de datos, frameworks front-end, servicios de hosting y otras piezas fundamentales del stack tecnológico, sin consultas ni preferencias subjetivas.
Esto podría significar una reducción significativa del freno que representa la burocracia institucional y la política interna dentro de las empresas, acelerando el ritmo de innovación y adaptación a las necesidades cambiantes del mercado. La transición hacia software que compra software no está exenta de complejidades. Estas decisiones automatizadas no solo se basarán en criterios económicos inmediatos, sino que tendrán en cuenta factores críticos como la compatibilidad con modelos de IA, la explicabilidad de las acciones, el cumplimiento regulatorio y las garantías de privacidad. Estas variables hacen que el proceso de selección automatizada sea mucho más sofisticado, lo que implica mayores retos en seguridad y confianza. Para garantizar la integridad y confiabilidad de estos procesos, se prevé un papel crucial para innovaciones en criptografía aplicada, con tecnologías como pruebas de cero conocimiento y blockchain pasando de ser herramientas marginales de criptomonedas a convertirse en infraestructura esencial para establecer confianza, identidad verificable y transacciones seguras en este nuevo ecosistema de agentes inteligentes.
El ejemplo del CRM (Customer Relationship Management) ilustra muy bien la profunda transformación que enfrentan los sistemas empresariales. Un CRM diseñado desde cero para agentes autónomos distaría mucho de las soluciones actuales enfocadas en operadores humanos. En este nuevo diseño, las APIs serían ultra rápidas y eficientes, evitando interfaces de usuario diseñadas para humanos, reduciendo al máximo la latencia y mejorando el intercambio limpio de datos. Las interacciones interplataformas y la coordinación entre agentes estarían naturalmente integradas, mientras que la analítica se orientaría a que los agentes evalúen y optimicen su propio desempeño en tiempo real. Además, la regulación se implementaría como código, permitiendo a los agentes auto-regularse conforme a las políticas definidas y adaptarse dinámicamente a cambios regulatorios sin intervención manual, mejorando el cumplimiento y reduciendo riesgos legales.
La negociación de precios sería dinámica y directa entre agentes, con contratos flexibles y adaptados automáticamente para reflejar condiciones del mercado y necesidades comerciales. Aunque es posible pensar que esta evolución favorezca solo a las grandes tecnológicas que desarrollen y controlen estos agentes y la infraestructura asociada, también abre oportunidades inéditas para startups y emprendedores con capacidades para crear productos nativos para agentes o facilitar ecosistemas abiertos donde distintas soluciones puedan interoperar. La velocidad con que se despliegan y adaptan estos sistemas será clave para determinar quién lidera el futuro del software empresarial. Sin embargo, esta automatización radical no está exenta de desafíos éticos y sociales. Algunos expertos alertan que la eliminación del factor humano en procesos de compra podría erosionar la capacidad de influencia de muchos trabajadores y reducir la participación económica de ciertos sectores.
La pérdida de intermediarios humanos también podría concentrar poder y decisiones en manos de un pequeño grupo que controla los agentes y las plataformas, generando nuevas formas de exclusión y falta de diversidad. En definitiva, la transición hacia una realidad en la que el software compra software implica no solo una mejora en eficiencia y objetividad, sino también un replanteamiento profundo de las dinámicas de poder, gobernanza y equidad en la industria tecnológica. La clave estará en diseñar arquitecturas que incorporen transparencia, responsabilidad y mecanismos de supervisión que eviten la concentración y promuevan la inclusión. Estamos ante un momento decisivo, donde la disciplina y creatividad de desarrolladores, empresarios e inversores determinarán cómo se configurará esta nueva era. La capacidad para anticipar el impacto de agentes autónomos en la adquisición de software y adaptarse a sus posibilidades será fundamental para capturar valor y no quedar rezagado en un mercado cada vez más automatizado y competitivo.
Este fenómeno marcará una ruptura con el pasado, donde la venta de software estaba íntimamente ligada a técnicas tradicionales y relaciones personales, para dar paso a una era donde la calidad, seguridad y compatibilidad tecnológica sean los auténticos protagonistas en la toma de decisiones comerciales. La automatización del proceso de compra de software representa, en esencia, el inicio de un internet más inteligente, eficiente y dinámico, donde la interacción máquina a máquina redefine no solo la tecnología, sino también la forma en que hacemos negocios.