La transmisión de información es un concepto fundamental en el mundo moderno, ya que sustenta la manera en que los datos se envían, reciben y comprenden a través de diversos medios y tecnologías. En 1928, R.V.L. Hartley presentó un trabajo pionero titulado “Transmission of Information” que sentó las bases teóricas para el entendimiento cuantitativo de esta importante área.
Aunque la comunicación ha evolucionado drásticamente desde entonces, los principios formulados por Hartley continúan sirviendo como un pilar esencial en la teoría de la información y la ingeniería de las telecomunicaciones. El trabajo de Hartley llega en un momento en el que las redes telegráficas y radiofónicas comenzaban a expandirse, haciendo evidente la necesidad de medir la cantidad de información que podía transmitirse eficazmente. Antes de su estudio, no existía una métrica clara o una forma matemática para evaluar la capacidad de transmisión de un canal o la cuantificación de la información misma. Hartley propuso que la cantidad de información transmitida a lo largo de un canal podía ser cuantificada en función del número de símbolos o señales diferentes que se podían enviar y recibir. El concepto central que introdujo fue la relación entre el número de posibles símbolos y la cantidad de información que representan.
Específicamente, Hartley estableció que la información podía medirse como el logaritmo del número total de señales posibles, una fórmula que permitía hacer cálculos precisos sobre la capacidad informativa. Este enfoque matemático fue revolucionario porque permitió a los ingenieros y científicos analizar y diseñar sistemas de comunicación con un criterio objetivo y cuantificable. Además de la naturaleza cuantitativa, Hartley discutió las limitaciones prácticas de la transmisión, tales como el ruido y la interferencia en los canales que afectan la fidelidad del mensaje recibido. Su estudio implicaba que la eficiencia de la transmisión dependía no solo de la cantidad de información teórica sino también de la calidad del canal y las señales empleadas. En este sentido, su obra fue precursor al trabajo posterior de Claude Shannon, quien formalizó la teoría de la información y la capacidad de canal en la década de 1940.
La relevancia histórica de la transmisión de información de Hartley va más allá de su contexto temporal. Su idea de medir la información en términos logarítmicos ha permeado distintas áreas como la informática, las telecomunicaciones, la criptografía y la biología computacional. En el entorno digital actual, donde el flujo constante de datos es inmenso, comprender cómo se mide y gestiona esa información es clave para optimizar la velocidad, la seguridad y la eficiencia de las comunicaciones. Además, el trabajo de Hartley ha influido directamente en el desarrollo del concepto de bit, la unidad básica de información digital. Aunque Hartley no utilizó el término bit, su fórmula para medir la información en función de logaritmos base dos estableció las bases para que esta unidad se popularizara y estandarizara en las décadas siguientes.
La evolución del concepto ha permitido construir sistemas digitales robustos y escalables que sustentan internet, el almacenamiento de datos, las transmisiones satelitales y numerosas aplicaciones cotidianas. Un aspecto crucial de la transmisión de información según Hartley es el equilibrio entre velocidad y precisión. Un canal de comunicación puede transmitir grandes cantidades de datos rápidamente, pero si la tasa de error aumenta debido a interferencias o limitaciones técnicas, la información puede perder su valor o volverse inútil. Por eso, gran parte de la ingeniería de las telecomunicaciones se ha concentrado en mejorar la relación señal-ruido y optimizar métodos de codificación y modulación que reduzcan la probabilidad de error. El legado de Hartley también reside en su enfoque matemático y sistemático, que propició el análisis riguroso de sistemas complejos de comunicación.
Antes de su trabajo, la transmisión de información era una actividad más empírica y menos cuantificable. Su formulación permitió que la comunicación se entendiera como un proceso que podía diseñarse, analizarse y mejorarse con base en datos concretos y fórmulas estadísticas, lo que marcó un avance significativo. En la actualidad, la transmisión de información sigue siendo un desafío y una oportunidad para la innovación tecnológica. La explosión de dispositivos conectados, el internet de las cosas y la creciente demanda de comunicaciones instantáneas y seguras, hacen que los principios desarrollados por Hartley mantengan una vigencia sorprendente. El diseño de protocolos eficientes, la gestión del ancho de banda, la minimización del retardo en la transmisión y el manejo de información en entornos ruidosos son algunos de los aspectos que continúan desarrollándose a partir de las ideas originales.
En síntesis, la contribución de R.V.L. Hartley a la transmisión de información representa un hito en la historia de la comunicación. Su visión matemática y su método para cuantificar la información han facilitado la evolución tecnológica que permite hoy día enviar y recibir datos de forma rápida, segura y eficiente.
Más allá de su época, su estudio nos permite comprender y enfrentar los retos contemporáneos relacionados con la gestión y optimización de la información en un mundo interconectado.