La reproducibilidad es un pilar fundamental para el avance científico y la generación de conocimiento confiable. En los últimos años, numerosos esfuerzos internacionales han intentado evaluar qué tan replicables son los resultados publicados en diferentes áreas de la ciencia, especialmente en el campo biomédico. Un reciente y ambicioso proyecto en Brasil ha arrojado resultados preocupantes, pues menos de la mitad de los estudios biomédicos examinados lograron ser replicados satisfactoriamente, poniendo en entredicho la fiabilidad de buena parte de la literatura científica nacional y generando un llamado a la renovación y reforma de las prácticas investigativas. Este esfuerzo, único en su naturaleza y escala, fue llevado a cabo por una coalición que involucró a más de cincuenta equipos de investigación distribuidos en una cincuentena de laboratorios a lo largo de Brasil. La iniciativa, conocida como la Iniciativa Brasileña de Reproducibilidad, se lanzó en 2019 desde la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) con el objetivo de evaluar la reproducibilidad basándose en métodos científicos comunes en lugar de concentrarse en una disciplina específica o en la notoriedad de ciertos estudios.
A diferencia de otros proyectos internacionales previos que se centraban en un campo científico específico, el enfoque brasileño se distintió por seleccionar tres técnicas biomédicas ampliamente empleadas en la investigación local: un ensayo para medir el metabolismo celular, una técnica para amplificar material genético y una prueba de laberinto para roedores. Los estudios seleccionados para la réplica debían cumplir con criterios específicos, entre ellos que al menos la mitad de los autores tuvieran afiliación brasileña y que los artículos fueran publicados entre 1998 y 2017. El proceso de replicación no estuvo exento de dificultades. La pandemia de COVID-19 impactó directamente en la logística y la colaboración necesaria para llevar a cabo esta tarea a gran escala. Además, las disparidades en la ejecución de los protocolos originales generaron debates sobre la fidelidad con la que debía seguirse cada experimento para que la réplica fuera válida.
Los responsables del proyecto compararon este proceso con intentar transformar a varias bandas independientes en una orquesta sincronizada, reflejando los retos inherentes a la estandarización en ciencia colaborativa. En total, se intentaron 97 réplicas válidas sobre 47 experimentos originales provenientes de una muestra inicial mayor. La evaluación de los resultados se basó en múltiples criterios estadísticos y científicos, incluyendo la dirección y significancia de los resultados obtenidos en los ajustes experimentales. Apenas el 21% de los experimentos pudo considerarse replicable bajo al menos la mitad de estos parámetros, cifra que refleja un nivel crítico de incertidumbre en los hallazgos biomédicos evaluados. Otro hallazgo relevante fue que, en promedio, los tamaños del efecto — es decir, la magnitud con la que se observaban los resultados originales — fueron aproximadamente un 60% mayores que los reportados durante las réplicas.
Esta diferencia sistemática sugiere que los estudios originales tienden a sobrestimar el impacto real de las intervenciones o variables analizadas, un fenómeno que podría derivar tanto de sesgos en la publicación como de aspectos metodológicos. Estos resultados no solo repercuten en la confianza que la comunidad científica debe otorgar a las evidencias publicadas, sino que también provocan repercusiones directas en ámbitos aplicados, como el desarrollo de tratamientos médicos, políticas públicas de salud y la dirección de futuras investigaciones. La reproducibilidad es esencial para garantizar que los hallazgos científicos sean sólidos y que puedan servir de base confiable para avances posteriores. Expertos involucrados en el proyecto subrayan que disponer de datos concretos y material empírico como los obtenidos abre la puerta para implementar cambios concretos dentro del entorno científico brasileño, tanto a nivel académico como en políticas públicas relacionadas con la ciencia y la innovación. Mariana Boechat de Abreu, co-coordinadora del proyecto y experta en metaciencia, enfatiza que el conocimiento generado debe usarse para fortalecer el sistema científico desde adentro, mejorando prácticas, transparencia y rigor metodológico.
Además, la iniciativa brasileña amplía el debate global sobre la llamada ‘crisis de reproducibilidad’ en la ciencia contemporánea. Estudios similares realizados en países como Estados Unidos y en la Unión Europea han encontrado tasas comparables de dificultad para replicar resultados, especialmente en biomedicina y ciencias sociales. Esto refleja que la incertidumbre no se limita a un contexto nacional, sino que constituye un desafío estructural mundial. Frente a este panorama, la comunidad científica está explorando diversas soluciones para mitigar la crisis. Entre ellas, destacan la promoción de protocolos de investigación abiertos y detallados, el preregistro de estudios para disminuir sesgos selectivos, el fomento del acceso abierto a datos y materiales y la incentivación de la publicación de resultados negativos o no confirmatorios.
Asimismo, los proyectos colaborativos a gran escala que replican experimentos bajo criterios estrictos se perfilan como herramientas fundamentales para evaluar la salud del conocimiento científico. En el caso brasileño, la experiencia del proyecto de reproducibilidad ha evidenciado también la capacidad y voluntad de la comunidad científica local para realizar autoevaluaciones rigurosas y promover la mejora continua, a pesar de las limitaciones asociadas a recursos y condiciones adversas. Este compromiso es vital para posicionar a Brasil como un actor relevante en la ciencia global, asegurando que sus contribuciones sean confiables y robustas. En definitiva, si bien los resultados del proyecto pueden sonar alarmantes, constituyen una oportunidad clara para repensar y renovar la cultura científica, enfatizando la importancia de la calidad sobre la cantidad y el rigor sobre la prisa. La reproducibilidad es más que un indicador estadístico: es la garantía de que el conocimiento generado puede ser utilizado con confianza para transformar la sociedad de manera positiva.